Capítulo 3

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Cuando Jensen se hubo cambiado de ropa, bajó a la cocina y retiró el agua hirviendo del fuego para echarla en tres tazas con un sobrecito de té en cada una. Organizó una bandeja con las bebidas, el azúcar, la crema y el limón y se dirigió al cuarto de estar para entregárselo a sus invitados.
No sabía de donde le venía esa costumbre por preparar té cuando iba a pasar las tardes en casa pero era algo que le relajaba y que lo hacía sentir más a gusto.
Al entrar al salón vio a su hermana y Jared sentados como los indios en el largo sofá en ele, dejando un espacio entre ellos para que hiciera las veces de mesa ya que estaban jugando a las cartas.
Mack estaba liada en la manta y solo se veían las puntas de sus dedos sobresaliendo mientras sujetaba los naipes.
Como los dos parecían muy concentrados, Jensen no quiso molestarlos y dejó la bandeja con cuidado en la mesita lo más sigilosamente posible.
Jared dio la vuelta a la última carta que estaba bocabajo sobre el cojín y, en ese momento, se desató el huracán.

-Menuda mierda- juró el castaño tirando sus cartas.
-Ya me debes veinte pavos guapito.
-Este juego es estúpido.
-¿Jugabais al póker?- preguntó Jensen y los otros dos parecieron darse cuenta por primera vez de que él había entrado.
-Exacto- respondió Mack, guiñándole el ojo.
-Debí habértelo advertido Jay, unos minutos más y se hubiera quedado hasta con tus calzoncillos.
-¿Por qué se lo has dicho? Ya no podré conseguir mi trofeo.

El joven rió mientras terminaba de recoger los naipes y los dejaba en la mesa.

-Creo que tomaré nota: Cuidar bien de mis calzoncillos cuando visite a los Ackles.

El rubio se puso rojo como un tomate y su hermana se carcajeó al ver la reacción que había tenido.
La curiosidad estaba matando a la chica, pero no se atrevía a preguntar si eran novios porque Jensen no le había dicho ni una sola palabra de ese muchacho, aunque se notara que algo se traía con él.

-Bueno... ¿Cómo queréis el té?
-Con crema y una gotita de limón, por favor- respondió la joven.
-¿Y tú Jay?
-Como lo tomes tú, nunca lo he probado.
-Te va a encantar, Jensen prepara el mejor té del mundo.
-Sí, viene en sobrecitos- se burló el pecoso.
-¿Y eso que tiene que ver? Te sale genial.

Jared prácticamente no había parado de sonreír desde que entró a la casa de Jensen y, de alguna manera, sentía que estaba como en su propio hogar.
Hacía relativamente poco que se había mudado a vivir a los Ángeles y, sin ninguna duda, lo que peor llevaba era el sentirse solo estando alejado de su familia y de sus amigos de siempre.
Jeffrey se estaba portando muy bien con él y su compañero de piso, Chad, también pero el ansiaba ese calor familiar que se palpaba en aquel momento.

-Bueno, aquí tienes Jay, con una nube de crema y una cucharita de azúcar, espero que te guste.
-Gracias.

Bebió un sorbito y el suave y dulce sabor le llenó, dejándole una sensación de calidez.

-Está muy bueno Jen.

El joven le miró con sus ojitos relucientes y el rubio solo pudo sonreír como un tonto. En ese momento, le habría gustado poder acercarse para robar un beso de esos dulces y tiernos labios.
Mordiéndose los suyos propios, compartió una mirada cómplice con el pequeño que no pasó desapercibida para la aguda mirada de Mackenzie.

-Y vosotros... ¿de qué os conocéis?- preguntó la muchacha.
-Del trabajo- respondió Jensen.
-Nos hemos conocido hoy- rió Jared.
-¿Bromeas?
-No- volvió a reírse.
-Vaya, vaya... Jensen invitando a casa a un chico del trabajo y al que además acaba de conocer... Esto sí que es una sorpresa.
-¡Mack! Deberías echarte a dormir, estás enferma y tienes que descansar.

Jared miró a Jensen con otros ojos, comprendiendo que para el rubio era más que una simple aventura. Además, para qué negarlo, él temía que su compañero hiciera lo mismo con todos los actores pero ahora estaba claro que no era así y, eso, era más de lo que podía desear.

The Sex WorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora