xiv. Despreciable jugadora.

Start from the beginning
                                    

Los ojos del castaño se abrieron de par en par, estaba claro que había pillado la indirecta muy rápidamente. Y por lo que Fred vio en sus ojos, la noticia no parecía gustarle en absoluto, parecía incluso enfadado.

—¡¿Te acóstates con el ángel?! —estalló Leo.

—¿Qué ángel? —habló, por primera vez, Anthony.

—¿Quién va a ser, Anthony? ¡Por favor! —inquirió Leo como si fuera evidente—. ¡Zaira! —pronunció su nombre de mala gana.

—¿Zaira? —repitió Anthony, desconcertado.

—Sí, ella, parece que ha vuelto al ataque —le informó Leo.

—¿¡Estás loco, Fred!? —inquirió Anthony, mirándolo mal y negando con la cabeza—. ¿¡Sabes lo que has hecho!?

—¿Se puede saber que os pasa a todo el mundo con ella? —preguntó Fred, frunciendo el ceño—. Parece que medio reino la odia, que tiene una malisima reputación y no lo entiendo.

—¿Quieres saberlo de verdad? —Leo lo miró expectante. 

—Claro —respondió inmediatamente. 

—Pues prepárate porque una vez que te contemos todo, te arrepentirás eternamente de lo que has hecho esta noche con esa zorra —le aseguró Leo y Anthony asintió.

Fred se vio arrastrado por los dos chicos hasta el apartamento del castaño. Todavía estaba confuso y extrañado por lo que fueran a decirle aquellos dos. Le preocupaba lo que pudiera pasar después de la conversación que iban a tener. Le preocupaba que ellos tuvieran razón y que después de aquello, ya no quisiera tener nada más que ver con Zaira. Le preocupaba que la verdad fuera tan horrible que realmente se arrepintiese de haberse enamorado de ella. No quería eso, la quería. Pero, ¿qué era lo que había hecho? Sabía que necesitaba saberlo, no podía quedarse sin saber el motivo porque medio reino odiaba a la chica a la que él quería, sin saber toda la verdad sobre ella.

Leo sirvió unas copas y se sentó en el sillón de en frente a donde se había sentado Fred, Anthony estaba de pie, apoyado en el respaldo de uno de los sillones y ambos miraban al pelirrojo en completo silencio. Ninguno parecía tener intención de abrir la boca y eso molestaba a Fred porque habían sido ellos quienes lo habían arrastrado hasta allí.

—¿Es que no vais a decir nada ahora? —replicó y bufó.

—Deberías beber un trago antes, así no te afectará tanto —le indicó Leo, quien dio un trago a su copa justo después.

—No me haréis cambiar de opinión sobre Zaira, me digáis lo que me digáis —aseguró Fred, pero finalmente bebió.

—Eso ya lo veremos —comentó Anthony.

—Fred, soy tu amigo, por eso creo que debes saber esto, no quiero que seas engañado y dañado más —Leo bebió un nuevo trago de su copa—. ¿Sabes que Zaira juega con los humanos, con los espíritus que llegamos al reino? No, ¿verdad?

—¿Eh? —fue lo único que salió de los labios del mencionado.

—Empecemos desde el principio, ya que pareces no saber absolutamente nada —suspiró, se rascó la nuca y miró por unos segundos a Anthony, quien le asintió—. Zaira llevaba ya cerca de un siglo sin jugar con ningún humano. Y con jugar, me refiero a utilizarlos y desecharlos después, Fred —aclaró antes de continuar—. Sin embargo, por alguna razón, ella se fijó en ti recientemente y te ha acabado convirtiendo en uno más de sus juguetes. 

—¿Insinúas que ella juega conmigo? No seas ridículo —murmuró Fred, incrédulo—. No me está utilizando de ninguna manera, te lo aseguro.

—Cuando un humano siente el irrefrenable deseo de volver a la vida una vez que llega aquí, algo que sucede a menudo, siempre va en busca de un ángel que lo ayude y curiosamente, ese ángel siempre resultar ser Zaira... Claramente, si se trata de hombres —continuó diciendo el castaño, ignorando las palabras de Fred—. Ella les ofrece su ayuda a cambio de que el humano, en cuestión, trabaje para ella durante una temporada. Durante esa temporada, ella se comporta más dulce de lo que es y hace todo lo posible para hacer caer al humano, es decir, hace todo lo posible para seducirlo y enamorarlo —suspiró y negó con la cabeza—. Una vez que lo consigue, finge que también siente algo por él y al final, siempre se lo lleva a la cama —se detuvo para dar otro sorbo a su bebida—. Después de eso, les dice que durante unos días no van a poder verse y cuando lo hacen de nuevo, el humano ya ha perdido las ganas de volver al mundo de los vivos... Entonces, es cuando Zaira los desecha, como si de basura se tratase. 

¿Quieres mi ayuda? ➳ Fred WeasleyWhere stories live. Discover now