Cosas que nunca te dije

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Nunca te dije que me encantaba la forma en la que hablabas mientras comías. Y sé que es algo meramente banal que todo el mundo hace, pero en ti.. En ti era como ver arte.
Tampoco te dije que tenias la facilidad de sonrojarme con unas cuantas palabras en el momento y lugar, dando en el clavo de la debilidad emocional. Era como si tuvieras un manual de momentos y palabras justas.
Creo que tampoco mencione que odiaba que me dijeras cosas como "bah, no tiene sentido, no entenderás" creyendo que no tenía la madurez necesaria para comprender ciertos temas. Odiaba con todo el ser el que me consideraras pequeña en todas las cuestiones.
No mencioné como odiaba que callaras cuando discutíamos y decías "como tú digas". Yo te quería por tu inconformidad con ciertos temas, adoraba (aunque nunca lo mostrara) que me llevaras la contraría. Me enseñabas que no todo es cuando yo diga, como yo diga y por qué yo lo diga. Que la razón siempre irá antes que la necedad. Eso y más amaba de ti, por eso odiaba cuando callabas. Sabía que algo iba mal desde eso.
Nunca te dije que adoraba tu respiración en mi pecho y jugar con tu cabello después de amarnos, odiarnos, pelearnos, tocarnos.
Quizás nunca dije que adoraba tu aspecto por las mañanas de los domingos.  Y ay cabrón que no a todos nos sienta de puta madre los domingos por la mañana como te sentaban a ti. Con la mirada dormilada, los ojos hinchados y la barba incipiente que siempre me había matado.
Quizás nunca mencioné que amaba como me tocabas y me hacías el amor. No era necesario decirlo por qué mi cuerpo lo demostraba.
Y, tal vez, nunca te dije que adoraba cuando decías "te ves bonita" y sentía como una revolución de emociones dentro de mi.
No te dije que odiaba que te burlaras de mí y tus fundamentos fueran tan malditamente ciertos que solo me quedaba callar para no llorar. Y vaya que eras cabron, por qué siempre veía el orgullo en tu mirada cuando sabías que tenías razón.
Quizá nunca te dije que me rompiste el corazón más veces de las que pudiera contar.
No mencioné tampoco que cuando te concentrabas en algo mordías tu labio inferior y entrecerrabas los ojos.
Nunca mencioné que me encantaba cuando leías poemas en voz baja por las madrugadas.
Tampoco mencioné que yo sabía que esos poemas tenían mucho significado para ti.
Y tampoco te dije que yo sabía que leías esos poemas para alguien. Para alguien que nunca había sido yo.

HeroínaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora