Capítulo 15 - Compañeros

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-          No, apenas llegue hace unas horas.

-          Bueno, hoy en la noche lo sabrás, el proceso para saber tu poder es un poco cansado y prefieren hacerlo antes de dormir para que puedas conocer el credo.

-          Al parecer tienen muy bien organizado todo.

-          Teniendo en cuenta que el credo opera desde hace muchos años, creo que han aprendido a tener todo bajo control.

Una organización con tal experiencia y poder… me es difícil creer que se han podido mantener en secreto durante tanto tiempo. Y aun no sé nada de su forma de operar, ni de sus métodos para cumplir su objetivo… aunque solo me lo han mencionado muy vagamente. Creo que es mejor que empiece a investigar sobre el tema… aunque pienso que es mejor esperar a que me digan cuál es mi habilidad.

Finrod fue a la cocina para ordenar su comida, me dejó solo en la mesa con mis pensamientos. Por fin tenía un momento para reflexionar un momento… ¿por qué estoy haciendo esto? No creo que sea solamente mi curiosidad, existe algo más pero no logro saber lo que es, con cada cosa que descubro de esta vida, me doy cuenta que puedo correr un riesgo real, además desconozco mucha información que puede ser de importancia, pero aun así… aquí estoy, sentando con una gran sensación de emoción. Algo raro me está pasando.

Por un extraño motivo a mi cabeza llegaron recuerdos sobre mi familia, mis pocos amigos, de mi vida… de cómo siempre me he quejado sobre lo aburrido que es vivir, siempre criticando a los demás, nunca tomando la iniciativa para hacer algo nuevo, ¿por qué lo estoy haciendo ahora?

Mi charla conmigo mismo fue interrumpida por tres personas que tomaron asiento en la mesa. Finrod tomó asiento y me presento con lo demás.

-          Galdor, ellos son Fëanáro Elanessë, Merenwen Tinúviel y Nindë Lossëhelin.

Todos ellos comenzaron a hablar, charlar y reír, yo solo me dispuse a escuchar. La cercanía que tenían era algo único, como si fueran hermanos o incluso algo más íntimo. Fëanáro era alto, de cabello lacio un poco largo, con facciones muy afiladas, delgado pero que demostraba una gran fuerza física, su vestimenta constaba de una armadura muy ligera y una especia de arnés de seguridad a la altura de su pecho. Merenwen era una chica que no sabía dejar de hablar, su risa podía escucharse en toda la cafetería… sino es que en todo el credo. Su cabello largo y ondulado cubría uno de sus ojos pero nunca su sonrisa. Nindë por lo contrario, tenía el cabello corto, sus ojos portaban unas enormes ojeras, como si nunca hubiera dormido en su vida, los dedos de sus manos eran largos y muy estilizados, parecían las manos de una pianista, siempre se tomaba su tiempo antes de responder, elegía cuidadosamente sus palabras. Noté que Finrod era el chico positivo del grupo, siempre con un gran ánimo y energía, aunque no con una gran capacidad intelectual, siempre pedía una explicación sobre cualquier tema de conocimiento general.

De momento la atención se centró en mí. Las preguntas eran las estándar; mi nombre, edad, profesión… esas molestas preguntas que no tienen relevancia pero al parecer es un protocola social que se debe acatar. Fëanáro me miró detenidamente:

-          ¿No te había visto antes?

-          Realmente no lo creo.

-          ¡Si claro! Tú eres quien mi dragón trató de chamuscar.

Así que él es el dueño de mi más posible causa de muerte.

-          No te lo tomes como algo personal, los dragones son un poco temperamentales, debió ver en tu algo que le molestó.

-          Pero si nunca he convivido con él.

-          Ellos tienen la capacidad de saber las habilidades de un humano, quizás tú puedas hacer algo que a él le moleste.

Genial, ahora voy a ser odiado por todos los dragones que habitan en el credo. Como si no tuviera ya suficientes problemas. El ritual de la comida se tornó como cualquier otro, hablando de temas triviales y sin importancia. Cada uno se despidió de mí haciéndome saber que quieren verme de nuevo. El último en irse fue Finrod.

-          No seas tan callado, todos aquí tenemos algo en común. Y si necesitas algo, cualquier cosa, sabes que siempre puedes contar conmigo Galdor.

Aun no me acostumbro a que me llamen por ese nombre. Pareciera que le hablan a otra persona, que mi pasado no es importante, que puedo ser una nueva persona, crear mi propia historia. No lo sé, iniciar desde cero suena como una tarea agotadora… pero puede valer la pena intentarlo.

Sin darme cuenta la luna iluminaba los pasillos del credo, el ambiente era muy tranquilo y la vista era única. Las paredes de cristal reflejaban los pocos rayos de la luna, alumbrando cada rincón su tenue resplandor. El lugar parecía ser frio, pero era solo una ilusión, una brisa muy cálida atravesaba desde la cafetería hasta la planta baja, acobijando a todos para que ocupen sus habitaciones. Acepté la sublime propuesta. Al llegar a mi cuarto, Lúthien se encontraba sentada en el borde de la cama… Mi mente generó un escenario bastante peculiar… escenario que no pienso compartir con nadie.

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora