Semana tres

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¡Bienvenidos a la semana tres de The Watt House!

Felicitaciones a los 12 participantes que aún se mantienen de pie en la competencia, y gracias por permitirnos deleitar a los lectores que nos siguen con sus magníficas creaciones.

Hoy no tengo mucho más por decir, que disfruten de esta semana y aprovechen cada oportunidad que tienen para demostrar sus grandes ideas hechas historias.

Y votantes, sigan con su ojo crítico. Cada vez el grupo se irá haciendo más pequeño y quienes lleguen a la final dependen de sus elecciones. ¡Así que a leer!

Reto: "No liberes a la bestia"

Según la RAE, bestia significa monstruo.

Tu reto será predecir el fin del mundo. La causa puede ser divina, humana, externa a este mundo o cualquiera que imagines.

La única condición será tener en cuenta los instintos humanos.

Por ello, la RAE debería cambiar su definición de bestia, por humano.

O mejor aún: humanidad.

Semana tres | The Watt House

1. Apocalypto

LA INVASIÓN

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LA INVASIÓN

Todo parecía tranquilo aquella mañana. Nada anormal. Un día como cualquier otro donde me tenía que levantar obligatoriamente para ir a estudiar. Todo igual.

Había llegado a la universidad con algo de pereza, aquella carrera de medicina me estaba matando.

Me hallaba sentado en el aula con el resto de mis compañeros, poniendo atención a todo lo que el profesor de ingles hablaba. Era aburrido, sentía que en cualquier momento iba a caer dormido sobre la silla y luego ganarme un llamado de atención por parte de ese puñetero profesor. Pero... algo comenzó a suceder.

Al principio creí que no se trataba de algo grave. Era un sismo, que iba tomando a cada segundo más fuerza.

Abrí los ojos como platos y observé mi alrededor, al igual que yo, el resto de mis compañeros miraban todo su entorno. El temblor se podía sentir como pequeños jalones.

De un momento a otro, el sismo se intensificó demasiado. Se sintió como si alguien me hubiera empujado desde atrás con demasiada fuerza. Caí al suelo y me golpeé la cabeza contra el  suelo.

Segundos más tarde, me levanté del suelo y me agarré a toda prisa de lo más firme que hubiera en ese momento.

Todo se sacudía con demasiada fuerza, las ventanas estallaron en una gran lluvia de cristal que cayó sobre el maestro de ingles. Por suerte, reaccionó a tiempo y se cubrió.

A tropezones y caminando como borracho, me movilice hasta una de las esquinas del salón, pues había levantado la mirada y pude ver como el techo se estaba agrietando. Todo el edificio iba a colapsar. Debía salir de allí.

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