Lo que más le dio terror en ese tiempo, era la manera en que el líder de aquel entonces se refería incluso a su propio hijo, cómo si el gemelo menor sólo fuera una herramienta, alguien sin mucho valor. Había conocido personalmente al pequeño Hizashi meses antes de su exilio, meses antes de que estallara la segunda guerra y estaba segura que era un niño encantador, aunque cargando con una inmensa tristeza.

El sonido de unos pasos la sacó de su meditación, varios shinobi de la Hoja ahogaron sonidos de asombro al ver el desastre en el lugar.

— Tsunade-sama— dijo el primero, llamando la atención de la Sannin— ¿Qué..qué ha pasado aquí?

Había miedo en la voz del hombre y sus ojos también delataban su nerviosismo, los otros tres también intercambiaban comentarios, temiendo el tocar los cadáveres de los jóvenes e inexpertos y de los viejos y veteranos Hyūga que habían caído cumpliendo la misión que tenían de proteger a su líder.

— Tus ojos pueden atestiguar que es lo que ha pasado— replicó la mujer— Una catástrofe, una afrenta directa a la aldea.

— Es una desgracia...

— Tenemos que llevar estos cuerpos a la aldea, los investigaremos— La rubia alzó la mano izquierda, impidiendo con ese hecho que el shinobi detuviera su intención de hablar—. Yo misma iré donde Kakashi para informarle de esto.

— Hai!— respondió el hombre y tomó a dos de los caídos, los brazos hacían falta en uno de ellos, y tenía una extraña cavidad en el pecho, cómo si alguien con una fuerza sobrehumana lo hubiera atravesado con su mano desnuda.

— Tenemos que mantener esto en estado de secreto hasta que el Hokage vea conveniente el decirlo al público. Sasuke, puedes volver a tus deberes.

El Uchiha asintió, y tras una cortina de humo blanco, desapareció.

— Algo extraño está pasando aquí, es mi deber descubrir de que se trata.



En otro sector de la aldea, Tenten entrenaba con sus peligrosas armas, siendo aplaudida por su actuación. La joven cruzó el rostro para ver a Ino Yamanaka celebrando su acto con alegría.

— Está es una de las cosas que entraño en Suna— volvió a juntar sus manos, dejando ver un perfecto manicure y largas uñas de un color violeta oscuro.

— Konnichiwa Ino—la maestra de las armas ajustó los enormes pergaminos a su cintura, y dio otra vuelta a la bufanda que cubría su cuello del inclemente frío.

— Hoy comienza la celebración del festival, creo que sería bueno festejar en compañía de amigas.

— Si es sobre comprar todo lo que veas a tu andar, paso— una sonrisa cruzó el rostro de la castaña y se colocó en posición, lista a atacar.

— Será divertido. Además no creo que así logres tu cometido de conquistar a Neji-san.

La sonrisa de la joven kunoichi se ensombreció y apartó la vista, de pronto perdió el control sobre sus emociones, y justo después que la primera lágrima hizo camino hasta caer al piso, otra le siguió, hasta que dejó escapar un enfurecido sollozo.

Ino estaba perpleja, no comprendía la actitud de la maestra en armas, Tenten, a pesar de sus diferencias era una persona segura de si misma, fuerte y valiente, con deseos de llegar a ser cómo Tsunade-sama.

Jamás le había visto llorar, ni siquiera en medio de las misiones más duras, siempre irradiando optimismo, y una fortaleza más allá de una persona corriente, y centrada en su objetivo, pero ahora, parecía que estaba rota.

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