--Exacto Yanira. Tú cuerpo a cambio del dinero.

Yanira se quedó helada. Pensaba que había escuchado mal. Cuando él le volvió a sugerir pasar una noche con él y mantener relaciones, el rostro de ella se desfiguró. Sus manos empezaron a sudarles y su respiración era agitada. Clavó sus ojos en los de él. Debía sentirse ofendida por esa propuesta. Pero no, sacudió su cabeza riéndose irónicamente puesto que Xander se estaba burlando de ella. Como un hombre como él le va proponer sexo a una chica como ella. Gordita e insignificante que apenas tiene experiencia en tema de relaciones sexuales.

Se levantó lo más calmada que le permitía su estado. Puso su mano en el hombro de él, sin apartar sus ojos en los él, le dijo que aquello era imposible y que dejara de reírse de ella.

--Esto no es una burla Yanira. Y sí. Te deseo y quiero tener al menos una noche de sexo contigo.

Aquellas palabras golpearon de lleno a Yanira. Sus piernas empezaron a flaquear, su boca a resecarse mientras su cabeza le daba vueltas.

Durante un largo tiempo en silencio. Yanira cerró sus ojos aceptando pasar una noche de sexo con ese hombre que le gusta tanto.

Una sonrisa y un brillo en su mirada se formó cuando ella aceptó. Por fin podría tenerla en sus brazos y hacerla gozar de placer.

Quedaron en un hotel a las afueras de la ciudad. Primero llegó ella vestida normal, aquella situación la ponía cada vez más nerviosa, incluso se llegó a replantear de salir huyendo. Pero no podía, debía conseguir ese dinero aunque fuese de una manera poco convencional en ella.
Tras entregarle las llaves de su habitación la recepcionista, Yanira subió ha cambiarse, siguiendo las introducciones de Alexander.

Ya arreglada con un camisón diminuto rojo transparente y unas medias por mitad de sus muslos. Yanira se miró al espejo. Ni ella misma se podía creer lo que estaba haciendo. Iba acostarse con un hombre por dinero, como si fuera una cualquiera. Sus gotas se caían solas sobre sus mejillas mientras intentaba recomponerse y pensar que solo es sexo y por qué lo hacía. El problema era que era virgen y sería como una marioneta en los brazos de un hombre experto. Un hombre que sabe perfectamente lo que quiere, mientras que ella lo hace a la fuerza y por necesidad de ayudar a su hermano.

Al escuchar la puerta cerrarse Yanira se lavó rápidamente la cara recomponiéndose para estar lista a lo que Alex quisiera hacer con ella.

--Vaya que romántico.--Dijo él mirando la habitación que le había preparado Yanira con velas y pétalos de rosa.

--Acaso... ¿no te gusta?

--No está mal. Pero a mí tanto romanticismo no va con mi estilo.

《Con tú estilo》 Pensó ella sintiéndose más segura de la clase de hombre que era Alexander.

--Ven, déjame verte. Estás preciosa con este camisón. Yanira eres tan linda, qué me has echo. Me tienes hechizado. Te deseo. Te deseo aquí y ahora.

Yanira intentaba esconder su enojo, aparentando que todo iba bien. Sus rostros quedaron a escasos centímetros, las manos de él se deslizaban por su espalda con suavidad, sus labios se sellaron en un beso apetecible y dulce. El cuerpo de ella no tardó en reaccionar percibiendo oleadas de calor y deseosa por tocar el cuerpo de él. El beso que empezó dulce se fue volviendo cada vez más salvaje. Despacio Alex le quitó el camisón a Yanira dándose el gusto de saborear cada centímetro de su piel. Los dos ansiaban ese momento, dejándose embriagar por sus manos expertas y besos alentadores, Yanira no pudo reaccionar ante la galantería de Alexander. Despacio la tumbó en la cama, sin apartar sus ojos de ella. Su excitación aumentaba de tener entre sus brazos a Yanira. Esa muchacha que le ha ido cautivando.
El calor era abrasador, ambos cuerpos se rozaban se sentían de complacencia. Sin embargo al escuchar el envoltorio Yanira quiso pararlo, pero el se negaba ha dejar de gozar de las caricias y los besos de ella. Yanira puso sus manos en el pecho de él empezando a sentirse rígida. La pasión y el deseo por hacerla suya llevó Alexander a penetrarla percibiendo el dolor de ella. Inmovilizado y sorprendido por descubrir que era virgen empezó a enfadarse sintiéndose un imbécil por haber caído en una trampa.

--¿Eres virgen?--Preguntó con su semblante serio.

--S-si

--Maldita sea Yanira, como diablos no me lo has dicho.

--Yo-o

--Si tú. Y deja de lloriquear, ya has conseguido tu propósito. Ahora entiendo todo. Como no he caído antes, pero que estúpido...aquella noche en la mansión...

--Xander escúchame yo...

--¡¡CÁLLATE!! Y no vuelvas a llamarme así. Pensaba que eras diferente, pero me has engañado para desvirgarte porque nadie se va ha acostar con una chica gorda como tú.

--Alexander me estás lastimando. Déjame que te explique yo no te engañado...

--Mientes y ahora vete. Toma tú dinero y lárgate. Recoge la poca dignidad que te queda y olvida todo esto. Si intentas hablar de lo ocurrido me veré obligado a tomar medidas judiciales. Piensa en lo que vas hacer.

Yanira lo miraba en silencio con sus ojos llenos de tristeza y súplica. Tras ver como Alexander se metió en el baño ella se puso su ropa y se marchó.

Desvalida sin fuerzas, comenzando a sentirse frágil, Yanira lloraba por lo ocurrido con Alexander, la manera de tratarla incluso de hablarle llegando a pensar lo peor de ella. Lloraba sin cesar agarrada a una verja para poder controlar sus emociones y sufrimiento. Era imposible, las palabras de él habían sido demasiado dañinas rompiendo todas sus ilusiones de golpe.

Sentado en el suelo con su cabeza apoyada en la pared, Alexander miraba al vacío furioso por sentirse utilizado por ella. Había utilizado la seducción para conseguir su propósito de ser desvirgada, seguramente para obtener más hombres en la cama. Aquel pensamiento fue como clavarle un cuchillo en el centro de su corazón. Nunca hubiera imaginado que Yanira con su manera de ser noble y angelical llegara a verle la cara de imbécil. Furioso consigo mismo, Alexander maldeció jurandose a sí mismo que Yanira le iba a pagar por haberle engañado y burlado de él.

ÁMAME O DÉJAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora