XXXIV

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Apretó con fuerza su cuerpo junto al mío. Lo quiero cerca, cada vez más cerca. Me abraza con intensidad, lo hago al doble hundiendo mi cara en su pecho.

— No te vayas nunca, quédate siempre junto a mi Piscis.

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Gritos fuertes, platos rotos y llantos. Despierto llevándome la mano a la cabeza, Piscis está profundamente dormido. Seco el sudor de mi frente para volver a acurrucarme a su lado.

— ¿Escorpión?

— Dormite gordo.

— ¡Que no estoy gordo! —me río—. ¿Es cierto...?

— Sí. Morirá todo aquel que intente entrar o investigar.

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Le doy un mordisco a mi manzana viendo como Aries trata de ganarle a Sagitario en las apuestas.

— ¡Que Escorpión sea el juez!

— ¡Esa maldita siempre hará que pierda!

— Claro, siempre —me carcajeo asintiendo—. Sagitario perderá.

— ¿Quieres apostar? —los ojos de Aries brillan, sonrió asintiendo.

— Tendrás que convencer a todos de hacer una locura de altura.

— Hecho.

Juegan una vez más, pateo accidentalmente la mesa cuando ambos gritan porque les falta una ficha. Aries se queda estático al igual de Sagitario.

— Jaque mate.

— No.

— ¡NO!

— Si señores. Como lo ven, solo hay una jugada.

Los Signos del ZodiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora