Capítulo 2

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-Jovenes-

Sasuke abrió la puerta de su apartamento, su maletín en mano y esa ropa elegante que gustaba usar para su trabajo en la oficina.

Al percatarse de que su esposo estaba dormido en el sofá, redujo el nivel de sonido en sus pasos y movimientos. Naruto babeaba abrazando uno de los cojines, su sonrisa de bobo lo hacía verse más joven de lo que era. Sasuke lo contempló unos segundos mientras se acercaba lentamente, recargándose en el filo del sillón, acercó su boca con cuidado hasta el rostro del rubio.

-¡¿Estas despierto?!

-¡Santa madre! –gritó asustado levantándose de repente. Miró frente a él a su esposo que sonreía de lado. –Que susto... ¿no deberías estar en el trabajo? –preguntó al notar la hora.

-Me imagine que estarías al borde del colapso por el enorme trabajo que haces en casa... -le respondió al notar que la casa estaba hecha un caos y él seguía arrullándose.

-Me ah dado un ataque de depresión, ttebayo... -se estiró sentado.

-Y a mi uno de nervios. Me ah hablado mi padre. –su expresión se endureció mientras se preparaba un café.

-Ah... ¿Ya se enteró que no eres hijo suyo? –se burló.

-No tiene gracia, Naruto.

-¿Tu padre? Ninguna, ttebayo. Es un desgraciado, pero es tu papá... hay que quererle, Sasuke.

-Te proporciona un trabajo de medio turno para que tú sigas escribiendo y tú lo dejas colgado a media mañana. –su taza negra quedó sobre la mesita de centro y él se sentó justo al lado de su esposo.

-Le hubiera colgado mucho antes pero tiene guardaespaldas hasta en el servicio, ttebayo. –sus pies estaban sobre la mesita y los movía de manera infantil.

-¿Y qué le digo yo ahora? Idiota.

-Que... eh tenido un paro cardiaco.

-Un paro y no cardiaco vas a tener si no vas con mi padre a pedirle perdón y aceptar el trabajo. –le amenazó y se dispuso a darle un primer sorbo a su bebida.

-No hagas cara de fascista porque voy a vomitar.

-Y tú no tengas fachas de vago maleante. No tengo por qué estar costeando todos tus gastos, esa es la imagen que le hemos dado a mi padre. –le entregó la taza para que el rubio le diera un trago también.

-¡¿Imagen?! No quiero ser el chico de la fotocopiadora, tampoco. Que solo quiere humillarme, dattebayo. –hizo una mueca al saborear el café.

-¡Mi padre es un hombre muy recto!

-Menos cuando quiere ocultar todos los errores de la empresa matando o desapareciendo gente, yo lo eh visto, ttebayo. –su dedo golpeó su mejilla justo debajo del ojo.

-Por esas acusaciones, te podría denunciar.

-¿Para qué denunciarme? Un disparo y ya. ¡Pum!

-Pues era una ocasión de oro. Empezando desde abajo, podrías haber llegado a la cúspide. –su mano se alzó unos segundos.

-Sí, anda... lamiéndole las bolas al suegro... -se levantó con esfuerzo. - ¡No, gracias! Me gustan las tuyas nada más. Y... -se regresó a besarle la mejilla. –Cada uno tiene sus principios.

-Y cada mes tiene sus finales, Naruto. La renta, los servicios, el internet. Y los gastos extras. –se levantó y enumero con los dedos.

-¡Mira, esos son los que más me gustan, ttebayo! –se acercó hasta rodearlo de la cintura con un brazo. –Un extra... asi, rapidito ¿eh? –se le insinuó susurrándole al oído.

Escenas De MatrimonioWhere stories live. Discover now