Capítulo 4.

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"La perfección no es cosa pequeña, pero está hecha de pequeñas cosas ―Miguel Ángel Buonarroti"

La fiesta había acabado por fin. Louis caminaba entre la gente buscando a ese camarero de melena de rizos y ojos verdes que le había robado –y sin darse cuenta- al menos media hora de su tiempo hablando antes de que se largara por culpa de su jefe, al cual Louis claramente le quería arrancar la cabeza al llevarse a su camarero preferido.

Dentro de su cabeza le daba vueltas al trato con Zayn en aquella reunión de amigos y realmente, Louis estaba dispuesto a conocer a Harry más interiormente con tal de no perder frente a sus compañeros. Su primer paso ya estaba cumplido, salvarlo de las garras de su hermana y mantener una conversación con él. El siguiente era ganar su confianza para hablar de cualquier tema y el tercero, demostrarle a Zayn que Harry Styles no era nada más que una persona común y corriente.

Lo que Louis no sabía, era que había un cuarto paso, ese era enamorarse.

Seguía dándole vueltas al tema una y otra vez mientras se abría paso a la cocina. Allí, personas vestidas de blanco y negro se paseaban cargados de platos y copas directamente a los lavaderos, otros guardaban todo en los muebles y otros simplemente se fumaban un cigarrillo celebrando que la fiesta había terminado y podrían tomarse un tiempo.

―Disculpa, ¿sabes donde está Harry? ―Louis detuvo a un camarero que acarreaba unos platos para preguntarle. El chico le miró sorprendido pero al final, asintió.

―Por el lavadero―Sin una palabra de agradecimiento y a grandes zancadas –exageradas gracias a sus cortas piernas–, Louis llegó a donde Styles se encontraba. El muchacho tenía una cola de caballo hecha con su melena, se podía ver como pasaba la esponja por encima de los platos y se escuchaba el silbido mientras parecía imitar el sonido de una canción lenta.

― ¿Cómo se llama? ―Harry pegó un salto soltando la vajilla en el lavadero. Los platos hicieron un sonido en seco contra la estructura de metal.

―Mierda, me asustaste.

―Lo siento―Se disculpo el ojiazul. ―Fue sin intención.

―No importa, supongo que no sabías que cuando lavas platos entras en un estado de concentración ya que, tú debes tener un montón de sirvientes y nunca has lavado un plato en tu vida―Harry sostuvo una sonrisa burlona por unos cuantos segundos para luego encontrarse a Louis quitándose la chaqueta, arreglarse la camisa y tomar una esponja.

―Vaya, me sorprendiste, niño rico.

Louis tomaba los platos en silencio y pasaba la esponja llena de jabón por encima de estos. Luego, los ponía debajo del agua mientras les ponía jabón nuevamente.

―Tú secas, yo lavo―Sentenció el ojiazul. Harry asintió y se puso a un lado de Louis, con un paño de cocina pasaba rápidamente sobre la vajilla.

― ¿No te molesta hacer esto siempre? Se me congelaron las manos―Se quejó Louis, con el ligero temblor en sus delicadas y pequeñas manos. Harry mantuvo una sonrisa en su rostro en todo momento.

―Son trabajos ocasionales, necesito el dinero para pagar la universidad. No todos somos ricos como tú, eh.

De cierta manera, a Louis le molestaba mucho que Harry siempre le sacara en cara su estatus social y económico. Más que molestarle, le dolía. No era algo que pudieras elegir, Louis había nacido en una cuna de oro sin pedirlo, en una clínica privada con regalos caros, un príncipe de la familia y no era su culpa. A veces, deseaba dar toda su fortuna y a cambio recibir la felicidad, algo que de verdad le hiciera completar ese vacío llenado por el ego y la vanidad.

Perfect. | Larry Stylinson.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora