Capitulo 32

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Capitulo 32

Sophia

Si alguien me hubieran dicho que en un futuro estaría sentada entre el padre de mis hijos y mi amigo con derecho a roce.  Diría vete a la mierda.  Pero era verdad estaba en la oficina del ginecólogo dos días después que se apareciera el estúpido pelirrojo. 

— Buenos días, Danielle.  Vamos a ver como están tus pequeños — murmuro el doctor entrando a la habitación.

Stephan sonrió agarrandome la mano.  El rubio se suponía que se fuera, pero se negaba irse hasta que me hicieran está ecografía. 

— Sí, estoy deseoso por saber de mis hijos — soltó mi amigo haciéndome que abriera los ojos tan grandes que podían pasar por focos.

— ¿Perdón? — siseo Arnold con los brazos cruzados.  Desde que había entrado se recosto sobre la pared y no abrió la boca.

Estaba tan atractivo con su pelo peinado hacía atras y esa ropa fina que antes no lo veía usando, pero que lo hacía ver tan guapo.

Stephan lo miró con una sonrisa—. Estás perdonado.

Me di con mi mano en la frente.  Stephan a veces era un tonto cuando se lo propondría.  Arnold se despegó de la pared dispuesto a todo.

— Stephan basta por favor y tú no seas ridículo nadie te esta quitando tu lugar — dije apuntando a ambos y resoplaron—. Doctor podemos comenzar.

Alce mi camisa para que como siempre aplicará el gel y comenzara con la ecografía.

— Sus bebés están muy bien.  Recuerda mantenerte lejos de las sales y no comas muchas cosas dulces.

— Yo me encargo — dijeron Arnold y Stephan al unísono.  Ambos se miraron retandose con la mirada.

Dos idiotas.

— Ya falta muy poco, Danielle.  Esperemos que tengas un buen parto — comentó el ginecólogo con nerviosismo.  Al parecer el tener estos dos tontos mostrando sus virtudes de alfa, lo habían amedrentado un poco. 

El médico salio de la oficina saludando a ambos hombres y quedamos los tres sumidos en un silencio. 

— Stephan, déjanos a solas — pedí mirando a mi amigo que me observo seriamente.  Resoplo y salió de la habitación dejandonos a solas.

Me incorpore y tome uno de las servilletas que el médico dejaba para limpiar mi vientre, pero Arnold me lo arrebato.  Algo tenso se acerco a mí y con suavidad comenzó a limpiar los restos del gel que tenía sobre mi panza.  La extraña sensación que siempre había sentido cuando él me tocaba me atraveso dejándome sin aliento.

No vuelvas a lo mismo, Sophia.

— ¿Te estás acostando con él? — pregunto seco y lo miré.

Era increíble su descaro. ¿Cómo se atrevía a preguntarme?

Molesta me baje el vestido.  Prefería mil veces estar pegajosa a que él me siguiera tocando.

— ¿Tú estás acostandote con tu novia?
Arnold me penetró con sus ojos verdes.  Su mirada era indescifrable y de repente lo vi tensar la mandíbula.

— Sí.  Soy un hombre libre.

Solté una carcajada y le di una mirada burlona.

— Yo también soy una mujer libre y si me acuesto con Stephan, no es tu problema.  Es mi vida y tú no tienes cabida en ella — siseo levantandome de golpe de la camilla y por fin tocando el suelo.

Atrapado por una presumida - SNSRTE 3 Where stories live. Discover now