Las citas a tres siempre terminaron en tragedia...

1.4K 93 6
                                    

He apagado el móvil, lo hice en cuanto le escribí a Alec para confirmar que ya estaba de camino. En realidad, hace un rato que me he cambiado para mantener vigente mi coartada con él, y hace mucho más tiempo que estoy sentada en el sofá perdida en el negro de la televisión apagada. Tengo quince minutos de margen para salir y prácticamente correr al cine antes de que vuelva a intentar llamar y no se lo coja. Anya no está en casa, y agradezco internamente su ausencia, o más bien la presencia del silencio haciéndose eco por primera vez en la semana.

Parece poco convencional la idea de ir al cine con el chico con el que sales y tu compañera de piso, sobre todo cuando ésta no es de aquellas que reparten suspiros por cada esquina. Él aún sigue pensando que necesito un vínculo familiar constante y que ella lo representa. A veces pienso que debería haberse dedicado a la psicología y no al derecho, tan obcecado en sobre analizar su entorno.

Había empezado la universidad el año anterior, rechazando contacto alguno con el término relación, nunca pareció entender que la aparente falta de interés no siempre era un aclamo para su atención. Era lógico, casi graduado y con una vida social suficientemente extensa como para opacar mi triste nueva acogida en la ciudad. Criada entre dogmatismos, demasiado centrada en no escuchar advertencia alguna como para intentar buscarlas. El evitar consejos implicaba no quebrantar normas impuestas en silencio dentro de las paredes de mi casa. No estaba encerrada, ni condenada según los apéndices legales de una supuesta dictadura patriarcal, pero tampoco necesité explorar mis límites a base de borracheras excesivamente escandalosas o relaciones tóxicas, entretenida dentro de unas fronteras de rebeldía controlada.

A decir verdad, tampoco existía mucho que sobrepasar donde me crié, siempre con la vista puesta en escapar del agobio de la reclusión para entrar en el del estrés. Nunca antes me había gustado antes mi casa, nunca antes hasta que las ambulancias me empezaron a despertar a las tres de la mañana.

Cinco minutos, y a contrarreloj. Tarde para intentar ejercer testimonio y aún más tarde para coger el coche e ir a la cita. Hace frío incluso dentro de mi Seat y suspiro cuando la calle me recibe sin demasiado tránsito y casi puedo materializar el llegar a tiempo, con suerte no voy a provocar un conflicto nuevo esta noche. Sonrío cuando es algo tangible y encuentro aparcamiento rápido justo frente al cine y dejo inmediatamente de hacerlo cuando Alec me recibe con una expresión muy forzada y Anya contiene la risa detrás de él. Ni siquiera ha intentado besarme o recibirme con el pico de siempre, y eso que parece ser su forma de marcar territorio siempre que ella está con nosotros.

-¿Ya habéis comprado las entradas?- rompo el hielo e intento darle la mano a Alec, pero parece no notarlo, o simplemente lo ignora.

-No sabíamos qué película querías ver- responde Anya a mi lado, aunque en su tono no hay ningún reproche.

-Tú querías ver la del anuncio de ayer, ¿no? - asiente – Pues vemos esa, si queréis- Intento buscar la aprobación de él, pero me evita y va directamente a taquilla. Pagué el último cine así que no hago amago de pagar mi entrada, pero Anya es otro asunto, y de cualquier forma ignora ese hecho y parece preferir comprar los tickets para los tres antes que hablar conmigo.

-Déjalo, es gilipollas, ya podría aguantarlo otra- asiente para sí misma como aprobando lo que acaba de decir- Hombre, tú le das mil vueltas al niñato.

-Normalmente no está así, se habrá enfadado por dejarlo en la cafetería- le aclaro.

-Normalmente es un pesado y un acosador, lo prefiero así- se ríe ella misma con su broma e intento controlar lo exagerado de su risa cuando noto cómo Alec vuelve y nos amenaza a ambas con la mirada.

-Te podrías ir si vas a ponernos esa cara cada vez que nos riamos, simpático- cierro los ojos en cuanto oigo como Anya termina. Tenso los brazos a mis costados y espero que él no se la devuelva. Vuelvo a respirar cuando se limita a darle las entradas al portero y entrar en la sala. Va decidido hacia la última fila de asientos sin cruzar palabra.

we may have met before. [clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora