CAPÍTULO 19: Amber y Trent

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—Lo dices como si fuera tan fácil —rió sin gracia. Entonces levantó la cabeza y lo miró suplicante, de pronto arrebatado, furioso—. Mierda, ¡mírame, Rex! ¡Mira en la mierda en la que me ha convertido! ¡Mírame! —gritó con tanto furor que su gritó retumbó en todo el lugar, fácilmente llegando a otro lugar—. ¡Estoy jodido! ¡¿Qué se supone que deba hacer cuando solo puedo imaginar diferentes maneras en acercarme a ella?! Parezco... un primerizo, un niño.
Dejó caer la cabeza, riéndose burlón de sí mismo y de su estado.

Triste, miserable y penoso

—Bueno, dime cómo puedo ayudarte y lo haré.

—La tenía tan cerca —suspiró—. La tenía solo para mí y solo lo arruiné. Estoy cansado de sentirme así, desearía poder arrancármela y olvidarla antes de que acabe conmigo.
Y solo por una vez deseó que Rex y Joe no le dijeran nada. Los miró extrañado cuando no recibió nada más que una amplia sonrisa sincera.

—El pequeño Aaron está enamo... ¡Hey, tranquilo! —gritó Rex desesperado, cubriéndose el rostro cuando Foster empezó a lanzarle todo lo que tenía a su paso con furia.

—¡No estoy enamorado! —gritó a todo pulmón—. ¡No!
Rex, mirándolo resentido, se limitó a levantar la cajita de terciopelo y dejarla sobre la mesa del comedor que yacía vacía a su lado.

—Será mejor que te dejemos tranquilo, solo... guárdalo, ¿bien? Si compraste esta tontería por ella, es para ella —rió Joe antes de dirigirse a la salida. Pero antes de desaparecer, se giró un instante y le dijo:— Piensa más con la cabeza y menos con el corazón por tu bien, Aaron.

—Fácil y una...

—Adiós, Foster, deja de ser tan maleducado.

Días después seguía extrañándola demasiado, pero ¿y? No era el fin del mundo. Y como un verdadero Foster, siempre orgulloso y nunca dispuesto a permitir que barrieran el suelo con su dignidad, se mantuvo al margen de la situación durante el resto de los días. Ese era su plan. Pero fingir que ella no le importaba y que no le gustaba ni un poco era demasiado difícil cuando era Amber todo lo que veía en clases.

Era estúpido, y él lo sabía bien, cada una de las veces en las que se mantenía callado mirándola escribir con prisa todo lo que los profesores decían. La observaba a lo lejos, apreciando su cabello castaño y algo revuelto removerse con cada moviendo de cabeza que hacía. Y su sonrisa... No entendía cómo alguien podía estar feliz de asistir a clases. Él realmente creyó que cada preciosa sonrisa que parecía siempre atormentarlo era por el capricho de una comelibros amante de las clases.

Estaba muy equivocado. Muy tarde había notado que Taylor Bradford siempre se sentaba al lado de la castaña y le hablaba de cosas que él jamás podía oír. Se negaba a aceptar el amargo sabor a los celos que tenía cada vez que la veía rodeada de algún Bradford. Y tampoco entendía eso. ¿Es que nadie le había dicho a Amber que jamás debía acercarse a Trent? Aaron se mantuvo alejado de la situación y siempre observando cómo cada vez ella se rodeaba más de los estúpidos hermanos Bradford. ¿En qué momento sucedió todo eso?

—Aaron, me estás cansando con lo mismo —dijo Rex de pronto mientras daba un golpe tan fuerte a la puertecilla de su casillero que lo sobresaltó, obligándolo a alejar la mirada de Larousse—. Creí que ya habías superado esto.

—¿De qué hablas? —renegó.
Su amigo rodó los ojos y empezaron a caminar directo al estacionamiento.

—No dejas de mirarla. ¿Por qué no hablas con ella de una jodida vez?

Una débil sonrisa se formó en sus labios al oírle decir aquello con tanta facilidad. No era tan fácil como todos lo hacían ver.

—Nunca he podido hablar con ella sin tener que abordarla, Rex, entiéndelo. Y las cosas siempre terminaban mal...

AMBER ©Where stories live. Discover now