Capítulo 2

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Capítulo 2

El campamento elfo comenzó a montarse fuera de Valle, puesto que dentro de la ciudad no había espacio suficiente para todos los soldados que habían acudido a la desolación de Smaug. Todos los sanadores estaba ocupados atendiendo a los heridos y tal como había dispuesto el rey, varios soldados ayudaban a construir refugios improvisados para los hombres del Lago.

Era increíble la perfecta organización de los elfos y su coordinación al hacer cualquier cosa; desde limpiar la zona para poner las tiendas para dormir, hasta como se dividían de forma equitativa para que nadie hiciera más que otros y mucho menos que alguien estuviera ocioso.

Sin duda alguna en poco tiempo el campamento estaba casi listo y la tienda real terminada de pies a cabeza, tal y como si se hubieran tardado horas en arreglar el improvisado dormitorio del Rey.

Con satisfacción Thranduil se paseaba por la tiendas y daba un rápido chequeo de sus soldados disponibles; algunos continuaban arreglando las tiendas, otros comenzaban a despojarse de la armadura para cambiarla por una más ligera de cuero, algunos más estaban dispersos en puntos específicos para brindar seguridad tanto a su gente como a las personas del Esgaroth.

Ada* —el Rey giro su mirada a su hijo— ¿Crees que se desate un guerra? —aunque lo disimulaba a la perfección su padre sabía que tenía miedo y con justa razón, el joven príncipe jamás había participado en una batalla de grandes dimensiones, luchando únicamente con grupos de no más de cincuenta orcos, cuando mucho y dentro de la seguridad que le proporcionaba los árboles.

—Thorin tiene muchos parientes —no quería ser duro, pero jamás le mentiría al respecto—; está sentado sobre montañas de oro y su poca cordura pronto se verá segada por la avaricia de poseer más... la enfermedad del dragón, asecha a su familia —Legolas bajo la cara imperceptiblemente—. No arriesgaré la vida de mis súbditos, por la locura desmedida de un enano...

—¿Pero creí que por eso estábamos aquí? —Llegaron por fin a la tienda real y Thranduil con un movimiento ordeno a sus soldados que los dejaran solos—. Habías dicho que deseas fervientemente recuperar el collar de...

—Lo sé —no quería que siquiera se mencionara algo al respecto de su finada esposa—. Pero un buen Rey tiene que saber diferenciar que es más importante para su pueblo; los hombres del Lago pasan por necesidades que nuestro pueblo jamás ha enfrentado. Solo hago honor a los convenios que se han firmado entre nuestros pueblos.

Sirvió un poco de su amado vino en una copa y en otra vertió hidromiel para su hijo. Dio un sorbo perdiéndose en sus pensamientos ante la mirada inquisidora de su hijo; en cuestión de segundo rememoro cada una de sus decisiones respecto al tesoro del dragón y nuevamente se volvió a convencer que lo mejor era olvidarse de tomar por la fuerza lo que por derecho le pertenecía.

—No participare en ninguna guerra innecesaria —sentencio dejando la copa de vino en la mesa.

Legolas no continúo con aquella conversación; se alegraba que su padre desistiera de su intento por recuperar un tesoro y aun no comprendía muy bien porque cambiaban las cosas el simple hecho de que trece enanos mal alimentados continuaran con vida dentro de la montaña. Sí ellos eran muchos más...

Claro, el jamás había vivido en carne propia el dolor de una guerra y su padre siempre trataba de alejarlo de ello; jamás se lo dijo directamente pero sus acciones siempre se lo demostraban. Su padre no temía por su propia muerte, sino por la muerte de Legolas, temía llevar a la desgracia a su pueblo sin necesidad.

Por supuesto que cambiaban las cosas; todos creían que los enanos no continuaran con vida y por ello su padre se aventuró a tomar posesión no solo de las joyas blancas de Lasgalen, sino también de una parte del tesoro, no tendría que luchar por ellas simplemente las tomaría.

El encuentro de las NubesTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang