CAPÍTULO 18: Volver a verla

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— Mierda, Aaron, he visto cada una de tus estúpidas sonrisas cuando estás con ella. Incluso te he visto furioso solo porque Amber se dignó a ignorarte. Te conozco como a la palma de mi mano como para haber jurado que no tenías ni una célula de celoso, pero ayer... diablos, estos días estuviste furioso, deseoso de romper todo lo que te rodeaba solo porque te enteraste de que Trenton quiere meterse en los pantalones de tu linda chica —Le recordó sin más, como un fusil lanzado directamente a él—. Miénteme y dime que prácticamente no estuviste controlándola y cuidando que ella estuviera bien, lejos de cualquier Bradford que pudiera herirla como lo hicieron contigo, incluso yendo a su casa para verla y...

— Rex, déjame tranquilo y lárgate.

Aaron intentó regularizar su respiración aun cuando prácticamente había dejado de oír a su mejor amigo.

— Aaron... —murmuró Rex con tristeza—. Es que te tiene comiendo de su mano y ni siquiera lo has notado. Nunca te había visto comportarte como un completo y verdadero idiota hasta que ella apareció, lo tuyo ya es una jodida exageración. Así que piensa en Amber un poco más, ya ha pasado suficiente como para que le compliques la existencia, sé que no piensas admitirlo pero ella te importa demasiado.

— Rex, ¡que te calles!

Rex avanzó hacia él y prácticamente lo levantó de un manotazo. Quedaron cara a cara, enfrentándose y diciéndose las verdades que tanto le dolía. Verdades que ya estaban hechas y que no podía solucionar ni mucho menos cambiar.

— ¿Qué harías si Amber elige a Trent sobre ti?

Eso jamás sucederá, pensó muy seguro.

Vaya, que equivocado estaba...

— Eso es imposible —bufó con dureza—. ¡Trent puede irse a la mierda pero no dejaré que toque ni un solo cabello de Amber! No permitiré que la corrompa a ella también.

Bajó la mirada, sintiendo su pecho doliéndole como nunca antes lo había hecho antes.

— Aaron... —Rex se sacudió el cabello y negó repetidas veces con la cabeza—. Es que no puedes jugar con ella, entiéndelo. Métete esa idea en la cabeza de una vez por todas. Besarte con Camille frente a ella y al día siguiente lanzarle rosas a Amber no es el camino.

— ¿Cómo estás tan seguro? —se burló.

— Bueno, haz lo que mierda quieras, Aaron. Sólo te digo que estoy muy seguro de que a nadie le gusta ser el segundo plato de nadie, mucho menos que la traten como a una conquista más o a un juego.

Sólo entonces levantó la mirada y dijo los ojos sobre Rex, antes de oír un consejo que lo dejaría pensando el resto del día.

— ¿Entonces?

— ¿Qué es lo que quieres, Aaron?

¿Qué quería? Tragó en grueso, cerrando los ojos con la cabeza enterrada entre sus rodillas e imaginándola.

— No me hagas decirlo, Rex —gruñó.

Rex soltó una risa breve y sonrió.

— Bien, deja de ser un tonto. Solo sé el verdadero Aaron Foster, no un completo imbécil. No sé por qué tienes esa manía de creerte lo mejor y hacerte quedar a ti mismo como un tonto con ella todo el tiempo. Así solo das lástima.

— Pero...

— Y no la humilles más. Ayer vi suficiente cuando dejaste que Steve dijera esa mierda de ella. Cuando prácticamente la reclamo como a...

Odiaba que lo interrumpieran. Lo enfurecía, en realidad. Y hasta el momento, Rex había osado hacerlo al menos unas cuatro veces. Así que si antes no tenía paciencia por lo furioso que estaba, ahora acababa de llegar al límite. Dio un paso hacia él y lo empujó ligeramente con fastidio.

AMBER ©Where stories live. Discover now