*Extra*

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"El resto, depende ella"

Quitarle la razón a Marta Andoni, es una completa tontería. Algo absurdo. Siempre ha estado en lo cierto, incluso cuando trataba de advertirme acerca de mi involucración personal con Anahí. Ella siempre lo supo. Mucho antes que yo. Y ahora... Ahora no sé, qué sigue. Me encuentro absolutamente perdida en esta historia. Paralizada, bloqueada, aterrorizada. Sólo sé, que durante todo el día, lo único que he deseado, ha sido terminar mi turno en La Cascada para ir a mi casa, pasear a White diez minutos y regresar al hospital, junto a ella. Es cierto que el trabajo me distrajo, hablar con Marta me desahoga, pensar por un momento en otras cosas, me da un poco de respiro. Pero la verdad, es que cada rincón de ese lugar, me recuerda a ella. Y estar allí, sin ella, es... Ni siquiera puedo explicarlo.

Cuando entro en la sala de espera del hospital, casi me quedo petrificada al ver a Oliver Valente sentado en una de las sillas, completamente solo. Sin rastro de sus guardaespaldas. Me extraña bastante, no sólo ese hecho, sino que esté aquí, cuando Anahí lleva en planta desde ayer, ya que la subieron desde urgencias justo después de hacerle las pruebas.

Mi cuerpo se tensa, como siempre que veo a ese hombre. Pero aun así, decido acercarme.

─Señor Valente. ─el mencionado asciende la mirada sorprendido, pero creo que mi expresión de confusión es aún mayor. ─¿Qué hace aquí?

─Bueno, mi hija está hospitalizada. No soy tan inhumano.

Alcé una ceja ante su comentario. De hecho, no me reí a carcajadas porque estamos en un hospital y además no tengo fuerza para hacerlo. Él debió notar que mi opinión era exactamente la contraria, porque bajó la mirada nuevamente.

─Me refiero aquí ─aclaré volviendo a captar su atención ─en la sala de espera de urgencias.

─Te estaba esperando.

Vaya, pues de todas las cosas que podía haberme respondido, está es la más inesperada.

─¿A mí?

─¿Quería saber cómo está?

─¿Y por qué no ha preguntado a los médicos, o ha ido a comprobarlo usted mismo?

─Los médicos dicen que está mejor. Recuperándose. Pero tú eres la única que puede decirme cómo se siente. ¿Y pasar a verla? No creo que sea lo más adecuado todavía.

─Es curioso. ─ironicé frunciendo el ceño ─Creo que interesarse por cómo se siente, ha sido exactamente lo más adecuado y necesario siempre.

─Nunca vas a dejar de atacarme, ¿verdad? ¿Siempre me vas a echar algo en cara?

Su expresión de desesperación e impotencia, me hizo bajar la guardia por un momento. Exhalé aire y decidí sentarme en la silla libre que había a su lado.

─Sí. ─confirmé con total tranquilidad ─Siempre que siga viniendo aquí a interesarse por ella, pero tenga miedo de enfrentarla. Decídase de una vez, señor Valente. O se preocupa por ella, o desaparezca de su vida para siempre. Pero no siga quedándose en el medio, porque estorba. ─concluí─ No puede mirarla sin sentir culpabilidad, por eso no es capaz de entrar a verla. Además, si no quiere que le diga lo que pienso, ¿por qué me espera?

Mirándome fijamente, sin decir absolutamente nada y aparentemente rendido, introdujo la mano por dentro de su abrigo y me entregó lo que sacó del bolsillo. Era una fotografía de una mujer muy hermosa y sorprendentemente parecida a Anahí. Obviamente, deduje que debía ser su madre. Pero no es exactamente igual que ella. Tenía el pelo más oscuro y los ojos de un celeste transparente. No eran del mismo color exacto de Anahí y tampoco la forma de los labios. De hecho, ahora que me detengo a analizar la fotografía, me doy cuenta de las similitudes físicas que Any tiene con este hombre que está sentado a mi lado. Es una especie de mezcla, entre estas dos personas.

La Luz De Tu MiradaWhere stories live. Discover now