Capítulo 7 - Revelaciones

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Me confundió el mensaje… ¿Ya vamos a empezar? La pantalla de mi celular comenzó a brillar más de lo normal, cubriéndome totalmente con su resplandor. Una sensación extraña recorrió mi cuerpo, como si este se dividiera en pequeñas partes. No era capaz de moverme o de emitir algún sonido. De un momento a otro me encontraba… en algún lugar, mi mente era consiente pero perdí la sensación de todo mi cuerpo, parecía que viajaba a una gran velocidad hacia alguna parte. En un abrir y cerrar de ojos me encontré en una habitación blanca, sentado en una pequeño sofá del mismo color. Note que mi mente ya se encontraba ahí, pero no mi cuerpo, este llego poco a poco, en pequeños fragmentos apenas visibles para el ojo humano… ¡POR QUÉ MI CUERPO SE ESTA ESAMBLANDO FRENTE A MÍ! Cuando terminó el proceso, mi mente fue directamente a mi cuerpo, retomando la sensación de él. Aunque no fue la experiencia más agradable. Mi estómago se encontraba revuelto, mi cabeza me dolía, la luz lastimaba mis ojos, no tenía fuerza en los brazos o piernas y eventualmente vomite por todo el piso. El cansancio impidió levantarme del piso, y me arrepentí de responder ese mensaje. Segundos después comencé a analizar las cosas… ¿Cómo carajo llegué aquí? La idea de tele-transportarme llegó a mi mente, seguido de miles de pensamientos que refutaban esa idea. Posiblemente esté alucinando… pero, yo no consumo drogas… ¿Estoy dormido? Pero el vómito y el malestar son tan reales.

-          Veo que tu estomago no es tan fuerte como pensé.

Esa voz la reconocía, era la misma voz de aquella noche. Con gran esfuerzo gire la cabeza para ver quién me hablaba. Se trataba de un hombre con un traje muy elegante, pantalón y saco negro como la noche, una camisa de rojo escarlata, corbata negra con un nudo un poco extraño, zapatos perfectamente brillantes, por debajo de la camisa se notaba que portaba un collar, un reloj dorado en su muñeca derecha y una cadena en la muñeca izquierda. Su rostro mostraba cierta fascinación al verme en el suelo, sus ojos, a pesar de los lentes que portaba, irradiaban algo que no logro explicar.

-          ¿En dónde estoy?

-          Te encuentras en el cuartel general, también el lugar donde vas a iniciar con tu entrenamiento.

-          ¿Quién eres?

-          Me han llamado de muchas formas, pero puedes dirigirte a mí con el nombre de Huor.

-          ¿Qué hago aquí?

-          Además de manchar mí suelo con tu desayuno, estas aquí porque tienes curiosidad de saber la verdad. Apresúrate, no tenemos mucho tiempo.

Cómo quiere que me apresure si apenas y puedo mover mi cuerpo. Lo miré, pensando que estaba bromeando.

-          Veo que no tienes un gran sentido del humor. Déjame buscar un poco de ayuda.

Chasqueo los dedos y una mujer de ropas blancas entró en la habitación, se acuclillo a un lado mío y colocó sus manos sobre mi espalda. Una cálida corriente fluía desde sus manos a mi espalda, aliviando mis malestares poco a poco, momentos después la mujer se retiró. Me levante lentamente, aun un poco mareado.

-          ¿Acaso ella…?

-          Te alivio, si, es su especialidad.

-          ¿Me estás diciendo que con solo colocar sus manos, es capaz de aliviar el dolor?

-          … Sí.

-          Ok, no soy un experto en el tema, pero ¿no tiene nada que ver con magia o sí?

-          Magia, manejo de energía, habilidad, efecto placebo, llámalo como quieras.

Esto debe ser un sueño, no tiene lógica ni sentido.

-          Créeme que no es un sueño.

-          … Ahora me vas a decir que puedes leer la mente.

-          No, es lo que todos piensan al llegar aquí.

-          ¿No soy el único?

-          No te consideres tan especial, esta organización ha trabajado desde hace mucho tiempo.

-          ¿De cuánto tiempo estamos hablando?

-          Unos cuantos milenios.

-          Y puedo saber… en donde estoy.

-          Como ya te lo dije, en el cuartel general.

-          El cuartel general… ¿De qué?

-          Del credo obviamente.

El Credo - IniciaciónWhere stories live. Discover now