Veinte

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-Alex... ¿Qué estás haciendo? - Le preguntó andando hacia ellos sin dejar de mirar a Tahiel. Éste trataba de soltarse pero sus intentos eran inútiles. - Suéltalo por favor.

-Sabía que no vendrías conmigo por iniciativa propia. Él se viene con nosotros.

-Alex, es un niño, está asustado. Déjalo ir.-
Echó mano a su espalda y sacó un arma. Apuntó con Rubén al pecho de Tahiel.

-Sube al coche, Rubén.

***

Miguel y Simon salieron de su despacho y encontraron a Valerie ofreciéndole una taza humeante al chico sentado a su lado. Simon adelantó a Miguel y le cogió de las manos la taza a Valerie asustándola por ese gesto.

Se la llevó a la boca y bebió un poco. Cuando bajó la taza se relamió los labios dejando entrever su lengua rosada y sonrojando a Valerie quien apartó la vista.

-¿Lo has preparado tú? - Inquirió inclinándose sobre ella.

-Si...

-A partir de ahora quiero una taza como esta siempre que me veas. ¿Entendido? - La forma como le hablaba, autoritaria y sin dejar ninguna duda de la única respuesta esperada, hicieron que se estremeciera, no precisamente de miedo. Había algo en su voz capaz de despertarle sentimientos enterrados.

Valerie lo miró de reojo. Estaba tan cerca de ella.... Asintió con rapidez para poder alejarse. Miguel la ayudó apartándole de ella e interponiéndose.

-Déjala en paz. - El tono de voz que empleó le dijo a Simon que se andara con cuidado. Entrecerró el cejo confundido por esa protección hacia Valerie pero no dijo nada.

-¡Sí! ¡Esa taza era mía! - Añadió el joven.

-Olvídate. Tú tienes trabajo; haz lo que necesito y me pensaré dejar que Valerie te prepare una taza de chocolate.

-Capullo...

-Esa lengua... - Replicó Simon dándole una patada en la silla donde estaba.

-¿Dónde puedo hacerlo? Y necesito saber si el móvil está encendido. Si no es así ya os podéis despedir; entrar en esos sistemas es fácil, pero solo cuando están encendidos.

-Le he llamado hace unas horas y estaba activado; pero no lo ha cogido. - Le informó Miguel.

-Ponte en el ordenador de Valerie. Solo dinos cuándo estás listo y llamaremos.

El chico se levantó de la silla y fue hasta la mesa de Valerie que se había levantado al oír hablar a Simon de su ordenador. Se sentó delante del mismo y empezó a teclear como un loco dejando asombrado a los demás.

-¿Dónde lo has encontrado?

-Soy bueno, ¿verdad? Deberías ver lo que piensa el gobierno cuando me infiltro en sus páginas.

-Si logras hacer un buen trabajo entras en nómina, chico. - Le dijo Miguel. - Sería bueno tener esa clase de habilidades en el negocio.

Una sonrisa torcida se formó en el rostro del joven y se concentró en el sistema al que debía acceder.

-Listo. Llama y cruza los dedos.

Miguel se sacó el móvil del bolsillo y buscó el número de Rubén. Rogaba porque estuviera encendido todavía.

*

El móvil de Rubén empezó a vibrar en su trasero y, aunque al principio se asustó por el movimiento, lo vio como una oportunidad de ayuda. Tahiel lo miró asustado; uno de sus brazos estaba esposado a la puerta trasera del coche donde estaban y Alex estaba conduciendo en ese momento.

Sin hacer movimientos bruscos movió las caderas para apartarse un poco del espaldar del asiento y deslizar su mano por el bolsillo del trasero para coger el móvil. Tenía que descolgarlo como fuera.

Afortunadamente una vez abierta la tapa lo único que debía hacer era hablar.

-Ja...- Se oyó en el coche.

-Alex, por favor, deja que Tahiel se vaya. - Cortó antes de que se diera cuenta de algo.

-No. Él viene con nosotros.

-No seas tonto. Miguel estará buscándolo. Estará buscándome a mí. ¿Dónde vamos a ir para que no nos encuentre?

-Tengo un sitio.

-¿Cuál? - Preguntó tratando de sacarle la información.

-Ya lo verás.

-Alex, no puedes hacer esto... Deberías haberte entregado a la policía, haber auxiliado a...

-¡Cállate! - Gritó golpeando el volante. Rubén jadeó asustado mientras Tahiel se aferraba a el con cuidado de no darle al móvil.

***

-¿Qué pasa Miguel?

-Ese desgraciado tiene a mi hijo.

-No puede ser... - Murmuró Valerie. - Llamaré ahora mismo al colegio. - Dijo cogiendo el teléfono fijo y marcando el número.

Dos minutos después no podía mirarlo a los ojos, sus lágrimas empapándole las mejillas.

-Dicen que llegó un hombre... Sacó a Tahiel de la clase y dijo que lo habías mandado a buscarle.

-Debí matarlo cuando lo tuve delante. - Gruñó aún con el teléfono en el oído.

Escuchaba cómo Rubén trataba de sacarle alguna información a Alex a pesar del peligro que corría. Varias veces oía los gritos de Tahiel llamando a Rubén después de algún sonido sordo, seguramente de bofetadas. Tenía que controlarse para no gritar al teléfono y ser oído por los que allí estaban.

-Miguel... No es por nada pero el móvil se mueve. - Interrumpió el joven.

Los tres miraron la pantalla del ordenador donde un círculo indicaba la posición exacta del móvil de Rubén. Estaban saliendo de la ciudad.

-Ve indicándonos la dirección, chico. Vamos tras ellos. - Mandó Simon tirando de Miguel y corriendo hacia el coche.

***

-Alex, tú no eres así. - Susurró Rubén irguiéndose tras soportar la última bofetada de él.

Tahiel sostenía en ese momento el móvil con su mano libre y trataba de ayudarlo a meterlo en el bolsillo de Rubén sin que se desconectara.

-He cambiado, ya lo sabes.

-Si, pero en el fondo se que sigues siendo el dulce y amable Alex del que yo me enamoré. Por favor, deja al niño libre. No le hagas esto. Te prometo que no me iré, ¿de acuerdo? Déjalo en cualquier parte de la calle y él preguntará por un teléfono para llamar a Miguel.

-¿Y que llamen a la policía para que me detengan? Ni hablar...

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clases de amor ↮rubelangel™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora