8-You keep on tempting me to go on whatever the cost

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  Advertencia: Este capitulo y el siguiente contienen Lime y lemon; si no se sienten comodxs leyendo, lean el primer parrafo y los ultimos 4 que son los que mas importan. 


Definitivamente estoy muerto. No debo haber sobrevivido a la emboscada de los aurores; el hechizo que me rozo, me mato. Estoy muerto. Estoy en el limbo. Estoy muerto. Porque no hay manera de explicar lo que esta pasando. No hay modo de excusar el hecho de que Granger me esta besando y yo la estoy besando, no hay explicación coherente para mi mano que acaricia la cálida piel de su cintura. Porque he de estar muerto ya que sus labios son un bálsamo. Y me aferro a ella, con la misma desesperación con la que ella me agarra el cabello de la nuca.

No dejo de besarla aunque sé que debo respirar; quizás cuando el oxigeno entre en mi cuerpo mi cerebro se oxigene y la razón se haga presente. Esto es una locura. Esto no puede ser real. Mas el tacto de su piel lo es, la cálidez de su boca lo es; y por Merlín la dureza en mis pantalones también lo es.

Pero como seres humanos, el aire es la razón principal para vivir. Y corto el beso unos instantes para tomar aire; abro mis ojos, y veo que tiene las mejillas sonrojadas y la respiración entrecortada. Sus ojos están cerrados, y me atrevo desde mi posición a admirara, su nariz y las pecas traviesas que la cubren. Su cabello enmarañado, sus cejas delgadas; sus labios hinchados y llenos por el largo beso, estan entreabieros, invitadores, seductores. Ella no es como las otras a las que bese. Ella es diferente. Muy diferente. Y temo perder el control, no puedo permitir que esto de a más.

-No pares, hurón- y mi control se va al caño. Mi caballerosidad es suplantada por un instinto antiguo como la Tierra. La levanto de la cintura, ella enreda sus piernas al rededor de la mía, nuestros cuerpos no albergan aire entre ellos. La ropa es la única barrera que nos impide ser uno.

La sostengo de las nalgas, mientras bajo la cabeza buscando sus labios nuevamente, sin darle tiempo a arrepentirse, sin darle escapatoria. Comienzo a subir las escaleras a ciegas; mas en la puerta de mi habitación ella susurra un no dentro de mi boca. Me giro y avanzo hasta su puerta, de una patada la abro; y sin encender luces ni dejar de besar su boca la llevo hasta su cama. La delicadeza es lo primero, y la recuesto suavemente, desenredandola de mi cuerpo, pero sin dejar de besarla. Ella se estira sobre la cama, y abre las piernas; dándome espacio a acomodarme entre ellas. Suelto su boca, y hundo mi cara en la curva de su hombro; absorbiendo su olor a vainilla y miel. Impregnándome de su olor mientras ella trata de sacarme el uniforme; me deshago de mi túnica por la cabeza mientras ella afloja mi corbata, y poco a poco, sin despegar sus ojos de los mios; va desabotonando mi camisa.

Ya sin la parte superior de mi uniforme, tiro de su mano para sentarla, y lentamente, con la paciencia de un monje desabrocho su uniforme, hasta dejarla con la corbata aun anudada; y la camisa abierta. Revelando así su sujetador. Enarco una ceja mirándola; ¿Quien hubiera pensado que Granger usaría ropa interior roja? Su sonrojo compite contra con la prenda que la cubre; y por alguna morbosa razón. Su sonrojo me pone mas duro que su sujetador. Arraso con su boca, y con mis manos arrastro la tela blanca por sus hombros y a través de sus brazos; hasta que se arremolinan en sus manos. La recuesto nuevamente, y despegando mis labios de los de ella, recorro su mejilla, su mandíbula, su cuello con pequeños besos. Esquivo el lazo de su corbata; y beso la curva de su hombro derecho, arrastrando con mis dientes el bretel de su sujetador. Mientras mis manos recorren sus costados hasta perderse en su espalda y llegar al broche de su sujetador; lo solté con mis dedos expertos. Subi mis manos por sus brazos y libere sus pechos de la prenda. Pequeños, perfectos; de puntas rosadas y algunas pecas. Los cubri con mis manos, mientras besaba sus clavículas. Pequeños jadeos escapaban de sus labios, casi como maullidos; enloqueciéndome, llevándome al limite. Agarre entre mis pulgares y dedos índice sus pezones, excitándola; besando cada centimetro de piel hasta su pecho izquierdo. La siento estremecerse cuando soplo sobre el endurecido botón; prolongo su expectación, doy pequeños besos y lambetazos al rededor de su aureola; sus labios estan entreabiertos, dejando escapar leves jadeos. Envuelvo su pezón con mis labios, apretándolo y tirando suavemente; su jadeo es mas fuerte; el bulto en mis pantalones palpita. Sus ojos están nublados de placer; jamas lo hubiera pensado, y es probable de que si alguien me hubiera dicho que estaria en esta situación me hubiera reido hasta la muerte.

Suelto su pezón, y la siento a horcajadas sobre mi, la dureza golpea contra su pelvis, sus ojos tienen un brillo rojizo. Se sienta sobre mi, como una diosa amazónica; y con una mano me empuja, hasta que quedo recostado con ella sobre mi cadera. Besa mis labios, con una ternura y desesperación, casi igual a la mía; con mis manos acuno sus pechos; se despega de mis labios, relamiéndolos con la punta de su lengua. Sus manos acarician mis hombros, separa los dedos, y con los índice comienza a recorrer las pequeñas marcas de mi pecho, un estremecimiento me recorre. La suavidad de su tacto es perfecta, es curadora; como un bálsamo sobre mi piel magullada. Se encorva y besa las cicatrices que sus dedos abandonan, mientras ellos bajan recorriendo mi abdomen; debo frenarla, recuperar el control y marcar yo mismo el ritmo. Bajo mis manos hacia su falda; abriendo el cierre en el costado, y deslizandola con mis manos por la curva de su trasero. Ella se apoya sobre sus brazos y estira las piernas para deshacerse de la prenda.

Solo sus bragas y mis pantalones nos separan; pero rapidamente sus dedos comienzan a desabotonar el boton de mi pantalon, y deslizar el cierre de la bragueta hacia abajo. La vuelvo a colocar con la espalda sobre el colchón; elevándome para quitarme el pantalón; solo nuestra ropa interior nos separa. Dos delgadas barreras de tela, me coloco entre sus piernas otra vez; bajando mi cabeza para capturar un rosado pezón. Al tiempo que mis manos, recorren el borde de su braga. La parte central esta húmeda, cálida, expectante como ella. Deslizo un dedo por el elástico del costado, acariciando su zona intima. El calor que emana, me caldea; como si hubiera pasado un día a la intemperie; cuelo mi dedo entre sus pliegues; rosando, tentando; sus manos me abrazan por la espalda, clavando sus uñas, las cuales probablemente dejaran su huella. Encuentro su zona mas sensible; y la estimulo con mi dedo. Arriba, abajo, en círculos; ella aprieta los muslos, y jadea en mi oído. Su humedad toca la punta de mi dedo y siento como si mil estrellas estallaran tras mis ojos. Un gruñido de placer quiebra mi garganta seguido de un gemido de ella. Mi dedo es abrazado por su cavidad; los músculos se estrechan contra el; lo aprietan. Su calor traspasa mi mano, y me quema hasta el codo.

Pero no es simplemente su calor, algo quema mi brazo izquierdo. Me esta llamando. Me esta invocando. Debo acudir. Me levanto y me alejo de ella. Trato de aferrar mi brazo izquierdo con el otro; el calor del llamado me cala hasta los huesos. Ella se ha incorporado, y me mira con sus ojos aun nublados por el deseo; la duda palpita en ellos. Quiero explicarle, quiero gritar. El dolor es insoportable; quien sabe cuanto tiempo había estado llamándome que no me di cuenta. Un brillo de comprensión nace en su mirada; la veo acercarse a mi. Y yo me replego contra la puerta, evitando su contacto.

No puedo permitir que ella se queme, que me toque y arda. Debo acudir a su llamado; las oleadas de dolor me doblan por la mitad, no puedo soltar mi brazo, y es que la marca esta roja como si fuera recien hecha. Ella esta a unos pasos de mi; estirando su mano para tomar mi brazo. Murmura algo, no logro entenderlo pues el dolor me tiene sordo de la locura. Mas en un segundo todo pasa; y puedo tomar aire y relajar mis musculos. Ella esta parada enfrente de mi, vestida simplemente con sus bragas; estirando sus manos hacia mi.

Quizás esto mañana tenga repercusiones negativas; quizás es un riesgo innecesario de correr en este momento. Quizás deba vestirme y acudir al llamado. Quizás mañana me arrepienta de arriesgar todo por una noche; tal vez, tal vez solo una vez deba hacer algo que yo quiera.

Tomo sus manos entre las mias, beso sus nudillos. Ella es mi bálsamo en esta guerra. Ella es por quien hoy me arriesgo. Ella quizás sea mi rival, quizás no sea pura, quizás atente contra mi crianza. Pero ella me da paz. Ella me inunda una calidez que jamas sentí. Ella acalla los demonios. Por esta noche me arriesgare a cualquier costo; ella me tienta, ella me seduce. Que mañana me castiguen, que el infierno se abra bajo mis pies. Que mi madre me perdone, pero por esta noche me dejare tentar. 

Disarm meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora