Parte de mí.

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IV

Luego de dejar las cosas en claro, ellos continuaron teniendo sus encuentros. Se amaron tanto como les fue posible y disfrutaron de cada pequeño momento entre los dos.

Para SeHun se volvió algo habitual sentir a Kai haciéndolo suyo de la misma manera que lo hizo el escucharlo atender las llamadas de sus padres o KyungSoo para luego verlo partir.

Decir que no dolía la ausencia que quedaba después sería una mentira, pero seguía repitiéndose que eso era mejor que tener nada. Así que la cosa siguió con el mismo rumbo. Cada que Kai lo llamaba, él iba presuroso a su encuentro. Los días corrieron y pronto se volvieron semanas y meses. No se detuvo a pensar nunca en que su tiempo juntos era cada vez menos ni en que sus encuentros se reducían a encuentros calientes y esporádicos, de la misma manera que nunca notó las marcas extras con las que el moreno volvía luego de haber pasado la mitad del día con KyungSoo.

Se cegó de amor.

Sin ser consciente de ello, terminó por convertirse en aquello con lo que había acusado a Kai la primera vez. Pero su ignorancia y su infinito amor le prohibieron ver y lo sometieron a la voluntad de un destino incierto.

Se dejó pues, guiar por la marea de las manos morenas, importándole poco que éstas, en vez de llevarlo a una orilla segura y una playa cálida, lo arrastraran a un océano negro de aguas revueltas que amenazaban burlonas con ahogarlo.

El día de la boda no se quedó en casa a esperar por alguien que no llegaría. Tomó las llaves del auto y condujo tan lejos de la ciudad como pudo en cuatro horas antes de detenerse a la orilla de la autopista. Llovía en ese sitio como si el ángel favorito de Dios hubiera encontrado la muerte y SeHun no pudo hacer más que llorar junto con el cielo. Se acabó la voz gritando de pena y los labios le sangraron cuando los dientes los vieron como otra manera de alejar momentáneamente el dolor que se le atoraba en la garganta.

Escuchó el sonido de campanas que no estaban allí y se le rompió el corazón otro poco cuando, por un fragmento de segundo, la voz de Kai diciendo «Acepto» le taladró los oídos por encima del golpeteo de la lluvia.

V

Estaba tirado en el piso del baño la tercera vez que las lágrimas le mojaron las mejillas por causa de Kai.

Tenía la cara escondida entre las piernas mientras que se acariciaba el vientre todavía plano con una mano. La otra no dejaba de temblar aun sosteniendo la prueba de embarazo.

Positivo.

Sintió el peso del mundo entero caerle de lleno en los hombros apenas el resultado apareció en la pequeña pantalla. No, eso no podía ser cierto. Él no podía estar esperando un hijo de JongIn.

Pero lo estaba.

Los sollozos le salían tan lastimeros que dolía el alma de escucharlo. Pero era que el pobre muchacho se sentía tan pequeño e insignificante, con tanto miedo... ¿Qué se supone que haría? Antes el haber corrido a los brazos de Kai se hubiera escuchado como una idea perfecta, pero ahora eso era lo último que podía hacer. Independientemente de todo lo que le pesara, él tenía una relación "oficial" que cual cuidar por el bien de la empresa de su familia, no debía meterse en eso; y si bien el mayor podía tomar responsabilidad del niño, aquello implicaría vivir siempre en las sombras. SeHun no quería ocultarse, pero tampoco quería que su pequeño creciera como un bastardo sin padre.

Tenía la cabeza tan revuelta en esos momentos que creía ver doble.

Cuando volvió a enfocar la prueba de embarazo entre sus dedos, le resultó imposible separar la vista después. Dos líneas. Una pequeña vida en su interior. Pensar en un bebé con su nariz o sus ojos logró que nacieran mariposas en su estómago y una sonrisa igual de fugaz que una estrella le iluminara el rostro. Su cerecito, su pequeño hijo...

parte de mí; kaihun-chanhunWo Geschichten leben. Entdecke jetzt