CAPITULO 9

9.8K 916 46
                                    

¿Qué rayos pasó? Pienso, abriendo mis ojos lentamente, con ellos un tanto desenfocados mientras me recuesto del espaldar de la cama, donde de inmediato el recuerdo llega a mí, haciendo que mi cuerpo se tense por completo, reviviéndolo.

Yo despertando en medio de la noche, aquel hombre entrando al aparta-estudio, mis gritos, mientras mis pies permanecen anclados al piso y luego la nada.

Pero es todo muy extraño, aún estoy en casa y no lejos, siendo raptada.

¿Lo habré soñado? Me pregunto y si así fue, estuvo demasiado vívido para mi gusto.

Además, cuando me "desmayé" estaba cerca del sofá y ahora me encuentro entre la comodidad de mis sabanas.

Y aunque con todo mi ser deseo que hubiese sido una pesadilla, la puerta abierta de par en par me revela la realidad de lo vivido, pues yo definitivamente la cerré antes de acostarme.

El terror vuelve a mí y se hace peor cuando escucho dos pares de zapatos acercarse con rapidez.

Debió haber ido por su secuaz. Pienso, temerosa y tomo la lámpara de noche en mis manos para luego ponerme de pie. Esta vez no caeré presa del pánico.

Mi corazón late despavorido mientras espero y trazo un improvisado plan para tronchar los planes de aquellos abusadores que piensan vulnerar mi libertad, pero nada de eso llega a pasar, porque quien cruza el umbral de la puerta es Luna, que rápidamente llega hasta a mí, tomando mi rostro en sus manos, comprobando y preguntando si me encuentro bien, a lo que asiento.

—Gracias a Dios —se alivia, quitándome la lámpara que he estado empuñando en mis manos.

La expectativa me había hecho agarrarla con mucha fuerza y ahora mis manos están adoloridas, con algunos cortes provocados por mis uñas.

—¿Atraparon al intruso? —pregunto, deseando que la respuesta sea afirmativa.

Debo verlo y saber cuál era su intensión.

—Ay, cariño, es que todo ha sido un malentendido —responde, suspirando, confundiéndome por un momento, hasta que lo noto.

De espaladas a nosotras, apoyando sus manos en el espacio de la cocina.

Su piel morena saliendo de aquella polera, la misma que pude divisar en quien irrumpió e hizo que me desmayase. Su cuerpo esbelto, su espalda ancha y ejercitada, y en su cabeza una mata espesa de pelo tan negro como la misma noche.

Y mi mente hace las conjeturas, Oh demonios... No hay dudas, es él.

Había pasado demasiado tiempo embelesada viendo sus fotos y estados de WhatsApp como para no reconocerlo.

—Bueno... —continua Luna— ha sido mi hijo, el que irrumpió aquí. Yo no le había contado que te estabas quedando en el aparta-estudio y él, queriendo sorprenderme, apareció aquí sin avisar y de madrugada, contando con que su ''cueva'' estaría vacía.

—Oh —logro decir, mientras el miedo desaparece, dando paso a la vergüenza.

Menudo espectáculo el que monté.

Ella me informa que desea presentármelo formalmente y yo la freno por un momento, tomando unas leggins y una blusa cualquiera del cajón, para colocarlas en mi cuerpo.

Él ya ha visto suficiente. Pienso.

Cuando termino de cambiarme, su voz llega a través de la estancia y debo decir que es aún más profunda y malditamente seductora que a través del teléfono.

Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora