Capítulo 2

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Los ojos negros la miraban con diversión, sus lágrimas se filtraron por las esquinas de sus ojos y trago el nudo en la garganta.


-Dijiste que no me arías nada-espetó con furia y frustración, sus palabras rasposas debido al miedo obstruyendo su garganta


El pelinegro rió, saboreando las emociones de la mujer aterrada en frente de él, disfrutando jugar con ella un poco más.


-Mi querida niña-nego con diversión-. Es que no sabes que en alguien como nosotros no se confía?-pregunto, una sonrisa de lado cruzando sus rasgos helados


Un sollozo escapo de los labios rosas, cerro los ojos y nego aterrada.


-Tú dijiste que si salva a aquel hombre que llevaste al hospital y destruía todo rastro de evidencia me dejarías vivir-susurro


El chasqueo la lengua-La cosa es-camino hasta posicionarse enfrente de la mujer y un nuevo sollozo salió de la ojiverde al sentir el frio metal contra su templo-. Que sabes demaciado


Ella cerro los ojos y acepto que esto ocurriría, iba a morir y no había nada que podría salvarla. Escucho el seguro ser quitado y nuevas lágrimas descendieron por sus mejillas.


Naruto observaba con atención la escena delante de sus ojos, sus brazos permanecían cruzados y sus rasgos se endurecieron cuando el hombre puso sus ojos en él.


-Por qué no lo haces tu?-pregunto el hombre-. Despues de todo, eres mi mejor asesino


Se encogió de hombros y tomo el arma ofrecida, se posicionó delante de la joven y sus ojos azules la miraron con aburrimiento.


-Hazlo!-grito con emoción el pelinegro


La ola de adrenalina se hizo cargo y en un parpadeo saco su propia arma disparando a los guardaespaldas de su jefe, cayeron al suelo con un ruido sordo desangrandose de un agujero en la cabeza y aprovecho para lanzar un disparo más al pelinegro hiriendolo en el pecho.


-Pero que demonios!


Tomo a la mujer del brazo de un fuerte impulso, salio sin mirar corriendo por el revuelo que se había armado.


-Maldita sea que alguien los detenga!!-grito con furia, rabiando


Las balas comenzaron a volar, aterrizando una justo en su hombro justo cuando estaba a punto de salir del bar. Apreto los dientas y se obligo a correr más recio arrastrando a la mujer con él.


Vio su auto estacionado y sintió como le pisaban los talones, solto un gruñido al buscar sus llaves con el brazo malo, mordiendose la lengua mientras sentía la sangre empapar la chaqueta negra que llevaba.

Te odio tanto vida míaWhere stories live. Discover now