CAPÍTULO 3: EL JUEGO EMPIEZA

Start from the beginning
                                    

—Creo que es una mala idea... —empezó a decir ella con desesperación, intentando retroceder inútilmente cuando estuvieron a menos de un metro de distancia de Jackson.

Él prácticamente la siguió empujando por todo el trayecto. Nunca dejándose llevar por las decisiones de Amy. Jackson se había visto muy de acuerdo en ayudarlo a destruir, es decir, ayudar a su nueva presa.

—Yo creo que es una perfecta idea —finalizó cuando estuvieron los tres reunidos.

Por un momento creyó que su amigo se enfadaría por haberle engañado con aquellos comentarios y que se iría de allí para no ayudarle ni un poco, pero solo tuvo que ver sus ojos brillar con malicia y fascinación sobre ella para que una sonrisa triunfal invadiera el rostro de Reece Wood.

—La pequeña Donovan, quién lo diría... —canturreó el castaño Jackson con burla hacia la muchacha que temblaba detrás suyo, siempre soltando su característico tono burlesco—. Reece me dijo que necesitabas ayuda para defenderte de  idiotas que te molestan —siguió diciendo entre risas contenidas de las que Reece Wood no pudo entender las razones—. Así que aquí me tienes, seré tu entrenador personal, pequeña —Extendió los brazos y él creyó oír un sollozo quedo a su lado—. Todo tuyo.

Reece había dejado de sonreír. Los miraba ceñudo, los brazos cruzados e intentando saber qué sucedía exactamente porque de pronto se sentía fuera de lugar, como si realmente estorbara al lado de aquella pareja que se miraban fijos. Con la cabeza ladeada, dio un rápido vistazo a la cobriza y no puedo evitar notar que no dejaba de mirar nerviosa a Jackson, como si de un momento a otro fuera a golpearle.

—No te hará daño, Amy. Él te ayudará a defenderte y yo... —sonrió Reece—. Yo haré lo demás. Haremos lo que tu hermano me pidió.

Era una lástima que Drake no haya especificado qué quería, ahora tendría que hacer de Amy lo que él quisiera, pensó Wood. Y la verdad era esta, se sentía curioso por saber lo mala que ella podría ser. Así que esa era su verdadera meta, convertirla en toda una zorra. Aunque por el momento parecía imposible.

—¿Qué te pidió? —cuestionó Jake entre fastidiado y curioso, observando tan fijamente a Amy que deseada de pronto querer voltearle rostro.

—Tú dedícate a hacer tu parte, eso es lo único que debes saber.

—Y mi paga, ¿qué me darás por desperdiciar las tardes con esta mocosa?

Y Reece podría ser orgulloso pero no veía la razón para fastidiarla de esa manera. Por lo menos Jake podría pretender indiferencia, no observarla como si de un bocadillo se tratase y, peor, hablarle con sorna.

—¿Sabes algo? —murmuró Reece enrabiado, tomando la mano de Amy y halando de ella para sacarla de ahí. No le parecía nada agradable la actitud qud estaba teniendo su amigo con Amy, se suponía que debía hacerla sentir más fuerte, no menos—. Olvídalo, yo me encargaré de hacerlo, no te necesitamos. Jake, gracias por nada.

Sabía que era muy bueno para ser verdad, que Jackson no podría aceptar tan fácilmente algo así. Mejor para Reece, así todo lo ganado sería para él. Así que, aun conociendo a Ross muy bien, tuvo el placer de regocijarse y sorprenderse a partes iguales cuando la mano de su amigo se posó e su hombro para detenerlo bruscamente.

—Mañana después de clases, te iré a buscar, Jamie Donovan.

Con una ceja alzada, lo vio intentando saber qué demonios cruzaba por la mente de Jackson, pensando en cómo alguien tan diferente, aunque en realidad fueran más parecidos de lo que creía, podía ser su mejor amigo. Alguien que podía sacarlo de sus cabales con excesiva facilidad y ponerlo en su lugar al mismo tiempo.

—¡Soy Amy! —Espetó ella con tanta fuerza que Jackson se detuvo a medio camino—. No Jamie, idiota, y no iré a ningún lado contigo.

Reece soltó un bufido exasperado, viéndolo todo perder cuando Jake giró y esbozó una sonrisa maquiavélica que lo congeló de pies a cabeza.

—Eres muy valiente con Reece. Quiero oírte decir lo mismo mañana, cuando solo estemos tú y yo entrenando.

Minutos y segundos transcurrieron hasta que el silencio era todo lo que había entre ellos cuando Jackson Ross se fue, dejándolos solos. Quería realmente preguntar por qué se trataban como si ya se conocieran de antes, o qué escondía ese par, pero conociendo a su amigo supo que debía ser otro de sus juegos. Mientras tanto, era su turno de jugar con la hermanita de Drake.

—Hora de irnos, Amy.

—¿Adónde?

Sus dedos cosquillearon entre los suaves y delgados de Amy mientras halaba de ella, conduciéndola por el camino con rapidez.

—A mi lugar feliz.

Su dulce debilidad ©Where stories live. Discover now