CAPÍTULO VIII

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Ya eran las seis de la tarde y aun no se decidía. La cama estaba repleta de ropa amontonada, esta vez quería esmerarse en su aspecto. Había estado toda la tarde dedicada a ello. Se había dado un relajante baño y aun le quedaba decidir la ropa que llevaría y el peinado.

Al final se decidió por un vestido corto de falda de capa, cómodo y sencillo, de tirantas anchas y escote redondeado. Era de color salmón, con un ligero estampado de flores. En la cintura llevaba un delgado cinturón marrón que hacía que el vestido se quedara perfectamente entallado en la zona del pecho.

Se puso unos zapatos de tiras marrones y se miró en el espejo pensando el peinado que se haría y después de un buen rato pensando, decidió que ella era muy natural y que como más a gusto iría era con su cabello suelto. Ya estaba preparada, le gustaba mucho ese vestido, mirándose al espejo dio una vuelta, sonreía al ver como subía con perfectas ondulaciones.

Bajó a la cocina para tomar un refresco mientras llegaba la hora de su cita, estaba bastante nerviosa, anhelaba encontrarse de nuevo con Michael y a la vez le daba miedo lo que tuviera que contarle, su subconsciente le avisaba que era una historia peligrosa que le complicaría su tranquila vida.

Su madre trasteaba en la cocina preparando una tarta de manzana, conocía bien a su pequeña, aunque tuviera dieciocho años, siempre sería su pequeña. Notaba que la cita que tenía era importante para ella, la miraba disimuladamente mientras Thais se servía un vaso de refresco.

—Estas muy guapa con ese vestido cariño— Le dijo con admiración. — ¿Quién es el chico? —.

— ¿Por qué piensas que he quedado con un chico mamá? Podría haber quedado con Marta, salimos muchas tardes—. Le contestó para ver si su madre se conformaba.

—Thais cariño, estás radiante a la vez que ruborizada, también te noto bastante nerviosa y ansiosa de que llegue la hora de tu cita. Soy tu mamá, aunque ya no sea tan joven, reconozco esos síntomas—. La miró sonriente, orgullosa de la mujer en la que se había convertido su niña.

—Es un chico que he conocido hoy en la entrevista de trabajo, no te puedo contar mucho aun, es guapo, simpático y parece inteligente. Nada más, hay muchos chicos con esas características—. Thais intentó darle un tono de indiferencia.

—Cielo, hay muchísimos chicos con esas características, pero a ti te ha despertado la curiosidad ese— Su madre le guiñó un ojo y le dio un beso en la frente. —Ten mucho cuidado y sigue tu instinto, siempre ha sido muy acertado—.

A las siete menos cinco minutos, sonó el timbre de la puerta. Ambas mujeres se miraron y Thais se levantó nerviosa, le dio un beso en la mejilla a su madre y se dirigió a la entrada. Al abrir allí estaba Michael, estaba vestido de manera muy informal a la vez que elegante. Un pantalón vaquero y una camiseta gris con cuello de pico adornado de unos botoncitos, simulando que podían cerrar la abertura del cuello. La llevaba sacada por fuera del pantalón, le sentaba muy bien. Su cabello esta vez no estaba tan repeinado como en su anterior encuentro en la oficina, lucía radiante, secado al natural, no lo llevaba largo, pero lo justo para destacar unas pequeñas ondulaciones.

Él se acercó a ella y ante su sorpresa le soltó dos besos, uno en cada mejilla. Parecía como si la conociera de toda la vida y su intuición le decía que el chico decía la verdad cuando afirmaba que se conocían desde hace muchos años.

—Estás muy guapa con ese vestido— Thais no pudo evitar ruborizarse, estaba acostumbrada a los piropos pero los de ese chico le afectaban más... y le gustaban.

Caminaron hasta el coche y Michael le abrió la puerta del asiento del acompañante, invitándola a entrar.

Cuando ambos estaban en sus respectivos asientos, Thais preguntó — ¿Dónde vamos?—

CONEXIÓN (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora