Capítulo 8

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Cuando despertó esa mañana estaba solo en la cama encontrándose un hueco frío y vacío a su lado, allí donde debería estar reposando el cuerpo de Jared.
Se frotó los ojos con el dorso de la mano y vio la nota en la mesilla de noche por primera vez. La tomó entre sus dedos para poder leer su contenido y, rápidamente, una sonrisa se dibujó en sus labios.

<<Toma café y una pastilla, estaré ahí a la hora de comer...
Intenta no meterte en más líos.
Jared :P>>

¿Se podía ser más infantil y adorable? pensó Jensen mientras se tiraba de nuevo en el colchón.
Las palabras de su madre volvieron a resonar en su mente. Realmente, Jared era el tipo de persona por la que merece la pena arriesgarse.
El teléfono empezó a sonar de una manera estruendosa y el rubio tuvo que taparse lo oídos para evitar que le vibrara la cabeza. Descolgó lo más rápido que pudo, usando sus codos y, entonces, tomó el auricular.

-¿Sí?
-Hola Jenny- la voz de Misha sonó demasiado melosa al otro lado de la línea.
-¿Qué demonios? ¿Por qué estás llamando? ¿No te dejé claro ayer que no quiero saber nada más de ti por el resto de mi vida?
-Oh, Jen, no seas así. Sobre todo cuando quiero darte trabajo.
-No quiero nada que provenga de ti.
-Venga te pagaré bien. ¿Qué te parecería un 75% de lo recaudado?

El pecoso se quedó parado en el sitio, con los calzoncillos a medio poner.

-¿Qué?
-He llamado tu atención, ¿eh?
-Eso es imposible Misha, ¿cómo piensas pagar a mi compañero de rodaje?
-Él no necesita el dinero, lo hace por amor al arte.
-Eres tú, ¿no es así maldito cabrón? Antes muerto que volver a follar contigo.
-Jenny, reconoce que me echas de menos.
-¡Muérete! Y ni se te ocurra llamarme así, otra vez.
-Ese crío es poca cosa para ti Jensen, dentro de poco te cansarás de hacer de niñera.
-No tienes ni idea- se rió, poniéndose de pie, ya vestido y listo para bajar a desayunar- Hazte un favor y no te pongas más en ridículo- colgó sin darle tiempo al otro para responder.

Dos tazas de café después, mezcladas con un par de pastillas para el dolor, le hicieron sentirse una persona de nuevo.
Sin nada más que hacer recogió y limpió un poco la casa antes de entrar al cuarto de baño para ducharse y empezar a prepararse para lo que ocurriría aquella tarde.
Se lavó bien internamente, sintiendo como sus rodillas temblaban por la antelación. Pocas veces había estado tan excitado pensando en el momento en el que le hicieran un fisting.
Normalmente, era algo que lo excitaba y asustaba a partes iguales, porque hay que ir con una lentitud extrema y paso a paso para que no duela y, claro, uno no puede saber cómo se lo va a tomar la persona que te tiene de piernas abiertas y completamente a su merced.
Pero con Jared, se sentía seguro ya que sabía que él jamás le haría daño. Por muchas ganas que tuviera o por muy rápido que quisiera ir, sabía que él siempre se tragaría sus ansias para que el acto fuera placentero para ambos.
Justo mientras esos pensamientos revoloteaban en su cerebro, su dedo índice pegó de lleno contra su próstata haciéndole retorcerse y obligándole a apoyar la frente, junto con su mano izquierda, contra las baldosas de la ducha para evitar caerse.
Sus dedos se movieron para estimular mejor ese punto, susurrando entre gemidos el nombre de Jared. Intentando imaginar que eran los dígitos largos y esbeltos del castaño los que le masajeaban.
Llegó al orgasmo sin necesidad de tocarse, solo con aquellas pequeñas caricias a su próstata mientras su mente invocaba la imagen de Jared y sus labios chillaban su nombre a todo pulmón, al tiempo que manchaba con su semen las mismas baldosas contra las que se apoyaba.

-¿Jen?- escuchó al otro lado de la puerta.

Se puso colorado al oír al menor en su habitación, pensando en que seguramente le habría escuchado...

-¿Jay? ¿Qué? ¿Cómo, cómo has entrado?
-Me he encontrado con Mack en la puerta, ¿te pasa algo?
-¡¿Qué?!
-Me has llamado...

Se puso aún más rojo. Sabía que le había oído...

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