III

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La familia en sí no se separó de Dimitri, sino que él poco a poco se fue alejando, sobre todo cuando conoció a Laureen, quien ahora vendría a ser su ex-esposa. Dimitri con los años dejó de reunirse con nosotros, así que yo no fui el único que tuvo poco contacto con él; en eso se incluye a mi hermano Max, aunque con mi hermana Natalí sí estuvo un poco más cerca porque tenían la misma edad, aunque tampoco era demasiado lo que hablaban, el tiempo y el vivir lejos no ayudó a la situación.

Laureen jamás pudo llevarse bien con la familia de Dimitri, según tengo entendido, y por eso fue que surgieron las distancias. Y —según había oído en algunas reuniones—, las cosas con ella estuvieron mal mucho tiempo, hasta que finalmente se habían divorciado en diciembre del año pasado. Yo no pude evitar pensar que la depresión de Dimitri fue el causante de los problemas de matrimonio, que llevaron a la ruptura, y finalmente a lo que estábamos viviendo ahora, pero los demás parecen tener una opinión distinta a la mía.

Quiero suponer que hacían como nosotros, que a pesar de las distancias y circunstancias, manteníamos el contacto por teléfono, aunque sea, para mantenernos unidos. Pero, quién sabe... cada familia es un mundo.

Morgan siempre me dijo admirar mucho a mi familia, por cómo se mantenía unida a pesar de los años y discusiones, y yo comprendo esa admiración, pues él no tiene a nadie: su padre falleció el día de su nacimiento, así que no lo conoció nunca, y su madre —o esa mujer que dice llamarse así— siempre le echó la culpa de su muerte, pues éste tuvo un accidente de tráfico por intentar llegar rápido al hospital para verle al nacer. Así que Morgan se crió con una mujer que le adoptó, pero cuando falleció se quedó prácticamente solo —o eso me dijo—, alejado de lo que sería su familia de sangre, incluso de su otro hermano, y la adoptiva; así que sólo tenía a sus amigos. 

Incluso Víctor, que viene de una familia tan grande como la mía, me decía que eso de las reuniones familiares tan amenas que teníamos siempre —que él había presenciado numerosas veces— era algo que se venía perdiendo en todos lados. Por eso en ese momento no se me cruzaba por la cabeza cómo podía la gente dejarse cegar tanto por el egoísmo, el odio o rencor por alguna disputa o falta de convenio en algo. La sociedad en sí cultivó esa costumbre de alejarse de los demás cuando algo simplemente no coincide con lo que uno siente o piensa, esa estúpida idea de poner el orgullo por sobre todo lo demás.

Para mí el tiempo transcurrió demasiado a prisa, porque cuando quise darme cuenta, los de la funeraria cerraron las puertas en la sala donde estaba el cajón, para prepararlo para el traslado al cementerio. En ese momento se largó a llover, casi como si el cielo estuviera acorde a lo que a nosotros nos sucedía.

Subimos a nuestro vehículo y toda la caravana de automóviles esperó con las balizas puestas tras el auto funerario, esperando a que éste avanzara. En nuestro automóvil estaba mi hermano al volante, yo de copiloto con el GPS de mi teléfono —al que tuve que silenciar porque no podía soportar que suene—, mi madrina Maritza atrás y mi padre —que había llegado casi al mismo tiempo que nosotros y yo casi no me había dado cuenta—.

En ese momento, donde la lluvia caía con más fuerza, estábamos todos en silencio, creo que intentando comprender lo que había pasado. Asimilar que Dimitri se había ido sin importarle nada más.

Maritza nos contó lo que había sucedido, ahora que estábamos encerrados los más cercanos en un espacio donde nadie más nos podía escuchar. Dimitri había intentado suicidarse dos veces antes: una el lunes, ingiriendo pastillas, en donde los médicos pudieron salvarle haciéndole un lavaje de estómago, y luego cortándose las venas el miércoles, que también pudieron salvarle y quedó internado en observación. Tanto Dakota como Monique se turnaban para cuidarlo, pero en una de esas, Monique perdió ante el cansancio y se durmió, cuando despertó, Dimitri no estaba más en la cama.

Lo buscaron con desesperación hasta que Monique recibió un mensaje de texto de Dimitri, despidiéndose, pidiéndole el favor que no culparan a su ex-mujer sobre lo sucedido, que la razón no era esa... y pidiendo que la familia siguiera unida. Luego saltó de un puente.

Sólo en ese momento pude comprender, o suponer que comprendía, el dolor y la culpa de Monique. No era su culpa, de hecho, no era la culpa de nadie y yo bien comprendía de eso. En mis brazos tengo y tendré siempre la evidencia. Yo estaba ciego, no podía pensar nada más que en mi dolor, no podía pensar en el dolor ajeno que dejaría, en el de mis padres y hermanos, en el de mis primos o tíos cuando me perdieran. Sólo pude ver eso en ese momento, en esa situación, en donde todos lloraban sin comprender cómo pudo Dimitri hacer algo así. Se me escocían los ojos al pensarlo -y lo seguirán haciendo-; y es que es tan difícil de explicar que uno en esos momentos no ve salida, que uno solo ve sufrimiento tras otro, que sólo quiere cerrar los ojos y dormir en paz... pero no es consciente de lo que deja atrás. Y que tampoco ve que al final, siempre hay una salida para las cosas.

Años y años de terapia, me ayudaron a quitarme la idea de la cabeza que la solución era irme sin más, me ayudaron a ver que el no poder superar una situación o circunstancia no me hace menos ni me hace débil; me ayudó a comprender que pedir ayuda no es tan malo como parece.

Es difícil pedir ayuda, por supuesto, es uno de los pasos más complicados que se debe dar, pero... luego es como sacarse una piedra del pecho. El resto del camino no es fácil, para nada, uno debe enfrentarse a sus propios demonios, debe afrontar sus miedos para poder ver que la soledad que siente no es más que una ilusión, que siempre se tiene a alguien en quien confiar, en quien apoyarse. Yo no lo comprendía, no lo veía ni sentía, por más que me decían que la vida era bella, que había muchas cosas por hacer y experimentar, y yo solo los miraba deseando que me dejaran dormir en paz, que no quería nada de ese palabrerío barato de televisión.

Siempre fui depresivo, desde pequeño, y probablemente siempre lo seré. Siempre tuve y tendré un sentimiento inefable de melancolía, y siempre cuestionaré las razones de mi existir; leeré y me ahogaré en mundos paralelos, mientras admiro la naturaleza que me rodea y la vida ajena, tanto sea de bichos, animales o personas.

No lo sé, es difícil de explicar... pero eso de observar por demás las cosas que supuestamente son simples, es algo que siempre tuve y supongo siempre tendré. Siempre pongo a los demás por sobre mi, y es algo en lo que Morgan ha intentado hacerme cambiar -por mi bien, dice-, pero es que no puedo evitarlo. Yo quiero a quienes me rodean, me gusta darles regalos, así yo nunca me compre nada para mí, me gusta dedicarles algo de tiempo y estar con ellos en la cotidianidad. Quizás soy algo reservado, pero es que me gusta más expresarme con hechos que con palabras —aunque mejor no hablemos de cómo me expreso en un papel o una computadora—.

De niño no me relacionaba con los otros niños de mi edad, de hecho, mi madre me obligaba a ello haciéndome sentir peor; por una u otra razón siempre perdía a mis amistades y eso hundía más mi autoestima, que nunca fue demasiado alta; mis gustos distaban mucho de los de la multitud, haciendo que nunca pudiera encajar en ningún sitio y siempre fui alguien tímido, excesivamente tímido; y si sumamos el hecho que cuando pequeño sufrí distintos tipos de abusos de adultos que no quiero ni mencionar pero que me han marcado mucho, sobre todo en mi ya dañado autoestima, hicieron de mí una persona insegura, callada y reservada, que guarda sus problemas y pensamientos para sí. Luego, llegó mi crisis de identificación personal, en el que me he tardado cuatro años —no sé si más— en aceptar y comprender mi sexualidad, llegando a creer que nunca sentiría atracción ni física o emocional por nadie y terminaría solo. Ains... las cosas en las que me enredé yo solo por el miedo a abrirme, incluso conmigo mismo... y ni hablar de las discusiones que me generó —y genera— con mi madre sobre ese tema. 

A menudo me da por creer que siempre seré una decepción, pero aprendí que no debo vivir por los demás, sino por mi mismo, y debo hacer lo que quiero y me gusta, no lo que demás esperen de mí.
En estos momentos, me gustaría volver atrás en el tiempo y hablarlo con Dimitri...

Lo que Dimitri dejóΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα