Capitulo 4

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Adhara ya no se preguntaba cómo la familia Black había caído en la desgracia, tan solo había tenido que conocer el retrato de su "querida" abuela para adivinarlo. ¡La Mujer estaba loca! Adhara estaba segura que se encontraba entre las cinco personas más desagradables que jamás había tenido el gusto de conocer.

—¿quien es esta chiquilla? —había chillado en cuanto Kreacher la había acercado a su pintura —¡sácala ahora mismo!

Walburga Black realmente tenía un talento para hacer sentir a Adhara como un parasito, su mirada era fría y prepotente,  levantaba su barbilla con cierto aire divino que en el interior no poseía, por qué si algo podía afirmar Adhara, era que la mujer era tan mala como él mismo diablo.

—mi señora, es una Black —se adelantó a informar Kreacher con una reverencia respetuosa —es su nieta.

Su cara de hastío no cambio ni por lo que acababan de revelar.

—¿Regulus? —se limitó a preguntar.

—no, ama —negó a regañadientes el elfo— Sirius.

¿Kreacher había dicho que le había roto el corazón a su madre? Adhara lo estaba dudando mucho, esos ojos no eran de tristeza, eran odio puro y orgullo herido.

—¡SACA A LA HIJA DE ESE TRAIDOR AHORA MISMO! —comenzó a gritar colérica— ¡ABERRANTE CRIATURA! ¡LARGO DE MI CASA!

—ama, por favor —suplico Kreacher— no conoce al sucio traidor, es su estirpe, pero no ha tenido contacto con la niña en años

Adhara tenía lágrimas en los ojos, Walburga Black era un persona cruel, y ni siquiera había dicho palabra alguna para enojarla. Solo la información de Kreacher la había hecho callar, pero no parar de mirarla con descontento.

—deja de llorar, chiquilla —le ordenó con dureza— elfo, explícate.

—la encontré viviendo en las calles, ama...

—¡como una vil rata de cloaca! —corto con asco la señora Black— ¿como se te ocurrió traerla? ¡elfo inútil!

—¡ya no hay Blacks! —le recordó agitado— ¡ella es la última! Podemos educarla, para que traiga honor a la familia, para que devuelva la antigua gloria de la noble casa Black

El horrible retrato se cruzó de brazos y examinó a Adhara con cierto desprecio... Adhara ya la odiaba, así que el sentimiento era mutuo. Estaba agradecida con Kreacher, no era la criatura más cordial, pero le había dado techo y comida. Pero no importaba que tanta gratitud tuviera por el elfo, no podía creer que esa horrible mujer lo tratara sin respeto alguno, si de ella dependía, iba a ser que la mujer se llenará de más vergüenza, al menos podía darle un verdadero motivo para odiarla.

—bien —bufo— tal vez tenga algún arreglo —acordó de mala gana— pero te lo advierto ahora niña, la primera ofensa que hagas y te largas.

Quiso mandarla al garete, pero Kreacher se le adelantó.

—por supuesto, ama —acepto entre reverencias agradecidas Kreacher— voy hacerme cargo de que no defraude a los Black.

No quería regresar a las calles, pero tampoco deseaba soportar los delirios de esa vieja amargada, y por otro lado tampoco podía dejar a Kreacher. Adhara no creí que fuera tan simple para él marcharse, sobretodo por qué parecía muy fiel al retrato de Walburga Black. Suspiro, tal vez podía soportarla, solo hasta que obtuviera la forma de irse sin tener que volver a la calles, y por supuesto, si Kreacher tampoco tenía que volver a oír a la loca histérica de su abuela.

—¿hacerte cargo tú? —cuestionó con incredulidad la vieja señora Black— ¡por favor! —se mofó cruelmente— por supuesto que no idiota elfo —siseo sin importarle que Kreacher bajaba las orejas herido, incluso si su rostro no lo delataba— hablaré con Phineas, no por nada fue un director de Hogwarts, seguramente podrá prepararte adecuadamente —dirigió su atención a Adhara— vendrás a verme tres veces a la semana, te enseñaré sobre las familias de sangre pura, nuestra importancia en el mundo mágico, y como comportarte —bufo nuevamente con disgusto— viviendo en las calles... —susurro para sí misma— va a ser como tratar de refinar a un centauro —volvió sus negros ojos a Adhara— me imagino que al menos sabrás leer y escribir.

Se encogió en su lugar, por qué Walburga Black imaginaba mal ¿mentir y tratar de engañarla hasta que pudiera al menos leer? ¿o decirle la verdad? No tenía ni idea de cómo iba aprender a leer sin que nadie le ayudará. Suspiro, iba a gritarle, podía asegurarlo.

—no sé —fue su escueta respuesta.

Walburga dio un grito to corto como si hubiera dicho el peor de los improperios. Adhara ya no esperaba mucho de su abuela, la mujer parecía tener un problema con todo el mundo.

—K-KREACHER ¡LLEVATELA! —rugió con las cuencas abiertas a más no poder— ¡NO LA TRAIGAS ANTE MÍ HASTA QUE LEA Y ESCRIBA! ¡LARGO! ¡Largo!...

Krecher tomó Adhara y la llevo rápidamente lejos del retrato, pero aún se podía escuchar los gritos de la señora Black, y no se apaciguaron hasta una hora después.

—tonto, tonto Kreacher —dijo para sí mismo el elfo domestico mientras se golpeaba la frente— no debí llevarte hasta asegurarme que escribías y leías.

Adhara no supo qué decir ¿acaso era algo tan malo? Con una disculpa grabada en sus ojos tomó la mano de Kreacher. El elfo la  miro, suspiro sabiendo que ya nada podía hacer, lo mejor era enseñarle cuanto antes y  lo más veloz posible.

—¡ACHUU! —estornudo ruidosamente Adhara.

Kreacher la miro extrañado, no paraba de estornudar ¿que podría ser? No tuvo absoluta idea hasta que el suelo comenzó a crujir. Jadeo con descontento. Llevo sus manos hasta la tabla del suelo, y con sus delgados y huesudos dedos levanto una tabla.

—Budimuns —siseo— ¡con que tratando de infestar la noble casa Black! —dijo con odio a las criaturas— ¡y enfermando a la mocosa!

Adhara trató de acercarse a ver, pero Kreacher la empujo mágicamente. Ni loco iba a permitir otra visita tan pronto a San Mungo, no era un cuidador inútil.

—esperen ahí alimañas, voy a exterminarlas —proclamó Kreacher mientras hacía un encantamiento limpiador— listo —se dijo satisfecho— esta casa no va a tener Budimuns mientras esté en mi poder impedirlo.

Kreacher ciertamente parecía orgulloso de su hazaña, lo que desconcertaba Adhara muchísimo, por qué el resto de la casa seguía siendo una piltrafa... Excepto por la habitación que había limpiado para que ella usara.

Aplaudió ¿merecía reconocimiento por exterminar lo que fuera que eran esas cosas? Si había evitado que le volviera a dar otra catastrófica alergia se merecía una ovación. Río complacida cuando lo vio bajar las orejas avergonzado, Kreacher no era tan arisco como pensaba.

Adhara BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora