Los quiero a los dos.

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-Soy su tutor-fue lo único que alcanzo a murmurar para empezar a esquivar los golpes del azabache menor.

Vaya lío en el que se vino a meter. Su vida y trabajo nunca sería algo fácil, eso le hacía sentir tan mal. Vamos era un asesino pero hasta él deseaba un poco de normalidad en su vida.
Aun tenía al pequeño castaño en sus brazos, se le había olvidado, es que cabía también entre sus brazos y no pesaba nada, por esa misma razón se le olvido que tenía al menor cargado, vaya que no se quejaba por aquellos movimientos, también por eso se le olvido.

-Kyo-Chan necesito una pastilla inhibidora-murmuró bajo, tan bajo que para un humano normal no sería capaz de escucharlo.

Hibari al escuchar la petición del chico, dejo de pelear para luego regresar a su estado normal. Sus orejas se relajaran, pero su cuerpo no, todavía seguía muy serio y con un porte de aristócrata de esos que daban miedo. En si, todo él daba una sensación de miedo.

-Tsk-chasqueo la lengua enojado-. Por eso hubieran empezado-sugirió de manera calmada y pausada para no asustar más a su querido primo.

-L-Lo siento tanto, es que nos atacaste y no me d-diste tiempo para hablar-comentó él menor con una sonrisa nerviosa.

Kyoya no tuvo el corazón para seguir regañando al pequeño. Solamente suspiro resignado, busco lo que él menor le estaba pidiendo, pero ahora que lo pensaba, si el celo le empezó desde hace poco lo primero que debió hacer era buscarlo, segundo no podría haber lo ayudado ya que un grupo de estudiantes se amontonaron en el aula que precisamente él estaba y tuvo que disciplinarlos, espera, su celo, él, el aula, los alumnos, ahí fue cuando todo tuvo una relación exacta.

-Toma Tsuna-le extendió las pastillas-. ¿Por qué no viniste a buscarme cuando empezó?-pregunto curioso.

-Es que en mi mochila cargaba unas pastillas, pero los alfas me acorralaron haciendo que terminará saltando por la ventana-admitió sonrojado ante su conducta-. Luego Reborn-San me ayudó y me cargo hasta aquí-dijo sonriendo de manera tierna y dulce.

A Hibari le causo una sonrisa tierna, Reborn estaba intentando no tirarse encima del chico para besarlo, es que era tan adorable. Pero se tuvo que dar una cachetada mental por qué era su alumno y no podía pensar de esa manera del pequeño. Pero al diablo la lógica, esas caderas, esas ligeras curvas, aquellos inocentes ojos, aquel cabello anti gravedad y suave a la vista hasta al tacto, esa voz de seda y esa suave piel color canela.
Suspiro, debería dejar de imaginarse cosas innecesarias, pero vamos, él verlo en su primer celo, tan indefenso, tierno y necesitado le había echo perder toda cordura si antes pensaba que él menor era lindo, ahora era perfecto y más que eso.

-Tsk volver a morder hasta la muerte a esos herbívoros inútiles que dicen ser buenos estudiantes en mi escuela-comento Hibari entre dientes realmente enojado.

Reborn observo al azabache, le daban celos, aunque él chico fuera un omega y tuviera pareja aún así le daban celos. Observo a su alumno tomar la pastilla, se quedo un rato esperando que hiciera efecto y vaya que lo hizo, su aroma antes dulzón y empalagoso, era más suave pero no por eso dejaba de ser dulce, era una combinación de canela, menta y como chocolate. Observo como le sonreía, eso era nuevo, le estaba sonriendo a él.

-¡Gracias por todo, los quiero demasiado a los dos!-dijo realmente feliz él menor, les regaló una gran sonrisa, una de las más hermosas que tenia.

Aquello los hizo temblar, era hermosa, esa sonrisa era bella y les hizo estremecer por la ternura que les mostró, ese chico era capaz de enamorar a cualquiera, suspiro, y eso hizo enojar a Reborn, no dejaría que nadie tocará al menor. Era celoso, y territorial, y él chico era suyo. ¿Desde cuando? Desde que pensó que él menor era adorable, y eso fue cuando lo conoció, y aunque no fuera así; y sólo buscara un pretexto para reclamarlo, todos sabemos que Reborn no se anda con juegos, aparte de que era inevitable de que dijera que era de su propiedad.

-De nada-él azabache menor le dio una sonrisa ladeada.

-Es mi deber protegerte-contesto Reborn, viendo como él chico baja la mirada triste-. Pero es un placer hacerlo-le dijo, intentando animarlo.

Y vaya que funciono muy bien, por que él chico alzo la cara, pero ahora con una sonrisa aún más grande y bella en los labios. Podía hacer esto siempre, lo único que necesitaría para ser completamente feliz sería una sonrisa, mejor dicho esa sonrisa que sólo ese pequeño castaño es capaz de brindarle a él.
Suspiro, vaya que él menor se estaba ganando sus corazón con aquellos gestos, dejando de lado lo lindo que era, en si él pequeño tenía un gran corazón y una amabilidad que muchos desearían. Se estaba enamorando, en serio se estaba perdiendo, pero no quería que él chico lo viera y pensara que solo es un juego, no quería jugar, lo quería en su vida, era lo que le faltaba a su vida, estaba abriendo un hueco en su mente y corazón. Quería robarle sus besos, sabía que serían los primeros y aún así eso se le hacía tierno.

-Vamos a casa Tsuna-le dijo Reborn con una mirada amable-. Tenemos entrenamiento y no te dejare con esos idiotas que resultan ser tus compañeros-le corto al comentario que él pequeño castaño le diría.

-Tsk-Hibari chasqueo por segunda vez en el día la lengua de manera enojada-. Esta bien Tsunayoshi, yo pasare a avisar de tú ausencia-comento ya un poco más relajado, pero sólo en apariencia ya que quería matar a quien tocara a su primo.

-Gracias Kyo-Chan-Tsuna hizo una reverencia.

Los dos se despidieron de Hibari, Hibari sólo sonrió por él menor, pero vaya que tenía ganas asesinas.

Nuestro destino (En edición).Where stories live. Discover now