25. Comportamientos amorosos.

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Brooke

La semana casi acababa. El viaje de fin de curso, casi terminaba.

Estaba sentada en una de las reposteras que había cerca de la piscina del hotel. Vi que Dylan se acercaba y miré hacia arriba. El se sentó junto a mí. Sé quedó callado unos segundos hasta que habló.

— ¿Ya tienes planeado con quién ir al baile de Graduación?

— Nadie me ha invitado aún. Aunque supongo que William lo hará. Aunque... No venga a nuestra escuela. De todas formas... No sé si decirle.

— Yo no creo que sea el indicado, Brooklyn.

— ¿Qué no crees qué? —Lo miré levantando una ceja—. Y... ¿Se puede saber desde cuando opinas sobre quién es mi pareja indicada o no? —Sonreí irónica. Era absurdo que Dylan esté hablando de esto conmigo.

— Bueno, yo creo que él es gay. ¿Has visto su forma de vestir?

— Tu justificación es totalmente absurda. A él le encanta vestirse elegante, eso no lo hace gay —dije obvia.

— Bien, yo no quieroquevayasconel —Lo último lo escuche en un balbuceo.

— ¿Qué?

— Que yo no quiero que vayasconel.

— ¿Eh?

— ¡No quiero que vayas con él! ¿Okay? —Su petición me dejó atónita.

— Dylan...

— Brooke yo —Su cara parecía haber cambiado. Se veía confundido.

Me paré de la silla y salí corriendo del hotel. Comencé a caminar por las calles, no podía pensar ahí adentro. Estaba muy confundida.

— ¡Brooklyn! —Me di vuelta para encontrarme con el rostro de Dylan. El cielo estaba gris, parecía que se caería en pedazos.

— ¿Qué quieres Dylan?

— Yo... Creo que me he enamorado de ti —Esas palabras hicieron que mi corazón se rompiera. Mi panza comenzó a dolerme mucho más que las otras veces que había estado con el.— Creo que no solo me gustas Brooke. Me he enamorado —Rió en seco— Lo que es curioso, porque jamás me había enamorado de nadie, y tú... Eres mi enemiga. Se supone que debo odiarte, pero... No puedo. Simplemente no puedo Brooke. No sé que mierda me pasa y porqué me pongo así porque te juro que no tenía planeado decirte esto —En ese momento una lluvia torrencial comenzó a caer del cielo. Dylan se restregó la mano por su cara— ¡Ay por dios! Todo esto es tan jodidamente cliché.

— Dylan, no sé qué decir —Reí nerviosa. Me acerqué más a él. Su cara estaba empapada. Su cabello estaba despeinado y sus ojos me miraban de una manera en la que jamás me habían mirado antes.

— No me importa si no estás enamorada. Eso estaría bien, porque te olvidaría y sería la salida fácil, y bueno... Sería la primera vez que me rindo frente a ti. De todas formas esto sería un amor sin sentido, ya que es prohibido —No lo dejé continuar, solo lo besé. Lo tomé del cuello y el agarró mi cintura. No fue un impulso. Mi corazón me dijo que debía hacerlo. Olvidé todo. Me limité a besarlo, solo eso.

— ¿Qué haces? —Se separó lentamente del beso.

— Yo... Creo que también estoy enamorada de ti, Dylan Montesco. Además, adoro romper las reglas, y tú eres la regla de "no fraternizar con el enemigo"... Lo siento mamá, demasiado tarde —El rió.— Tus chistes siempre me hacen reír, y tus bromas son muy buena competencia para las mías. Me gusta escucharte tocar la batería en la mañana. Me gusta que tu cabello siempre se vea despeinado. Me gusta tu estilo rockero, pero lo que más me gusta de ti... Es que seas tú mismo, sin tapujos, sin censuras.

— A mí me gusta verte bailar por las noches. Me gusta verte sonreír. Me gusta que intentes hacer chistes tan buenos como los míos, aunque no te salgan —Le pegué en su hombro— Recuerda... "sincero". Me gusta cómo te vistes. Me gusta tu perfume. Me gusta lo malvada que eres con la gente que lo merece. Me gusta que te guste romper las reglas —El me besó.

— ¿Y qué haremos ahora? —Torcí mi labio esperando una respuesta de su parte.

— Mmm —pensó.— ¡Ya se! Hoy a las 20, te esperaré e iremos a pasear.

— Eso no resuelve el problema más grande que es que haremos.

— Vive el momento. Iremos a divertirnos. Estamos en Roma, Italia. Cuando volvamos a nuestras casas lo resolveremos. Aquí nadie nos puede decir que hacer.

...

Me puse un mono, color Aqua, y até mi cabello en una cola de caballo.

Mis amigas se habían ido a cenar con sus novios. Una salida de parejas. Excepto por Dylan y yo, que habíamos dejado diferentes excusas.

Escuché unas piedritas caer en el vidrio de la puerta que daba a la pequeña terraza. Salí a esta y abajo estaba Dylan.

— La escena se repite Julieta. Solo que esta vez os divertiremos —Bajé del balcón con ayuda de Dyl.

— ¿Acaso todos los lugares que vamos tienen balcón? Me refiero a: tu habitación con balcón, aquí con balcón. Mierda que es difícil ser Romeo...

— ¡Cállate que la que baja del balcón aquí soy yo! —Los dos reímos.

Caminamos y fuimos por la bella noche de Italia juntos. Las manos de Dylan y yo estaban muy pegadas. Decidí agarrarlo de la mano, si él no lo hace... Recargué mi cabeza en su hombro mientras charlábamos de todas las aventuras que habíamos tenido de pequeños.

— Ayer eras mi enemiga, y hoy lo sigues siendo... Pero eres una enemiga enamorada.

— Y tú un enemigo enamorado —Lo besé.

Seguimos caminando toda la noche, hasta cansarnos y volver hasta el hotel. Los dos subimos a mi balcón. El se despidió de mí con un beso, y salto hacia su lado del balcón.

Entré a la habitación mordiendo mi labio inferior. Todo había sido perfecto hoy. Las luces estaban apagadas pero se prendieron de repente, dejando a la vista las caras de preocupación de mis amigas.

— Brooklyn Capuleto, ¿se puede saber dónde te encontrabas? —Wow Ámbar estaba molesta, o eso parecía.

— ¡Creímos que te habían raptado!

— No Grace, tú creíste eso. Nosotras creímos que William te había llevado.

— Em, solo fui a caminar —dije tirándome en mi cama. Mis amigas me rodearon.

— Pues tu cara dice otra cosa —sonrió Merlina.

— ¿Dylan? —preguntaron las tres a coro.

— ¡No! Él es nefasto —Levantaron el hombro y se fueron a sus camas nuevamente.

— Las mentiras tienen patas cortas Brooke.

— Y los chismes corren rápido —dijo Ámbar.

Dylan

— ¡Ya les dije que me encontré una italiana que estaba...! De re mil.

— Cuéntanos... ¿La tocaste? —Bruno estaba sentado en su cama esperando que le cuente detalles íntimos.

— No, hermano... Estaban en la calle, ¡qué asco eres! —inquirió Patrick.

— Yo te noto demasiado feliz como para que halla sido cualquier chica...

— Que descansen... Mañana nos toca un vuelo largo.

Familias en Guerra.Kde žijí příběhy. Začni objevovat