Capítulo 10

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Advertencia: lemon/lime

Feliciano corrió por el sucio camino, en la vía hasta el campo. La luz rayaba el cielo oscuro y los truenos resonaban ruidosamente, casi ensordecedores al hacer eco entre las montañas. En unos pocos segundos Feliciano se empapó por la lluvia, pero casi ni se dio cuenta. Todo lo que podía sentir era una dolorosa palpitación en su pecho, una desesperanzada desesperación amenazando aplastarlo, el ligero calor en sus mejillas antes de que sus lágrimas se tornaran frías con el viento helado. Pero no se detuvo. No podia. No podía ver cómo todo volvería a estar bien y solo quería correr, escapar muy lejos. Escapar a un lugar donde no existía ninguna Alemania ni Inglaterra ni Italia, donde no hubiera nadie a quién odiar y nadie contra quién pelear. Algún lugar donde los bandos no existieran y él pudiera echarse en los verdes campos con Ludwig, recogiendo flores y riendo y jugando fútbol y sentarse a la par contra un roble debajo de un dorado sol. Un lugar donde pudieran estar en otro lugar. Pero este era el mundo, y esta era la guerra, y Ludwig se había marchado. Se había ido, y Feliciano nunca tendría ese otro lugar y quería caer y gritar por el dolor que le causaba.

Feliciano pasó por el usual tanque quemado y se dio cuenta en una sacudida que había estado pensando cualquier otro lugar en el mundo entero en cual necesitaba estar en ese momento. Quería ese lugar, quería las memorias y la alegría y el dolor y todo lo demás, por completo, porque eso era todo lo que había dejado. Pero mientras más se acercaba al árbol se dio cuenta, entre la lluvia y sus lágrimas, con un apretado tirón en su pecho, que alguien estaba parado debajo. No se atrevió a pensar. No se atrevió a esperar. Feliciano no podía ver bien entre la oscuridad y la lluvia pero al enlentecer su paso hasta un vacilante caminar su cuerpo vibraba con un ardiente, violento, inevitable latido. Los truenos podría haber estallado a su alrededor y él no los hubiera notado. Porque nada más existía. Porque Ludwig estaba parado ahí, como si nada hubiera pasado, como si esta fuera otra hermosa tarde en la que se olvidarían del mundo y se encontrarían debajo del roble. Cuando todo finalmente se aclaró, cuando Feliciano pudo sentir el chispeante latido de su corazón clavado en su pecho, corrió. Lo mismo hizo Ludwig. Y no pararon hasta que se alcanzaron.

"Lo sient..." Pero Feliciano no acabó la oración porque Ludwig lo cogió de la cintura, lo acercó, y con un estremecedor agarre desesperadamente presionó sus labios contra los de Feliciano.

Y luego eso no importó más. Bandos, y países y lealtades, y todas esas cosas sin importancia. Lo que cualquier persona hubiera dicho, lo que cualquiera hubiera pensado. Nada de eso importaba. Todo estaba bien en ese instante. El corazón de Feliciano se disparó con regocijo, cada punzada de dolor y pesar se desvaneció por el momento. Porque Ludwig estaba con él , besándolo, sosteniéndolo como si él fuera lo único que existiera en todo el mundo.

Feliciano no sabía por cuánto tiempo permanecieron así, con los labios deslizándose sobre la piel húmeda por la lluvia, las manos agarrándose el uno al otro como si al soltarse fueran a caerse. Y él no sabía cómo respirar o moverse o pensar y no sabía si estaba llorando o riendo o ambos. Finalmente sus labios se separaron y Ludwig jadeó, poniendo su mano temblorosa sobre la mejilla de Feliciano. "Lo siento tanto. Lo siento, tanto, tanto, Feliciano..."

"¡Tú nunca fuiste una misión!" Feliciano lloró inmediatamente, desesperado porque Ludwig lo escuchara esta vez. "Nunca estuve trabajando en contra tuyo, la resistencia no tenía nada que ver..."

Ludwig asintió con la cabeza, casi riendo. "Oh por Dios, Feliciano, ¡Yo lo sé! Estaba sorprendido, y fui estúpido, cómo pude llegar a pensar eso."

"No importa." Feliciano jadeó, susurró, rio, gritó alegre. No podría decirlo.

"Yo no quise decir eso." Ludwig puso ambas manos sobre las mejillas de Feliciano. Sus ojos estaban tan oscuros como el cielo, sus mejillas húmedas por la lluvia. "Por favor perdómane por decir todo eso. Nunca te haría daño, o a tu familia. Nunca permitiré que nadie te haga daño."

Auf Wiedersehen, SweetheartKde žijí příběhy. Začni objevovat