I. El Inicio del Todo

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Es inicio de año, faltan un par de meses para el inicio del ciclo universitario como tal. El clima es muy frío, no se puede andar con menos de dos prendas encima al salir y las noches son para arroparse cual empanada buscando la mayor cantidad de calor posible, eso si se tiene pocos ingresos para comprarse un mísero calefactor o alguien a quien abrazar que esté dispuesto a ello.

Oikawa e Iwaizumi no tienen ni uno ni lo otro, desde que se les averió el que tenían se les ha imposibilitado el conseguir uno. Sus recursos económicos van a necesidades más importantes como pagar el pequeño departamento, cual cajita de fósforos, y la comida, ni internet tienen para decir que algo de su situación; ellos ocupan le de la biblioteca universitaria, pasando ahí la mayor parte del día aun cuando no tienen clases, incluso la bibliotecaria se puede sus nombres y han desarrollado una especie de amistad con ella, algo que nunca se hubieran imaginado.

Ambos estudian en la Universidad de Tokio, están en su último año empezando a preparar, antes de entrar, el proyecto final de la carrera. Oikawa estudia Astronomía, ninguno de sus amigos se sorprendió cuando les notificó lo que estudiaría junto a la carta de aprobado que le permitió ingresar; Iwaizumi por su parte se fue por algo menos espacial y más propio de un simple mortal con la cabeza en su planeta, estudia Economía y aprobó por poco más de la nota necesaria, no porque sea malo en los estudios sino porque esa es la universidad con el examen de admisión más difícil que pueda haber. Los otros dos no consiguieron ingresar por poco menos de la nota, pero están en el Instituto Tecnológico de Tokio, estudiando lo que querían en un principio o similar.

Estos dos chicos que, buscando una solución para sobrevivir al frío hasta marzo, en donde la primavera comienza a tirar sus maletas anunciando su pronta llegada, han aceptado la loca propuesta de una amiga para participar en una especie de experimento social que les parece todo menos seguro para su salud mental y, quizás, física.

Seira Minamoto es una muchacha que, contra todo pronóstico, cae demasiado bien para el gusto de algunos. Que al principio parezca que habla hasta por los codos, es solo una imagen que da por la determinada razón que la haya impulsado a hablarle a alguien y es porque siempre se pone nerviosa cuando conoce personas fuera de su entorno cómodo, dígase de otras facultades con los que nunca tuvo clases.

Todo inicia ese mismo día, ellos, pensando en que esa idea tiene más cosas malas que buenas, pero que tampoco iban a negar la oportunidad de vivir su último año de universidad fuera de su caja de fósforos, que parece encogerse con el paso del tiempo, y de paso tener alguna comodidad que no se habían podido costear como les hubiera gustado. Sus años universitarios no han sido tan bellos como esperaban, pero han sacado sus carreras y están pronto a iniciar una vida de adultos.

—¿Estás seguro de que es la dirección correcta? Nunca habíamos venido a esta zona de Tokio.

—Calma Iwa-chan~, Sei-chan dijo que siguiera el GPS y eso hago—Le muestra el teléfono que marca la dirección que deben tomar para llegar a su destino, y justamente van por la dirección correcta según el aparato.

Ninguno de ellos, nunca antes, había usado el GPS para llegar a un lugar porque ellos no suelen salir mucho por falta de tiempo. Todo es estudios, dormir, comer y trabajar para poder costearse lo demás, si no fuera porque sus padres les pagan todos los gastos de la universidad estuvieran cursando apenas el segundo año por ir de materia en materia para lograr llegar al mes con la renta.

Desde esa pequeña charla hasta que llegan no se dirigen la palabra, el primero por ir pendiente del GPS y el segundo por irse aprendiendo las calles para no perderse en el futuro inmediato que inicien a vivir ahí.

Seira los espera en la puerta, tal parece que son los penúltimos en llegar porque todos se adelantaron al no conocer la zona. Lo que no es de extrañar, ninguno estudiante universitario con recursos medios podría costearse vivir en una de esas casas estilo tradicional que al leguas se nota no cuestan unos doscientos mil yenes, seguro se le fue más con todo y los muebles. Y mejor ni imaginar la cantidad de dinero que gastó solo al comprarla, más adelante se vendrán los demás gastos que son los de la luz, y serán grandes considerando la cantidad de personas que vivirán ahí, del agua, el internet, el cable, la comida y vaya a saber qué otra cosa más.

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2016 ⏰

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Teoría del Caos || Oikawa TooruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora