Torpe y feo.

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Era alguien torpe, no es que fuera así siempre, simplemente le daba pena, no podía gesticular palabra alguna por que su pena era enorme, no podía caminar por que sus nervios lo hacían parecer un animal indefenso.
Pero no todo el tiempo fue así, la mayoría de las veces se comportaba de esa manera por su hermano mayor, vivir con un alpha hacía complicada su vida. Vamos que tú propio hermano te diga que eres una prostituta barata y que ningún Alfa te tomaría en serio, dolía, en serio le hacía sentir que él corazón se le hacía chiquito. Vaya suerte el tener que se un Omega. Miro por la ventana de su cuarto, vio a los alumnos pasar con sus uniformes escolares, respiro resignado para luego apartar su mirada de aquella ventana, y decidir bajar a desayunar. Tenía tiempo para bajar, comer y caminar con tranquilidad hacía la escuela, vaya rutina, sin olvidar a los tipos que lo golpeaban regresando a casa. En serio vaya rutina.
Pero el mundo y la rutina cambian al igual que el destino. Por que Tsuna pensaba que nunca encontraría a su pareja predestinada, no se casaría, no tendría hijos, que nunca sería feliz. Pero bueno que más da cambiar un poco el destino, es divertido hacerlo, ¿por qué no? Eso era lo que él pensaba, y vaya que no se equivocaba.

Dejo de pensar en su vida y bajo a desayunar, tenía el tiempo exacto para hacer toda su rutina diaria, a excepción de que hoy no esperaría a su hermano mayor, estaba harto de soportar sus humillaciones y peor aún estaba harto de escucharlo decir que sólo sería un juguete sexual para alguien, no necesitaba que se lo recordaran, a pasos lentos y pesados tomo rumbo al comedor. Miro el lumbral de la puerta y soltó un suspiro pesado, en su rostro tuvo lugar una sonrisa enorme, que era falsa, entro al comedor y saludo.

Miro a sus padres, los cuales le brindaron una enorme sonrisa, su hermano le dio una mirada de odio, vaya que su vida era difícil, pero nunca demostraría que se estaba derrumbando, necesitaba ser fuerte, necesitaba poder demostrar que no por ser un Omega sería alguien débil, no se dejaría pisotear pero tampoco pisoteara a alguien.

—Buenos días mamá, papá, hermano mayor—saludo feliz.

—Buenos días Tsu-Kun—le saludo su mamá con una gran sonrisa.

—Buenos días hijo—le dijo su padre, que por más raro que fuera estaría una temporada en casa.

—Buenos días juguete sexual—le saludo Tatsunari con una mueca burlona.

Aquello ocasiono que él menor agachara la mirada, pero rápido se recompuso y sonrió. Tomo una tostada le puso mermelada, tomo un vaso de leche y salió rumbo a la escuela.

—¿Tsu-Kun no vas a desayunar como siempre?—pregunto su madre preocupada.

—No mamá, ya es tarde—mintió para salir de casa.

Al salir pudo escuchar los reclamos de su madre, los regaños de su padre hacia Tatsunari, sólo escuchaba que su hermano decía que todo lo que le decía era cierto. Se deprimió, pero vamos era fuerte, no sufriría por algo como eso, siguió caminando, hasta llegar a su escuela, miro a Hibari Kyoya que revisaba que los alumnos llevaran el uniforme de forma correcta, lo miro, parecía que no estaba bien, era capaz de verlo, aunque nadie más era capaz de verlo, ya que todos pensaban que él azabache era un monstruo, él pelinegro sintió la mirada y miro hacía la persona que lo observaba.

—¿Qué sucede?—preguntó seco.

—Tome Hibari-san le hará sentir mejor—le extendió un bento, siempre llevaba dos por si acaso.

Él castaño se fue dejando a un muy aturdido pelinegro, que miro el almuerzo con una sonrisa, al parecer para él pequeño no era alguien que diera miedo, digamos que eso lo hacía sentirse bien, luego le daría las gracias a ese pequeño chico. Tal vez no fuera alguien de muchas palabras pero sabía agradecer los pequeños gestos que eran hechos con el corazón, después de todo su pareja era igual.

Entro a clases apenas la campana Sono, no era muy bueno en matemáticas pero sus calificaciones eran buenas en las demás materias, pero le decían Dame por lo torpe que llagaba a ser en algunas ocasiones. Su día fue de lo peor, todos le decían que era alguien torpe y feo. Vamos no es que no lo supiera, pero que te lo echen en cara todos los días le deja a uno una gran cicatriz. La herida era profunda cada día, y más que aquel chico que hoy lo estaba golpeando por que Kyoko una Omega de su salón quiso ser su amigo, era una alumna nueva y le pareció que él castaño era una buena persona, él sujeto que le propinaba golpe tras golpe en la boca del estomago, las costillas y la nariz era conocido como Kensuke Mochida, era su sempai en la escuela, vaya que los golpes le dolían como si se hubiera caído de un segundo piso.

—No te quiero cerca de mi chica, un torpe y feo Omega como tú no puede hablarle—le atino a darle un golpe en la cara.

Tsuna no alcanzó a quejarse, ya que sus fuerzas eran nulas, ya no aguantaba mucho más.
Estaba a punto de desmayarse cuando se dio cuenta que su agresor yacía inconsciente en el piso, miro a la persona que lo salvo y lo reconoció, era Hibari.

—¿Estas bien?—pregunto algo preocupado.

—Arigato Hibari-san—agradeció mientras se paraba con algo de dificultad.

—Te llevare a casa, después de todo creo que somos familia—le dijo con una gran sonrisa algo raro en él pelinegro.

Tsunayoshi lo vio con duda, de donde serían familia un dame como él y él prefecto más temido de Namimori.

—Salgo con tú primo, Dino Cavallone—le respondió a la muda respuesta.

—¿U-Usted es la pareja de la que tanto habla Dino?

—Si, Tsunayoshi si te duele sólo di lo y si te molestan hablame de ello, no puedo permitir que traten mal a mi familia.

Tsuna sonrió, vaya que su primo había conseguido a alguien muy bueno como pareja, sin duda Hibari Kyoya sería alguien muy especial para él de ahora en adelante.

Nuestro destino (En edición).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora