Capítulo 22: Nunca doblegado. Nunca roto.

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Una pequeña risa consiguió escapar de mis labios. Una risa apagada, sarcástica. Una risa pesada y sin gracia.

Vi como Draco fruncía profundamente el ceño, totalmente desconcertado.

—¿Tus voces te han contado algo gracioso?—pregunto mordaz mientras se cruzaba de brazos.

Él lo sabe Elaine. Y nadie debe saber de nosotras. Es un problema.

—Me estan contando un par de cosas interesantes ahora, asi que, hazme el favor de callarte y dejame escuchar.

Los problemas deben solucionarse.

Sentí como el vello de mi cuerpo se erizaba a medida que Draco avanzaba a zancadas hacia mi. Con gesto ofuscado y furioso.

—¡No te entiendo!—estalló de repente en gritos—. ¡No puedo entenderte!...

—Oh por favor—le interrumpi despreocupada y cansada—. No me digas que esta es la parte en la que me dices a gritos que desearias entenderme porque me amas y que bla bla bla, mierda amorosa, más bla bla bla.

—Lo odio. Odio que me interrumpan. Odio no entender las cosas. Te odio—declaró solemne y demasiado alto para mi gusto—. ¡Escuchas voces! ¡VOCES JODER! Deberías estar enfadada porque he descubierto tu secreto, o incluso asustada. Pero no deberías estar quieta ahí siendo jodidamente sarcástica.

¡Silencialo! ¡Esta hablando demasiado!

—¡Bastardo desgraciado! ¡No quiero que todo Hogwarts se entere!—grite igual de enfadada que él.

Draco pareció calmarse un segundo. Miró de lado hacia la puerta de la enfermería para darse cuenta de que estaba abierta. Se acercó a ella con pasos silenciosos. La cerró y conjuró un hechizo para que nadie pudiera abrirla.
Volvió a dirigirse a mi mientras me miraba interrogante.

—Deja de mirarme con esa cara de amargado—elevó una ceja en señal de incredulidad—. No puedes reclarme nada, porque no somos nada ¿entiendes?

—Si piensas que diciéndome eso me vas a espantar como has hecho con Snape estas muy equivocada.

—Tambien te odio.

Lo miré detenidamente mientras que, con una tranquilidad asombrosa, cogía una silla y se sentaba en ella quedando justo enfrente de mi. Recogió algo que había en la mesa y hasta que no la vi removiendola en sus manos no distingui que se trataba de mi varita.

—Sueltala—sisee amenazante.

Se limitó a lanzarme una profunda mirada cargada de aburrimiento y a cruzarse de brazos mientras me observaba.

—Cuentamelo. Todo—ordenó con voz autoritaria.

—¡Siete infiernos!—exclamé frustrada—. Dame mi varita o veras las consecuencias.

Sus ojos recorrieron mi cuerpo de arriba a abajo (¿Quiere que le pegue?) y luego se trasladaron a las medicinas que había encima de la mesilla.
Cogió un frasco con la mano y le dio vueltas mientras lo analizaba. Después de repetir aquel proceso con cuatro frascos más y de llevar mi paciencia a su pequeño límite, Draco Malfoy comenzó a hablar.

—Por lo mal que obviamente te ves—dijo señalandome de arriba a abajo con una mano—, además de por las medicinas que veo que la señora Pomfrey te esta dando, la mayoría calmantes. Me atrevo a decir que apenas puedes levantarte de la cama, y menos que menos, realizar algun hechizo sin varita. Asi qué mientras tenga esto—alzó mi varita mientras la sacudía divertido—, mi salud y mi vida estan completamente a salvo.

Hopeless.(Draco Malfoy y la Hija de Voldemort)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora