Tutor.

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Miro por la ventana, vaya que ver a Hibari le hacía feliz. Era su primo y amigo. Estaba feliz, Tatsunari ya no lo molestaba cuando su amigo azabache se encontraba cerca, que por cierto recordó que a su hermano mayor casi le da un infarto al enterarse que él prefecto más temido de Namimori era su primo. Ante la noticia muchos quisieron refutar, pero al darse cuenta del Omega fuerte que resultaba ser él mayor se callaban por su propio bien.
Pero si dejaba eso de lado estaba empezando a preocuparse por Dino y Hibari, ya que últimamente sentía el olor de su primo en Kyoya, esperaba que estuvieran usando protección aun no quería ser tío, no podía cuidarse a él mismo y cuidaría a sus sobrinos, eso nunca pasaría. Vaya que si pensaba en eso, se imaginaba a Hibari embarazado y le daba ternura, sólo esperaba que no salieran igual de torpes que su primo Dino. Miro de nuevo por la ventana, esperanzado de que se le hiciera tarde, hoy no quería ir a la escuela, no se sentía muy bien, ya podía imaginarse por que, por eso no quería ir a clases, era lo último que le faltaba a su tan horrenda vida.
Escucho los pasos apresurados de su madre subir las escaleras, ya se imaginaba que no tardaría ni cinco minutos al no verlo bajar a hacer su rutina diaria, sabía que su madre llegaba a ser muy amable y despreocupada en muchas pero muchas ocasiones, pero que ella viera que no hiciera rutina matutina como todos los días le haría ponerse en alertar y haría que suba a verlo. Suspiro, al escuchar la voz preocupada de su padre y los pasos pesados de su hermano mayor al mencionar que algo le pudo haber pasado, juro que escucho un poco de preocupación en su voz, pero lo descarto de manera inmediata al escuchar otra vez indiferencia en aquella voz.
Pero antes de la puerta fuera abierta con la fuerza de su madre, pudo notar que se daba la vuelta y baja las escaleras de forma estruendosa, un par de disparos se hicieron escuchar desde la planta baja, se paro con una velocidad impresionante y bajo las escaleras. Sus ojos estaban abiertos, era un león a punto de atacar, sentía el olor de alguien ajeno a la familia sus caninos relucieron con agresividad y sus orejas se movieron de acuerdo al sonido. Ahí estaba, ese ruido hueco que ocasiona alguien al caminar, olor a pólvora y un peculiar olor a café, giro tan rápido como sus pies le permitieron quedando frente a frente con él agresor, no lo pensó, no lo medito cuando ya se encontraba peleando con él. Ningún golpe lograba atinar, él mayor estaba impresionado de que un cachorro le siguiera el ritmo, pero no lo demostraría, miro la agilidad con la que esquivo el golpe que iba hacía su cara, era flexible, rápido, no tenía aberturas ni hacía movimientos innecesarios, pero su olor le alerto que era un Omega, vaya un Omega capaz de seguir un ritmo tan exigente, si al Alfa que suponía era él hermano mayor de la familia, no pudo esquivar un simple golpe. Parece que ya había encontrado a su alumno. Miro esos ojos color ámbar, estaba alerta, pero cuando noto que sus intenciones no eran luchar se calmo, ya no lucía enojado pero sus ojos seguían serios.

—Vaya, él noveno no se equivocaba en su heredero—soltó él azabache con una gran sonrisa.

Tsuna sintió las piernas temblar al ver esa hermosa sonrisa que dejaba ver una hilera de dientes blancos como perlas. Por primera vez desde que empezó la pelea, se fijo en su amenazante pero guapo agresor. Cabello negro, casi como la noche, ojos color ónix, con unas singulares patillas rizadas. Vestido de traje, con una fedora. Era guapo no podía negarlo, se sonrojo ante sus propios pensamientos, sintiendo una vergüenza enorme. Miro la hora en el reloj de pared, tomo sus cosas y salio corriendo de su casa, dejando a su madre platicando con él desconocido, a su padre y hermano desmayados, él primero por ver a su hijo poder defenderse de esa forma de un Alfa, y él segundo por que había sido noqueado con un golpe en la nuca.
Aviso que tal vez llegaba tarde por que se quedaría a hablar con Kyoya, vaya que corría con todas sus fuerzas, no sería lastimado por Hibari pero tampoco quería aprovecharse de él.

Llego a la escuela en punto, acaban de tocar la campaba que indicaba el ingreso a clases, suspiro de forma despreocupada al lograr entrar sin ser visto, se sentó en su asiento y miro por la ventana, en busca de algo entretenido. Estaba distraído, la materia que le tocaba era lenguas extranjeras, suerte que sabía hablar casi todos los idiomas, era bueno en clases y más si se trataba de lenguas extranjeras, le apasionaba aprenderlas.

Las horas de clase pasaron tranquilas, hasta que sintió su cuerpo arder, era algo sofocante, era extraño, él ya sabía que estaba ocurriendo, lo predijo, su intuición se lo gritaba en la mañana, intento llegar a su bulto, el receso acaba de empezar, intento tomar sus pastillas, las había comprado hace unos días ya que su intuición le decía que estaba a punto de necesitarlas.
Pero su acercamiento a la preciosa carga que llevaba en su mochila, fue detenido por todos los Alfas que entraron de forma estruendosa al salón, tembló, vaya que tenía miedo.

No miro, no lo pensó, no necesitaba hacerlo, se lanzó desde el segundo piso, se lanzó por el gran ventanal al verse rodeado, los alumnos se sorprendieron ante aquello, lo tachaban de torpe, nunca pensaron que aquello fuera posible. Es que vaya era ágil a pesar de ser un torpe. Cayo parado, como un gato, se recompuso de la caída comenzando a correr como si él mismo diablo lo estuviera persiguiendo, Reborn lo vigilaba desde un árbol, estaba un poco dudoso de saber por que salió corriendo de esa forma, pero al pasar cerca lo sintió, era un olor de canela y vainilla, dulce pero a la vez exquisito, no lo dudo, estaba en celo y al parecer era el primera vez en su corta vida. Reborn se apiado del chico así que se bajo del árbol con un ágil movimiento, siguió su olor, vaya que tenía un olor encantador.

Cuando lo encontró, estaba ocultándose en un árbol. Vaya debía ser atleta.

—¿Qué haces en el árbol?—preguntó haciendo que él menor se asustara.

—A-Alejate.

—No.

—¿Quién eres?—preguntó nervioso él castaño.

—Soy tú tutor, nos vimos hoy en la mañana llámame Reborn—le respondió como si su olor no le incitara a besarlo.

—¿T-Tutor?

—Si, ahora baja, iremos con Hibari Kyoya a ver si tiene pastillas. Ven aquí—extendió sus brazos incitándole a brincar.

Tsuna miro al azabache de manera analítica no estaba seguro. Él mayor le brindó una enorme y bella sonrisa que le hizo rendirse y aceptar. Después de todo no parecía tener intenciones de hacerle algo malo.

Nuestro destino (En edición).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora