1

1.2K 109 36
                                    

— ¿Ya llegó? —pregunta Aylin como por onceava vez.

— Joder...—susurro—¡Que no!—le gritó mientras sigo con la cabeza en alto para buscar a mi mamá por el aeropuerto.

— Tienes suerte de ser una torre enorme y poder ver todo, yo soy un hobbit y me quedo viendo culos.—reclama.

— Claro, el hobbit descansa sentado en el suelo mientras la torre busca a su madre, ¿dónde está eso de: "Bilbo Bolsón a su servicio"?—reclamo agachando la cabeza para mirarla.

— No soy Bilbo, por eso... ¡Ahí está tu hermana!—grita apuntando con el dedo a donde se supone que se encuentra mi hermana. Rápidamente dirijo mi mirada hacia allí y me la encuentro con que está arrastrando a mi mamá dentro del aeropuerto agitando la cabeza hacia todas partes buscándome.

Que tierna que es.

Levanto mis brazos y los agito para que así me puedan ver. Cuando lo hacen, la pequeña demonio suelta la mano de mi mamá y corre como una liebre hacia mí. Me agacho para poder recibirla con un fuerte abrazo y luego levantarla.

— Uy, estás más pesadas.—le digo mientras la sostengo en mis brazos.

— Te extrañe.—dice mientras me abraza fuerte el cuello.

— Yo también, chica.—llevo una mano hasta su cabello y lo acaricio.

La separo de mí y la dejo en el suelo para correr hacia Aylin y abrazarla, a la vez que llega mi mamá y extiende sus brazos. Sin pensarlo ni un segundo, me tiro sobre ella.

Emociones brotan dentro de mí. Felicidad, emoción, un poco de tristeza... Me hacía falta ella, sobre todo cuando termine con... Ya saben quién.

— Mi niña...—me aprieta contra ella—. No sabes lo feliz que me hace el que estás aquí.—se aparta un poco para mirarme. Coloca una mano en mi mejilla y la acaricia.

Mis ojos se cristalizan un poco.

— Y tú no sabes lo feliz que me hace tenerte aquí.— le sonrío.

Se coloca de puntillas–mientras que yo me agacho un poco–para poder darme un beso en la frente. Me acaricia por última vez la mejilla para luego dirigirse a Aylin y saludarla.

Siento como alguien me tira la chaqueta larga que llevo puesta, resultando ser mi hermana con el propósito de decirme algo. Me agacho hasta estar a su altura y ella se acerca a mi oído y me dice:

— El padrino y Rubén tiene una sorpresa para ti en la casa, pero sh... Es sorpresa.—se separa con una sonrisa en los labios.

Sin resistirlo, me río. ¡Cómo amo a esta niña!

— Ok, prometo no decir nada.—levanto mi dedo meñique. Ella levanta el suyo y lo engancha con el mío, luego unimos el pulgar para sellar la promesa.

Luego de un viaje en auto hasta la casa de mis padres, en el cual fuimos cantando las canciones infantiles que le gustan a mi hermana, llegamos y nos encontramos con la gran sorpresa de la que hablaba mi hermana. El padrino y Rubén se encuentran tomando, cada uno, un extremo de un lienzo que dice: ¡Bienvenidas!

Una gran sonrisa se me formó en la cara, pero luego se difunda un poco al ver de reojo a Aylin tensándose.

Sí, ella aún no lo supera, pero párese ser que él sí. No me ha dicho nada sobre sus sentimientos, pero se le ve bien y como si no le importara mucho.

Hermanos Doblas | Vegetta y tu | 2da temporada Historia Original Donde viven las historias. Descúbrelo ahora