Castigo.

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Desperté acalorada por el sueño que había tenido.
Hubiese deseado que continuara pero no fue así.
Me vestí con mi uniforme, tomé mis libros y me marché a mis clases.

Luego de terminarlas, decidimos ir a la cabaña de Hagrid. En el camino, Harry parecía querer decir algo pero no lo hacía así que lo hice yo.
- Pasa algo, Harry? Estas muy extraño, somos tus amigos, puedes confiar.
- Has estado muy ausente estos dias...-dijo Harry pensativo mientras Ron me miraba y asentía con la cabeza.
- Es solo que he estado muy atareada con el comienzo de las clases y Snape me ha castigado y debo ir luego a saber de que se trata.- me limité a decir.

Cuando llegamos la cabaña de Hagrid nos recibió cariñosamente, nos ofreció té y unas galletas duras y sin sabor que el mismo había preparado.

Estaba sumida en mis pensamientos y con un trozo de galleta en la boca cuando Ron me sacudió el hombro.

- ¿Cuando debes ir a cumplir el castigo del profesor Snape? - preguntó mientras tomaba un sorbo de su té.
- ¿Que hora es? - pregunté.
- Exactamente las 19:52 - Respondio Hagrid.

Mierda, 8 minutos para llegar al castillo e ir al despacho del profesor Snape.
Me despedí con un movimiento de manos y apenas salí de la cabaña me heché a correr.
En la puerta del castillo se encontraban algunos alumnos de Hufflepuff conversando sobre lo aburridas que les parecían las clases a principios de año.

Trotando por los pasillos me topé con Luna y sus lentes extravagantes, que como si me hubiese leído la mente me dijo que me quedaban 2 minutos.

Al llegar al despacho del profesor Snape vi un pequeño reloj de pared en la puerta que indicaba las 19:59.
Acomode mis cabellos y ropas y cuando la aguja se movió, golpee suavemente la puerta de madera y esta se abrió al instante como si Snape estuviera del otro lado aguardando mi llegada.

- Puntual, señorita Granger. La felicito.
- Oh que considerado.- dijé sarcástica y el me miro con mala cara.
- Sin rodeos, debe ordenar cada frasco por orden alfabético en las bibliotecas, los frascos estan en esos cajones- dijo señalando a su derecha- en las etiquetas dice el nombre de la sustancia que contiene. Son siete estanterías, una por día. Cuando termine, se retira.- dijo complacido como si para mi fuese una tortura estar a solas con él.- adelante, comience.

Cuando iba por el frasco 27, con la letra A, se me resbaló de las manos y cayó al piso transformándose en mil pedazos de vidrio y un delicioso aroma a pergamino, dentífrico de hierba buena y pasto recién cortado.

¿Amortentia? ¿Para que querría Snape amortentia?

Cuando levanté la vista asustada por la reaccion que podría tener ver tal desastre, el me miraba hechando humo por las orejas.

- ¡Insolente!- gritó y pegué un saltito, el cuerpo me temblaba.- me sorprende que la sabelotodo esté tan descuidada con lo que hace, ¿¡en que demonios piensa!?, usted termina siendo igual o peor que su asqueroso amigo Potter.- lanzó entre dientes con la mandibula apretada.- hija de padres muggles, por supuesto...-murmuró.

Sentía que las lagrimas iban a salir de mis ojos, no podia dejar que me viera así.
Cuando mi cuerpo reaccionó, corrí hacia la puerta ya con lagrimas en el rostro, pero el llegó y me detuvo agarrando mi mano cuando ya la tenía en el pestillo, lista para girarlo y salir de alli lo mas rapido posible.

El príncipe mestizo y la sangre sucia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora