2 "¿Disculpas?"

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LUKMAN

Vuelvo a ponerme en mi posición inicial, y escucho como el Rey nos da la bienvenida a mi hermano y a mí. Espero termine pronto de hablar, estoy demasiado cansado para continuar de pie, el viaje desde el alto Egipto fue demasiado largo, provocándome un cansancio eterno. Solo espero no verme cansado o derrotado ante tantas siervas hermosas que me rodean. El Rey termina de hablar, y todo el mundo comienza a sacar pequeñas cosas para comer desde las bandejas que los siervos llevan. Busco con la mirada a mi hermano, desde que llegamos, ha estado besándole la mano y hablándole a la princesa. No es que me ponga celoso, pero me siento algo solo en estos momentos.

- ¿Vino? – me pregunta una sierva, distrayéndome de mis pensamientos. Mis ojos la observan desde los pies a la cabeza, ella agacha la mirada, me gusta eso, que enseñen respeto ante un príncipe. Tomo de la bandeja de oro que lleva en la mano, una copa repleta de vino, cuando lo hago ella se da la vuelta y se retira para seguirle sirviendo al resto de palacio. Si no estuviera rodeado de gente, habría hecho que esa sierva se devolviera ante mí, y que aprenda a que debe pedirme permiso, antes de retirarse de mi presencia. Pero no quiero dar una primera mala impresión. Eso sí, no olvidare el rostro de aquella sierva, y le enseñare como debe tratar a un príncipe. Y hablando de príncipes:

- Hola – me dice una voz masculina detrás de mí. Es Mines.

- ¿Qué tal? – le respondo, al príncipe de piel blanca y un cabello negro.

- Muy bien, ¿Y tú? ¿Te ha gustado la bienvenida que preparó la esposa del rey? – me pregunta. Qué curioso que trate a su Madre como "esposa del rey".

- ¿Esposa del Rey? ¿No deberías decirle Madre o Reina? – le pregunto.

- Ella no es mi Madre – me responde con una sonrisa, y dándole un pequeño sorbo a una copa de vino que tiene en la mano, haciendo que su pequeña sonrisa desaparezca por un momento.

- Vaya – exclamo – no era mi intención hacerle preguntas incomodas Príncipe – le digo, fingiendo sentirme culpable, cosa que realmente no siento.

- No hay problema – me sonríe. De pronto siento que su mirada se tensa, miro hacia atrás de mí y el Rey se dirige hacia nosotros. Cuando llega me sonríe y me dice:

- Espero que nuestro palacio sea de su agrado Príncipe Lukman – dice el Rey, con un tono de voz frio, está intentando ser amable, pero su pesado rostro le impide que sienta esa real amabilidad.

- Por supuesto que es de mi agrado querido Rey – le digo – todo es muy hermoso –

- Hablando de hermoso – dice el Rey – Mines te llevará a lo que será su habitación, luego de eso asignaremos los siervos que se encargaran de satisfacer sus necesidades mientras esté en Palacio.

- Muchas gracias – le digo con una sonrisa. Luego él se retira sin despedirse, me vuelvo a voltear para seguir hablando con Mines, y al parecer su mirada se ha relajado, ¿Acaso el rey lo pone tenso o nervioso? No debería, es su Padre después de todo.

- ¿Podrías llevarme a mi habitación? Por favor – le pregunto, con una pequeña sonrisa en mi rostro, provocando que se me hagan margaritas en el rostro.

- ¿Tan pronto? La fiesta de bienvenida recién está comenzando – me dice.

- Lo sé, pero seamos sinceros, la fiesta es realmente para mi hermano, el futuro prometido de tu Hermana, no es para mí –

- La Reina hizo esto para ambos, pero si así lo desea puede seguirme y lo llevaré a su habitación – dice Mines, volteándose e indicándome que lo siga, tres siervos siguen al Príncipe Mines, yo no tolero que estos me sigan todo el día, me resulta muy molesto. Mines me hace salir del salón de trono del rey, y caminamos por unos largos pasillos de Palacio, lleno de estatuas de cada uno de los Dioses de Egipto.

A Escondidas Del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora