Capítulo 1.

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"El afán de perfeccion hace a algunas personas totalmente insoportables. ―Pearl S. Buck"

El espejo mostraba a un orgulloso chico de veinticuatro años mirándose a sí mismo. Louis William Tomlinson no podía apartar la mirada del vidrio, simplemente, la imagen que reflejaba era demasiado hermosa para sus ojos y podría pasar horas viendo lo mismo.

Era un lunes cualquiera en la ciudad de Londres. Gracias a las molestas insistencias de la señora Jay Tomlinson hacia su hijo, él había accedido a entrar a la universidad y mezclarse con los demás seres humanos que no fueran él y su belleza superior.

Para el castaño era bastante complicado incorporarse a algún lugar nuevo. En la primaria y secundaria pasaba la mayor parte del tiempo solo, ya que según él, nadie estaba a su altura, ni física ni mucho menos mentalmente. Desde pequeño, Louis había demostrado cierta costumbre de mirarse al espejo y presumir de sus ojos azules, o su cabello castaño, o su voz, o sus labios, o presumir que era la perfección máxima.

Esto también le había traído problemas al relacionarse con las chicas o sus parejas. Nunca había tenido ningún tipo de relación amorosa porque básicamente, les encontraba un defecto a todos. La pobre de Jay ya estaba desesperada de no conocer a nadie de la vida personal de su propio hijo, así que desesperada lo inscribió en la universidad sin preguntarle.

Así que, eso hacia Louis aquel lunes, alistarse para ir a la universidad.

― ¡Adiós, mamá!

De costumbre, no recibió ningún tipo de respuesta.

Tomó su bolso para luego salir por la puerta en dirección a su coche, se subió en él y comenzó a conducir. La música en la radio sonaba por los parlantes del auto mientras se detenía en el semáforo en rojo.

Por el espejo retrovisor, vio su cara y sonrió. La había visto otra vez, sí, a la perfección, o mejor dicho, a sí mismo.

Llegando a la universidad se bajó junto a su bolso y sus lentes de sol. Se colocó los lentes y caminó hacia su salón. No hablaría con ninguno de sus compañeros de facultad. Todos eran unos completos idiotas que no tenían ni un mínimo de estándar para estar al lado de la perfección divina, o, mejor dicho, Louis Tomlinson.

El castaño se encontraba estudiando para ser un Diseñador, de esos que venden su ropa haciendo que los modelos se vieran fantásticos, algo así como un ángel caído del cielo. Quizás así podría contribuir a la miseria humana que lo rodeaba. Pobrecillos, imperfectos.

―Bien, siéntense todos por favor―El profesor aplaudía para llamar la atención de toda la clase. Los estudiantes se sentaron y miraron atentamente hacia el frente. Louis garabateaba distraídamente en su libreta. La cháchara del profesor no era algo que le llamara la atención.

―Voy a pasar la lista, por favor levanten su mano si es que están aquí.

Los nombres pasaban y pasaban, todos los mismos compañeros del año pasado. Louis suspiró pesadamente. No hablaba con nadie en toda la universidad, excepto aquel chico de lentes y cabello rubio de la facultad de medicina: Niall Horan. Al menos y a gran diferencia de sus compañeros de clase, era listo. Tampoco era la perfección divina tal como Louis, pero al menos era pasable, además era guapo y tenía un buen estilo.

―Louis Tomlinson.

―El mejor de la clase está aquí, por supuesto―El castaño levantó la mano llamando la atención de todo el auditorio, para luego seguir con sus garabatos. La puerta del salón se abrió, todos hicieron silencio y vieron a un chico bastante alto, con una mochila colgada a sus hombros y con unos visibles tatuajes entrar al salón.

Perfect. | Larry Stylinson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora