Capítulo 8

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La primera semana de septiembre recibí una invitación de parte de Olivia para celebrar su cumpleaños número quince

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La primera semana de septiembre recibí una invitación de parte de Olivia para celebrar su cumpleaños número quince. Obvio, aquello no sería una fiesta cualquiera, sino que se festejaría en grande en una majestuosa finca en Ixtapan de la sal.

La joven me había enviado dos pases: uno mío y otro para Víctor. Pensaba en lo gracioso que sería presentarme junto a mi novio delante de mis ex patrones, no obstante, la sonrisa en mi rostro desaparecía al recordar el estado de nuestra relación.

Entre mis dos trabajos y los horarios que no compaginaban, poco nos veíamos y hablábamos. En lo económico habíamos prosperado. Conseguimos para un sofá, sillas de madera y un tocadiscos, también podíamos comer carne al menos una vez cada dos semanas y acompañar el café de todos los días con leche tibia, sin embargo, me resultaba imposible retirar el sentimiento de austeridad de mi hogar.

Cuando arribaba de las clases de inglés que la amiga de Isaac, Marta, me daba, encontraba en completa soledad el sitio. Parecía que ahí vivía solo yo y no una pareja de jóvenes. El único rastro de presencia que mi novio dejaba era su anatomía postrada en nuestro lecho, pero yo ya no lo esperaba despierta, pues era tanto mi cansancio que caía presa de Morfeo al instante.

Meditaba sobre todo aquello mientras recogía unos documentos de la mesa de centro de Elizabeth. No era difícil limpiar ese departamento, es más, creo que ella me hacía un favor al privarme de un aburrido fin de semana en completa soledad.

—Carla —me llamó mi jefa. Yo di un respingo y la miré de frente—, adelántate a la joyería, y espérame unos minutos ahí.

Ladeé la cabeza, no comprendí el porqué de su solicitud, pero tenía que obedecerla, por lo que en silencio salí del departamento y bajé por las escaleras con las manos dentro de mis bolsillos.

Di zancadas hasta llegar a la joyería. Pensé en esperar afuera, pero hacía frío y tampoco deseaba verme anormal entre tanta gente adinerada que pasaba por ahí con la intención de llevarse una costosa joya.

Al surcar por el dintel del establecimiento, me topé con Eric, Vanessa e Isaac. El joven se encontraba recargado en un muro, mientras su rostro reflejaba un claro sentimiento de hartazgo. Hacía rato que no veía a la pareja, pero a mi amigo me lo topaba todos los días en Seis luceros, ahora ya no comía solo, sino en compañía de sus nuevas amistades universitarias.

Nos queda su dulce locura | NUEVA VERSIÓN | ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora