Sasuke, inevitablemente, sonrió dejándose besar el cuello.

-Viejitos-

La televisión iluminaba sus rostros, Sasuke sentado en el sofá grande, Naruto descansando en el sillón más pequeño. Uno al lado del otro. Se podían escuchar los ronquidos a pesar del volumen de la televisión. Ambos dormían.

-¡Naruto! –se despertó asustado.

-¿Qué...? –se movió un poco abriendo los ojos con pereza.

-Roncas.

-¿Y tú qué? –se defendió.

-Sí, pero yo no me molesto.

-Pues yo tampoco con los míos, ttebayo.

-¿Por qué no te vas a la cama? –hizo un puchero.

-Porque estoy muy a gusto aquí. –se acomodó mejor en los cojines.

-Sí, pero aquí roncas más fuerte. –se quejó acomodando su cobija para cubrir sus piernas.

-Sasuke, estoy dormido... no lo controlo, ya deberías haberte acostumbrado.

-¿A esto? Si pareces león con catarro. –Naruto solo sonrió de lado y cerró los ojos. –Además, cuando roncas me recuerdas que aun sigues respirando.

-Yo también te amo, mi chocolatito amargo. –le hizo la seña de mandarle un beso y regreso a su búsqueda del sueño.

-Naruto... tengo insomnio.

-Duérmete, veras como se te pasa.

Sasuke lo miró molesto por la respuesta.

-Pues no puedo, idiota.

-Anda, si te fueras a la cama. –le respondió adormilado.

-Yo estaba aquí antes.

-Sí, siempre. Vejestorio...

-¿Qué hago?

-Pues cuenta cucarachas.

-Qué asco... serán ovejas...

-¡No! Ovejas no, ttebayo. Capaz que las pateas o algo por el ruido.

-Imbécil. –miró para otro lado.

-Muñequito de porcelana. –sonrió satisfecho.

-Que ganas tengo de echarte de menos.

-Maduros-

-¡Naruto! –entró a la sala a pasos agigantados. –Se estropeo la lavadora.

-Llama al técnico. –le dijo sin mirarle, estaba más entretenido leyendo el periódico.

-¿No sientes curiosidad de saber si la puedes arreglar tu? –se sentó en otro sillón. -¿Qué tal si es una cosa simple?

-Si la arreglo yo, vamos a tener que llamar al técnico, al plomero y al electricista.

-Idiota... -no había como refutar eso.

-¿Cuántos años tiene la lavadora?

-Yo que se... siete...

-Pues compremos otra, ttebayo.

-¡Que lástima de hombre! –tomó una revista y empezó a hojearla. –Tienes un espíritu de pereza.

Naruto no respondió, su dedo se fue directo a su boca para morder la uña. Sasuke, molesto, se inclinó hacia él para bajarle la mano.

-¡No te muerdas las uñas!

Escenas De MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora