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Un día, mientras ella salía del baño, y casi medio año después de la obra, vio a Hippo salir de su salón con su bata del laboratorio, y con mucha prisa.

Ella iba a bajar las escaleras, y él a subirlas.

La chica se apresuró a llegar a las escaleras, y las bajó fingiendo tener mucho interés en los sucios escalones, él pasó junto a ella, y se le cayó su libreta.

Como un rayo, la mano de Mérida la levantó, sin pensarlo un segundo.

Ella se la entregó, y él la miró.

- Gracias.

Su perfecta sonrisa.

- No hay de qué.

Ambos ya continuaban sus caminos, cuando él pareció reconocerla.

- Disculpa, ¿nos conocemos de algo? Es sólo que me pareces conocida.

Ella sonrió.

- Estábamos ambos en Vaselina. Yo era...

- Cha Cha. Lo recuerdo.

Casi se le sale el corazón.

- Mi nombre es Hippo, un gusto en conocerte.

Como si no lo supiera, Mérida estrechó su mano, incapaz de creérselo.


¿Ya me olvidaste? (Historia corta Mericcup #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora