Capítulo 24

6.1K 330 19
                                    

No es más que una charla. O, al menos, eso es lo que me repito una y otra vez a medida que el momento se acerca. No sabía que tener una conversación con alguien podría llegar a ponerme tan nerviosa, pero pensar en Candice como tema principal de ésta me pone la piel de gallina de manera automática.

Caleb me espera en su cabaña. Y, a decir verdad, no sé si me siento aliviada por aclarar las cosas de una vez o sofocada por los nervios que tengo ahora mismo. Aunque, de todas formas, no hay tiempo para poner mis pensamientos en orden, ya que no hay mucha distancia entre mi dormitorio y el suyo.

Por lo menos, las palabras que Jade me ha dicho hace unos minutos me provocan una sonrisa. La chiflada me ha obligado a gritar con todas mis fuerzas si pasa algo raro con tal de que ella acuda a mi rescate. Sin embargo, también me ha asegurado que no va a ocurrir nada del otro mundo. Sus palabras textuales han sido: "Caleb podrá ser un idiota cuando quiere, pero es buen tío y le quiero. Confía en mí".

Tal vez eso debería tranquilizarme. Confío en los instintos de Jade; más bien, confío en ella, así que supongo que tendrá razón. Intento no pensar más en ello, precisamente porque ya he llegado. ¿Tendrá él los nervios tan presentes como yo?

—Evelyn. —Aparece detrás de la puerta con una sonrisa que me reconforta, y la verdad es que es lo único que consigue calmarme.

—Hola.

A continuación, se hace a un lado y me indica con la mano que entre en su habitación. No voy a mentir: no tenía demasiadas expectativas respecto al cuarto de Caleb... aunque no me decepciona para nada. La verdad es que parece un chico ordenado. Su cama está cubierta con una colcha blanca que parece recién planchada y todo parece en su sitio. Todo muy corriente.

Caleb se sienta encima de la cama y da dos palmaditas a su lado para que me acomode junto a él. Yo obedezco en silencio y el nudo en mi garganta vuelve a molestarme. Nunca había tenido tanto miedo de hablar, pero no he mencionado el tema de Candice desde hace días porque sé que eso conlleva hablar de lo que pasó con Ben... Y no creo estar lista para afrontarlo todavía.

—Dispara —espeto, intentando encarar también a mis demonios.

Caleb trata de sonreír ante mi comentario tan directo, pero sus ojos están clavados en el suelo y me da la impresión de que su expresión se torna nerviosa. Me pregunto si habrá pensado en algún momento qué decirme.

—Imagino que quieres hablar de Candice... —continúo—. Pregunta.

De repente, como si se le activara una especie de chip, levanta la cabeza y me escruta fijamente.

—¿Desde cuándo os conocéis? —Sutil forma de empezar. Probablemente no le importe lo más mínimo, pero quizás es muy violento preguntar directamente lo que le interesa.

—Desde que teníamos 5 años... —Pongo los ojos en blanco—. Caleb, no te molestes. Puedes preguntarme lo que quieras: para eso estoy aquí.

Él suspira y, finalmente, relaja los hombros. Noto su alivio y entiendo que le acabo de quitar un gran peso de encima.

—Lo único que quiero saber es qué es lo que tiene en tu contra. Quiero entenderlo... porque algo os ha tenido que pasar.

Supongo que ha dado justo en el clavo. Respiro hondo y cojo fuerzas de dónde puedo, mientras él no desvía la mirada de mí en ningún momento. Creo que ya es hora de soltarlo, y confío en que desahogarme me hará sentir mejor. Hace tiempo que debería haberlo sacado afuera, pero siempre ha habido algún motivo para frenarme.

Entonces, empiezo a relatar toda la historia de mi amistad con ella, concretamente, la parte que le interesa a Caleb. Le cuento con detalle todo lo que ocurrió desde que empezaron nuestras vacaciones en el campamento, porque sé que es exactamente el momento en que empezó el conflicto, pasando por todas y cada una de las perrerías que Candice me ha hecho desde que estoy aquí.

Campamento de Verano© (Verano #1) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora