Kageyama cogió al vuelo la bolsa que Daichi le lanzó y sin pensarlo mucho se comenzó a poner aquel extraño mono de camuflaje. Ya sí que no tenía ni idea de qué clase de prueba les tocaría hacer ese día, la ropa le había sorprendido más de lo que cabría esperarse. Cuando por fin terminó de abrocharse el mono echó un vistazo a Oikawa. Todavía lo tenía por la cintura y ni siquiera podía abrocharse los botones de la bragueta. Sus miradas se encontraron y Oikawa simplemente le regaló una de esas sonrisas que mostraba a todo el mundo. En otro tiempo sin duda se hubiera acercado a él y le hubiera obligado a abrochárselo, amenazándole en un susurro con que si no lo hacía les diría a todos por qué tenía la mano de aquella manera; No pudo evitar tragar saliva al pensar que quizás había cambiado, que quizás ya no era ese rey tan autoritario al que estaba acostumbrado. Las cucarachas mueren siendo cucarachas. Se obligó a pensar pero cada vez estaba más confuso y necesitaba refrescarse.

     El agua del baño estaba fría, quizás incluso más de lo que necesitaba, pero le estaba sentando bien. Había logrado apartar, aunque fuera por unos instantes, el hiriente recuerdo de Oikawa, sus manos, su voz, su rostro... En ese momento todo él le lastimaba. Cuando estaban saliendo, frente a los demás Oikawa se comportaba de la misma manera de siempre: Como un completo imbécil. Pero cuando la oscuridad se cernía sobre sus cuerpos y nadie miraba, le mostraba su lado más amable, su cara menos conocida, su faceta más dulce... Se secó la cara con una de las toallas limpias del baño y una descarga le recorrió al mirar de nuevo el espejo; No estaba solo.

"¿Qué quieres, Oikawa?" Preguntó, esperando que su voz sonase tan distante y lejana como deseaba.

"Te quiero a ti." Contestó y se le heló la sangre; A ambos se les heló. "Necesito hablar contigo."

"Yo no tengo nada que hablar."

"Kags, por favor." Su voz se rompió suplicante con aquellas palabras.

     Oikawa sonrió pero sus ojos no lo hicieron. Se estaba destrozando; Estar cerca de él era como tratar de apretar entre sus manos un montón de cristales rotos. Pero lo peor de todo no era ese desgarrador dolor, lo peor sin duda era el sentimiento de querer seguir siendo herido por él.

     El silencio de Kageyama parecía decirle que le dejaba un par de minutos, pero sólo porque se lo debía. Oikawa respiró hondo y se preparó para hablar. "No sé por dónde empezar así que empezaré por el final. El día que me escuchaste hablar con Maya dije muchas cosas de las que me arrepiento... dije que entre nosotros solo había y habría odio, que jamás podría sentir algo por ti que no fuera indiferencia, que jamás estaría con alguien como tú... A estas alturas, después de todo lo que la he cagado, no creo que vayas a confiar en mí, pero te pido que lo hagas solo por esta vez: No pensaba nada de lo que dije, absolutamente nada. Tenía miedo, miedo de ser gay y cuando Maya me dijo que creía habernos visto besándonos no pude manejar la situación. Pero la realidad, Tobio-chan, es que no he querido a nadie como te quise y te quiero a ti." Una adolorida sonrisa se dibujó en sus labios. Estaba sufriendo, se estaba abriendo en canal delante de él, dándole la oportunidad de acabar con su malherido cuerpo ahí mismo y en el fondo lo deseaba, quería sentir sus palabras desgarrarle la piel y que le hiciera todo el daño que creía merecerse. "Cuando estuvimos juntos cometí muchos errores y sé que ahora mismo me estás odiando, pero te aseguro que yo me odio mucho más por lo que te hice. El día que lo dejamos hablaste de un beso, Kags, estando contigo no besé a nadie más porque no podía pensar en nadie que no fueses tú. Fui un novio de mierda porque soy una persona de mierda pero no te fui infiel y eso te lo voy a demostrar. Eso es todo lo que quería decirte, eso y que te quiero, ayer, hoy y mañana."

     Kageyama no podía hablar, no sabía que decir, volver a revivir el pasado le estaba doliendo mucho más de lo que se esperaba. Aunque trataba de esconderlo sus hombros temblaban ligeramente por culpa de la adrenalina que corría por sus venas. Su relación se rompió en las vacaciones que precedían a su entrada en la preparatoria, Kageyama puso tierra de por medio e incluso se cambió de número de teléfono; habían pasado seis meses y desde aquel día no habían vuelto a hablar de lo sucedido.

Quiéreme. (Kuroken)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن