Hasta pronto.

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Inventario rápido, cero ideas en el marcador. Llevo media hora dentro del coche con la calefacción rota y jugando con el cuello de la camiseta porque de repente me agobia. He llegado, no sé si más rápido de lo que puede considerarse sensato. No me he saltado ningún semáforo en rojo, aunque quizás haya acelerado más de la cuenta en algún que otro verde en las últimas. Las rutas que separan mi casa del centro no se han reedificado con mis ganas, así que supongo que sólo se ha hecho corto por la presión a la que me somete el no saber qué diré. Soy tonta, y sigo cabreada, un hemisferio me empuja a ir y colocar una foto de Alec en el centro de la diana, pero el otro no se siente cómodo con esos planes, aunque no estoy segura de que sea por el hecho de emprender una ola de insultos y crítica autodestructiva contra él. Todo grita que el único motivo que me separa del hacerlo es encontrar a Clarke, porque por algún motivo elaborar una frase donde su nombre y el de Alec coincidan me pone aún más nerviosa que el haber recorrido media ciudad en diez minutos o el saber que puede que tenga una multa en el buzón la semana que viene. Así que ya son las doce y sigo dentro del coche.

Salgo por fin, aunque el frío casi me hace retroceder mientras me aseguro de cerrar bien el coche, que me roben superaría mi tolerancia a la mala suerte. Inhalo buscando una calma ausente cuando una mujer pasa a mi lado y me mira más de lo normal. Bueno, sólo necesito más ropa en el cuerpo para dejar de desentonar entre la multitud con abrigo, pero no puedo inventarla.

Recorro la misma calle por la que la semana pasada paseé con Anya, aunque ahora no paseo, casi corro. Espero que el movimiento me haga entrar en calor, pero no me alivia como esperaba. No es hasta que estoy frente a las puertas de la tienda que siento el verdadero derrumbe interior que tengo desencadenado. Incluso dentro, incluso más serena pudiendo respirar sin que duela, sigo pensando qué decir para no resultar tan rara. No niego que lo sea porque a estas alturas sería inútil, pero hoy estoy rozando los umbrales que delimitan el abismo entre el raro aceptable y el insano. Huele a ambientador y ropa nueva, pero aquí, ahora, después de recorrer transversalmente la ciudad, no estoy para fijarme en eso. He olvidado todas las coartadas que sonaron coherentes dentro del coche y no sé qué quiero esperar, si no encontrarla y poder darme por vencida o que ella sea la que me descubra a mí. No la he visto aún, a pesar de haberme camuflado entre los departamentos de ropa apilada, así que casi puedo rozar la posibilidad de irme sin más. Algo sigue faltando para resolver la ecuación, pero la presión en el pecho disminuye.

-¿Lexa?- siento su voz a mi espalda, y me obligo a eliminar mi última reflexión precipitada. Ahora puedo cronometrar la velocidad de las pulsaciones sin necesidad de colocar la mano sobre el corazón, ¿qué hago?- ¿Qué haces?- pregunta, rodeándome hasta que está frente a mí. Está sonriendo, hoy sólo lleva rímel. Hace más de una semana que no la veo, y a pesar de que hemos coincidido en contadas veces y es irracional, necesito analizarla, porque ¿y si ha cambiado? Porque quizás estoy tomando atribuciones que no me corresponden, porque si me mira diferente podré salir y olvidar a lo que he venido.

-Pasaba por aquí, pero sé que te debe venir mal- suena ridículo, y debe opinar lo mismo porque noto cómo contiene la risa. Sin embargo la risa sólo llega a exteriorizarse como un suspiro que no suena a derrota o cansancio, más bien casi puedo escuchar un "no tienes remedio" emerger en silencio dentro de él. Mueve la cabeza y sonríe para buscar con la mirada a la chica con la que me encontré la última vez. La vergüenza me invade y agacho la cabeza esperando que no se fije en mí.

-Si has venido un sábado por la mañana con una camiseta de interior quizás deberíamos hacer que me venga bien- conozco su próximo movimiento e intento encontrar la voz para detenerla, pero en el fondo, por más egoísta que suene, una parte de mí está más que satisfecha con el que se preocupe o al menos finja preocuparse por mí. Aunque apenas sepamos la una de la otra.

we may have met before. [clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora