Capitulo 8

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Julia conversa con sus padres amenamente acerca de la nueva casa. Mientras tanto, un automóvil va detrás de ellos. Éste, los ha perseguido desde que salieron del aeropuerto y aún nadie se ha percatado de este hecho. Sin embargo, todo cambia cuando de pronto, los hombres que se movilizan en el vehículo que da persecución a Julia, a su familia y a su guardia, toman acción. Así, el giro tormentoso se brinda, cuando el conductor de los atacantes que viajan en el carro blanco, pisa el acelerador a toda potencia para ejecutar una hábil maniobra que los sitúa justo delante de sus objetivos, como una especie de barrera que corta el paso de sus víctimas.

George es obligado a frenar en el acto, de forma brusca y tempestuosa. Y, en un acto reflejo, para evitar que su hija mayor sea lastimada, Caroline aprovecha el que ésta se haya sobre sus piernas para colocar una de sus manos en su cabeza y la otra, en la pequeña cintura de la niña, con el objeto, de amortiguar el impacto.

Los vidrios se rompen y se llenan de color carmesí.

La sangre mancha varias partes del automóvil. Los vidrios rotos indican la fuerza del impacto de los cuerpos que fueron lanzados hacia el frente.

Únicamente, se escuchan gritos alrededor. Muchas personas salen corriendo sobresaltados de diferentes lugares como si corrieran para salvar sus vidas. A los pocos segundos, se oye el sonido de una ráfaga de balas.

La primera persona de los atacados en reaccionar es Nicole, quien tiene un ligero corte en su mejilla, pero cuya mayor herida está en su antebrazo izquierdo donde tiene un pedazo de vidrio incrustado. Al abrir sus ojos y percatarse de la situación, ella extrae el cristal. Su brazo sangra al sacarlo; el sufrimiento la consume. Llena de dolor, saca un pañuelo de su bolsillo y presiona con él la herida para parar el sangrado, desabrocha su cinturón y se acerca a su chofer; revisa su pulso, está muerto.

Cuando George frenó, su cabeza impactó el vidrio, lo cual hizo que sufriera un trauma craneoencefálico que terminó con su vida al instante.

La señorita Carroll observa con dificultad que el vehículo que los interceptó está al frente, a escasos metros. Recuerda a Julia, por lo cual se dirige a la parte trasera del carro donde se percata de que la niña aún está respirando. Afortunadamente, solo está inconsciente y no presenta ninguna herida visible gracias a la rápida respuesta de su madre al momento del percance.

De pronto, Grayson despierta y observa la escena que está frente a sus ojos: su esposa tiene las manos cubiertas de sangre y Nicole trata de arrebatar a Julia de Caroline. Y ante esto, el hombre lleno de confusión y miedo, sujeta la mano de la maestra de su hija.

―¿Qué estás haciendo? ¿Qué pretendes?

―Salvarle la vida a tu hija ―indica Nicole agitada y añade―: Tengo que darme prisa, los que hicieron que nos accidentáramos vendrán por ella.

―¿Qué sucede con los demás? ¡No los puedes dejar así!

―La única que importa es la princesa Juliana. Además, George está muerto y probablemente, Caroline y tu otra hija también lo estén.

Él suelta a Nicole alarmado, desabrocha su cinturón de seguridad y el de Anne, quien está a su lado y yace en un asiento especial para bebé. Con turbación, acerca sus oídos al pecho de su hija menor y distingue que su niña está viva. Los ojos de Grayson se llenan de lágrimas al tener una esperanza.

No es momento de perder tiempo. La señorita Carroll quita a Julia de las manos de su madre. Pero, al instante, como percibiendo el peligro, Caroline reacciona, observa a su esposo con Anne en sus brazos y a Nicole con Julia.

―¿Qué sucedió? ―Pregunta aturdida―. ¿Por qué tienes a Julia en tus brazos?

―Cariño, tú también estás viva ―expresa el hombre con emoción.

Princesa Juliana: La maldición de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora