Introducción

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¡Saludos a todas y todos! Les traigo una breve introducción de lo que será esta nueva historia.

Espero les guste y recuerden que sus comentarios me ayudan a saber lo que opinan sobre el material que les presento =)

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Las cinco de la mañana marcaban en el reloj y Kurt Hummel se levantaba de su cama listo para ir a bañarse y alistarse para salir a trabajar.

El agua era helada y con esta cualquier vestigio de sueño se esfumaba. Sabía que sólo tenía agua caliente por pocos minutos y sin lugar a dudas era para su pequeña hija de cinco años.

Con una toalla envuelta en su cintura abrió los cajones de la vieja cómoda de madera y tomó un jean bastante desgastado, una camiseta gris y un boxer para empezar a vestirse.

En pocos minutos estuvo listo y se observó en el espejo de cuerpo entero que estaba pegado en una de las paredes de su habitación. Comenzó a cepillar su cabello castaño mientras extraía el exceso de agua con una toalla, en pocos segundos hubo terminado y se alejó para dirigirse a la cocina.

Abrió el refrigerador y tomó dos naranjas, un plato pequeño que contenía algo de queso y un cartón de leche a la mitad. Del estrecho mesón cogió una funda en donde sólo quedaba un pan y suspiró con frustración. Con lo que tenía preparó el desayuno y lo colocó en la mesa.

Luego de eso salió de la cocina y atravesó el corredor que lo llevó hacia otra habitación que se encontraba frente a la suya. Abrió el cajón de la pequeña cómoda amarilla con flores rosadas para sacar un vestido sencillo de color blanco con una tira celeste que rodeaba la cintura y terminaba en un lazo en la parte posterior. Lo miró esbozando una ligera sonrisa y lo colocó a un costado.

Avanzó hacia la cama donde la mitad de una cabeza castaña aparecía y la acarició con amor. Se inclinó para darle un beso y con voz suave y un toque ligero comenzó a llamar - Princesa, es hora de levantarse - le tomó alrededor de un minuto lograr que bajara el cobertor con el que se cubría y un dulce rostro apareció.

- Buenos días papá - sonrió.

Los ojos azules del chico se iluminaron como si hubiesen visto lo más hermoso del universo, y eso era justamente para él la pequeña que ahora lo observaba.

- Buenos días dulzura - le besó la frente y le devolvió la sonrisa.

- ¿Ya son las seis?

- Faltan unos minutos.

- ¿Y por qué me llamas antes de tiempo? - hizo un puchero adorable y el corazón de Kurt se llenó de amor y ternura al verlo.

- Porque me dijiste que hoy querías que te trenzara el cabello con la cinta celeste, y eso toma tiempo.

- Una trenza ¡Sí! - se sentó con una sonrisa radiante y segundos después se levantó de la cama, abrazó fuertemente a su padre y corrió al baño.

Los siguientes minutos transcurrieron entre ayudarla con el lazo de su vestido, peinarla, desayunar y tomar sus respectivos bolsos con sus cosas. La sujetó de la mano y salieron de la casa con los rayos del sol alumbrándolos.

Cuando era un adolescente lleno de sueños jamás se imaginó que a los veinticuatro años esta sería su vida. Tenía muchas carencias, y las cosas no eran fáciles, pero ver la sonrisa de esa pequeña y escucharla decirle "te amo papá" mientras sus ojos brillaban, valía la pena en lo absoluto todos los sacrificios que hacía y no cambiaría lo que tenía por nada en el mundo.

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