Necesitaba reconciliarme conmigo.
Llevaba unos meses buscándolo, pero mi obsesión por el trabajo no me lo permitía.Compré un boleto con meses de anticipación; en un arranque de locura gasté mis ahorros en un vuelo que no sabía si iba a tomar. Pasaron los meses y mis esperanzas se desvanecían. Ya daba el dinero por perdido.
El último viernes antes de salir de vacaciones, se cumplió para mí la pesadilla de muchos compañeros del trabajo: Firmé mi renuncia; y sentí paz.
Encontré el boleto de avión de milagro.
Hice una maleta, no avisé a nadie, y me fui al aeropuerto.
Eran los últimos días del dos mil doce, la gente se pone histérica en esas fechas, las personas buscan acercarse a sus familias, comer mucho, embriagarse y gastar. Yo quería estar lejos.
Al llegar a la sala de abordar, me informaron lo malo, el avión estaba averiado, y tenía que esperar otro vuelo.
Afortunadamente por ser responsabilidad de la aerolínea nos invitaron a su sala VIP. La gente se arremolinó, y yo esperé.
Cuando llegué a la sala, ningún lugar se veía disponible. A lo lejos un hombre apuesto levantó la mano para señalarme un asiento en su mesa para dos.
- Hola. Muchas gracias.
Dije mientras me sentaba presuroso.- Hola. ¿Cómo estás?
- Bien. Gracias.
Respondí incómodo tratando de recordar donde lo había visto.
YOU ARE READING
Alan Estrada y Yo. Un amor sin reservación.
FanfictionUn viajero incansable, y el amor de su vida, cruzan caminos, y unen destinos en esta novela que te atrapará.