Promesas (1-1)

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Yacía allí, en la nieve, su cuerpo cubierto de sangre y su vida escapandosele. Podía sentir cómo su corazón paraba de poco en poco, la luz blanca (tal vez la nieve cubriendo sus ojos) acercándose cada vez más. Los ruidos y quejidos a su alrededor se escuchaban lejos, ya no tan fuerte como antes. Y, él sabia que se lo merecia.

Escuchó un grito de dolor. Y en un abrir y cerrar de ojos, visualizó a un chico castaño de pelo recogido en un moño y ojos rasgados color café. Era un caballero chino. Lloraba, diciendo cosas que el ruso no sabía que decia con exactitud. Pero le rogaba, eso lo tenia claro.

—No te vayas... no me dejes... —susurro entre lágrimas el asiático—. No puedo perderte. No a ti, no puedo...

Levanto su mano temblorosa cubierta de sangre. Acarició las mejillas del chino y sonrió.

—Nos... —guardo silencio. El dolor era demasiado fuerte—. Nos volveremos a ver, te lo prometo. En otra vida, en otra época... te mostraré la persona que nunca pude ser ante tus ojos, mi amado Yao.

Yao se sintió impotente, casi inútil. Apreto contra su pecho el cuerpo casi sin vida de su amante. Llorando sin control y rogandole como un loco.

Y la luz se lo llevo.

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Iván desperto agitado. Agarrando su pecho con gotas de sudor bajando por todo su cuerpo. Miro el reloj en su comoda y vio que eran las 3:30 de la madrugada.

"No otra vez..." dijo para su mismo.

Se recostó de su cama y suspiro. Su respiración ahora más estable que antes. Observo al techo con curiosidad y extrañeza. Hace días venia soñando que él moría y que un chico le lloraba. ¿Qué significaba eso? No tenia sentido. Lo peor de todo es que dolía cuando despertaba otras veces. La primera vez fue llorando bastante histérico; la segunda pataleando; la tercera sollozando. Ahora apenas mantenia su control.

La noche de insomnio paso rápida gracias a dios. Ahora eran las 5:24 de la mañana, tiempo justo para irse a duchar y alistarse para salir a trabajar en la floristería.

Se vistió con su típica bufanda, su camisa blanca desabotonada por el primer botón, sus pantalones negros y sus botas marrones. No tenia ganas de peinar su cabellera albina, puesto que de todas maneras se iba a despeinar en algún momento.

Bajó a la cocina y agarró un pan, lo metió en su boca y salió corriendo. No quería llegar tarde un lunes.

En la entrada del local, se encontró con Feliciano, su compañero nuevo de trabajo, al parecer cortaba algunas hierbas malas mientras sonreía como un adolescente tonto. Le saludo y entro al local. Por su suerte Gilbert no se encontraba ese día, sino Francis pero no parecia muy interesado en las flores, Gilbert tampoco. Iván nego con la cabeza y se dispuso a busca la regadera. Hoy iba a cuidar de sus hermosos girasoles.

Mientras tarareaba una melodía sin sentido y regaba sus girasoles, alguien, una cabellera castaña, llamo su atención. Abrió perplejo los ojos al ver la persona al otro lado de la calle. Él otro estaba igual, sorprendido.

Iván supo al instante que era el chico de sus sueños, el asiático, el guerrero. Yao.

Dejo caer la regadera y en un impulso corrio hacia él. El asiático hizo lo mismo. Corrieron hasta chocar cara a cara. Iván cargo en sus brazos a Yao, abrazandolo por alguna extraña razón. Ambos se miraron un momento y todo fue tan rápido. El chino depósito un beso en los labios del ruso. Un beso tan suave y tan cálido. Un beso que ninguno de los dos había recibido nunca en sus vidas.

Los recuerdos.

Iván recordó un chico asiático entrenar contra un árbol; Iván recordó un chico asiático comer junto un rubio y besarlo con torpeza; Iván recordó la mirada de lujuria y éxtasis de un chico asiático debajo suyo... Todo eso y más.

Se sintió mareado al tener todo esos recuerdos ahora y más con el chino en su brazos, besandole. Se separan en busca de aire, entonces Iván le deja en el suelo. La gente a su alrededor estaba horrorizada ante la escena anterior, pero a ellos les importaba menos. Yao e Iván se miraron incrédulos, como si un fantasma estuviese adelante de ellos. ASí que se miran nuevamente, sin ninguno saber qué decir. Sólo sus miradas quemando el alma de cada uno de ellos. Ellos no sabían que hacer, los recuerdos y los sentimientos espontáneos...

—Yao... —susurro el ruso.

—Iván... —susurro el chino.

Los ojos de Yao se cristalizaron. Iván se sintió destrozado y abrazó al chico. Diciéndole tantas cosas lindas que calentaban su ser...

—Oh, Dios... qué nos esta pasando aru...—sollozo en su pecho. Iván acarició su cabello.

-No lo sé, pero me gusta.

Iván beso los pequeñitos labios rosados de Yao. Se quedaron un rato mirándose. Pensando que iban a decir. Ellos estaban tan enredados que ninguno sabia cuando quen fue que miro primero a quien. Iván suspiro feliz, por primera vez en mucho tiempo.

Nos volveremos a ver, te lo prometo. En otra vida, en otra época... te mostraré la persona que nunca pude ser ante tus ojos, mi amado Yao.


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Meh, trama y más drama~ muerte y amor~ amo estas cosas xd

Amo hacer sufrir personajes ficticios...

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