Rebeka Lynch, era un fantasma para el resto de la galaxia, se empeñaba por hacer que eso siempre fuera así o eso era lo que creía porque iba de aquí allá causando problemas haciéndose notar. Tenía encima una profecía ya que su nombre había sido escr...
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Después de que dijera eso no empuje con todas mis fuerzas para que cayera al suelo y así tramposamente tomarle ventaja.
- ¡¿Que pasa Capi?! Una ancianita corre más.
Lo escuche como carcajeaba y seguí corriendo.
Mientras seguía corriendo y escabullendo entre las personas ajenas a mí, sonreí.
¿Alegre?
No sabía cómo describir esa sensación, era como si antes la hubiera sentido pero hace mucho tiempo y ahora estaba volviendo a experimentarla. Y no, no podría ser por Steve, a él hace poco lo conozco y llevo conviviendo con él poco tiempo. Si, lo he besado yo pero eso no le quita el hecho de que yo para él solo soy la hija de Loki.
Me detuve un momento volviendo a la realidad, si eso es lo que soy para él, la hija del peor ser que haya pisado la tierra, de un monstruo y tal vez, solo tal vez, también yo era eso, un monstruo.
Vil, egoísta, narcisista, trastornada y demente.
Moví la cabeza en busca de él, tenía que aclarar las cosas y volver a la realidad de siempre, en la que yo soy mi propia heroína, soy la Robin Hood de mi pueblo y del mundo que me necesita. No tengo dinero para tener grandes artilugios mecánicos pero si tengo la agilidad para quitárselo a los que no lo necesitan a los que les sobra, tengo que volver a la realidad en la que siempre he estado y dejar de fantasear con ser parte de ellos, una vengadora.
Si alguien me escuchara decir eso, nunca se lo creerían.
Y allí estaba, ayudando a levantar la bicicleta a una chica de cabello castaño... un momento, esto ya lo había visto. Si, en el aeropuerto cuando tuve la recaída.
Oh por Dios, no, ella es Nyah.
- Mucho gusto Nyah.
- Steve Rogers.
Sus manos se juntan en un gustoso apretón y es ahí cuando él la mira a los ojos porque ella también lo estaba haciendo, sus ojos se juntan y se sonríen mutuamente. A él le agrada ella.
Algo dentro de mí se desprende, la extraña sensación de que he dejado ir algo, algo que... no es mío después de todo.
¿Esto era lo que querías? ¿Qué te rompieran el corazón?
Eres una gran ilusa, Zahira.
Muy bien, vamos a tratar de calmar las cosas, ellos siguen hablando muy animadamente y Steve se olvidó por completo de mi existencia. Muy bien eso es genial, me encanta que las personas se olviden de mí.
Y sin poder evitarlo, ella sale. Siento como toma posesión de mi cuerpo, mis pensamiento y actos. La escucho carcajear con malicia en mi cabeza y sus palabras de victoria.
Tienes que aceptar que nunca será buena.
...
- Muy bien, bonita, es lo mejor que te he podido conseguir... –dijo el castaño mostrándome el equipamiento de asalto militar.
- Bien, eso recompensara todos los favores que te he hecho, cariño.
- No tan rápido bonita, sabes que me debes un... -dejo de hablar cuando una de mis balas impacto en su cráneo.
- Lo siento, ¿Qué decías, bonito? –pregunte frívolamente, acercándome al hombre en el suelo con un gran charco de sangre.
Pase encima de él y fui directo al almacén donde guardan todas las armas y municiones.
Corrí las rejas que resguardan el armamento y comencé a sacar lo necesario, unas cuantas armas ligeras, granadas de fragmentación, granadas conmocionadoras y todo lo iba metiendo en una gran mochila de negra. Tome otra mochila grande donde metí grandes cantidades de dinero que el hombre tenía.
Me puse el traje, el cual era bien ceñido a mi delgado cuerpo, agarre mi cinturón con dagas y lo puse alrededor de mis caderas, cogí una funda de arma para la una G18 y la abroche alrededor de mi muslo derecho, puse unas granadas conmocionadora en mi cinturón y fui por unas botas que había tenido en mente desde hace mucho rato. Tome mi pelo y lo peine en una moña alta, ahora si estoy lista para volver al ruedo.
Ve a hacer lo que mejor haces, destructora.
Por último agarre una pequeña maleta y salí con todo en mano, puse las cosas en la parte trasera de la camioneta del hombre y volví a la bodega donde esparcí gasolina, deje un mensaje y por ultimo prendí fuego.
Tome camino para salir de aquel lugar para lograr estar lo más lejos posible. Después de mucho tiempo conduciendo y escuchando las sirenas de los bomberos, me metí en una calle cerrada, prendí mi computadora y comencé a borrar mi rastro de todas las cámaras que me habían registrado. Cuanto amo hacer esto, ser un fantasma y que nadie sepa que soy yo, la hija de Loki.
Ya tenía un blanco, la antipática esposa de un gran socio de Atlas en Miami, tenía que descubrir que estaba planeando Atlas, no me gustaba que estuvieran tan callados después del ataque del helicóptero, si estaban planeando algo necesitaba saberlo.
Solo entrar y salir.
Agarre la mochila, revise que las armas tuvieran buena munición y metí unas a la pequeña mochila. Tome mi esfera informática y la puse en mi cinturón, tome municiones, dagas, silenciadores y por ultimo una cable de cobre por si hay que ahorcar a alguien. Me la colgué al hombro, no quedaba tan voluminosa y era liviana.
Y me teletransporte, dejando aquella camioneta con toda la protección del mundo, en el garaje de Tony.
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