Hasta que me detuve frente a un edificio. Lo miré bien y supe que ese era el edificio de _______. Me acerqué a la puerta y para mi buena suerte, estaba abierta. Me quedé un segundo quieto, esperando a que todo volviera a ser visible, ya que lo estaba viendo borroso. Reí por lo bajo y me acerqué al ascensor.

Entré y sin dudar marque el piso 6. Llegué al piso más rápido de lo que pensé. Me acerqué a la puerta y di tres golpes firmes y lentos. Necesitaba que me abriera, necesitaba verla, necesitaba abrazarla. Que ella me abrazara y que me contuviera. Tragué ante el pensamiento.

—Ya voy —escuché su dulce voz desde adentro. La puerta se abrió y ella me miró sin poder creerlo —Niall…

—Lo siento, no sabía a que otro lugar ir —dije y me tambaleé un poco. Ella se acercó a mí y tomó de la cintura. Su rostro quedó cerca del mío —Louis ha salido de casa y Harry esta en un caos familiar —disculpé con esas excusas mi presencia en su casa. Me ayudó a entrar y me hizo sentarme en el sillón.

—¡Menos mal que te dije que no hicieras tonterías! —me empezó a regañar. Mi cabeza daba muchas vueltas. Solo vi como se acercaba a la cocina —¿Por qué haces esto? ¿Qué necesidad tenías de tomar así? A kilómetros se te huele el alcohol —siguió hablando. Sonreí por lo bajo y vi como ella servia algo en una taza —¡Creo que ya estas un poquito grande como para estar emborrachándote por ahí y poniendo tu vida en peligro!

—Ya, ya no me retes —le pedí. Ella se acercó y se arrodillo frente a mí. Me quitó la capucha.

—¡Tienes los ojos rojos por el alcohol! ¿No te da vergüenza? Encima me lo prometiste, me prometiste que no ibas a hacer tonterías…

—Perdón, perdón —me disculpé.

Levantó su mano y secó mi rostro con la toalla que había traído. Luego me ayudó a quitarme el buzo, ya que estaba empapado.

Colocó la toalla alrededor de mis hombros. Giró y tomó la taza para dármela. Miré el líquido verde claro y la miré a ella.

—Es un té chino, quita la borrachera más rápido que el café y no provoca efectos de adicción, como el café —me dijo.

Volví a mirar el té y con duda lo acerqué a mi boca.

Apenas un sorbo de aquello tocó mi lengua lo alejé de mí.

—Esto es un asco —dije mientras dejaba que esa horrible cosa pasara por mi garganta.

—Lo siento querido, pero el que quiere celeste que le cueste —dijo y me hizo tomar de nuevo.

Juro que era lo más asqueroso que había probado en mi vida.

—No, no quiero más —alejé la taza de mí, pero ella volvió a acercarla.

—No, claro que no —llevó la taza a mi boca —Vas a tomarte todo, quieras o no.

Sonreí por lo bajo y tomé obedientemente.

—Estoy seguro de que así debe sonar mi madre —dije algo divertido. Sus ojos se clavaron en los míos, y acomodó un poco mi cabello.

—¿Sabes? La noche de la fiesta en la que nos encontramos, ¿recuerdas? —me dijo. Asentí con la cabeza mientras volvía a tomar un poco de té. Ya no sabía tan horrible —Estábamos jugando a las veinte preguntas… no lo terminamos. Me tocaba a mí…

—Fueron cinco, no veinte... bueno seis —le dije al recordarlo con claridad. Sonrió por lo bajo y luego soltó un leve suspiró mientras se arrodillaba mejor frente a mí.

—Bueno, entonces comenzaré —me dijo. Asentí —¿Por qué eres haces las cosas que haces?

—No lo se, es algo que… no lo se —le respondí.

Mi pequeña Obsesión (Niall Horan y _____)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora